Paquistán. La definición de un bandeño

1
4649

Los únicos que tienen una prerrogativa de extraterritorialidad en la provincia, son los bandeños, que no son santiagueños ni lo quieren ser. Como si fueran la Confederación Sudamericana de Fútbol, pretenden que las leyes se aplacen para ellos. Aunque se enojen, hay que decir que son iguales a nosotros, sólo que les tocó compartir el otro lado del río: “La Banda”, como mejor nombre.

Las locomotoras los cruzan por el centro, cortando las calles al sesgo y otorgándoles una particular manera de ser. Quienes los conocen, sólo por discutir un rato les dicen que son el barrio más grande de Santiago, que tienen olor a tren o que son una bonita ciudad de la provincia. Es la manera segura de hacerlos enojar porque —hay que decirlo, aunque rabien— tienen el empaque de los pequeños pueblos, que los obliga a sacar pecho cada vez que dicen “no soy santiagueño, soy bandeño”. Nosotros y otros gentilicios de la provincia, como frienses, pozohondeños, termenses, los de Real Sayana, los capitalinos, nos reímos por lo bajo, los miramos serios y decimos “tienes razón, me había olvidado”. Mientras de adentro una risa pugna por salir y se queda trabada en la puerta de los ojos.

Creen que el mundo se levanta a la mañana pensando qué nueva maldad les va a hacer, porque desde Paquistán a Tokio, de Nueva York a Estocolmo, de Madrid a Tel Aviv, de Santiago a Loreto, todos pero todos, les quieren hacer daño. No hay quién no sepa dónde queda La Banda y quién no le tenga envidia por su veredón, su estación del Ferrocarril y sus jardines con malvones. Lo que hace gracia a los de otros pagos, es cuando inflan el pecho para decir “cuna de poetas y cantores”, sin percatarse del oxímoron que cometen. Que no será explicado aquí para no avivarlos.

Pero son buena gente, no vaya a creer, una vez que uno les rasca la cáscara de ese falso engreimiento lugareño son iguales al resto de la gente de todas partes. Trabajan, sueñan, aman, se ríen y lloran como cualquiera. Salen a pasear los sábados, como usted, como su vecina, como cualquiera. En invierno se abrigan con una campera como todo hijo de ferroviario. Y en verano, como un deporte local, añoran el Canalito y los bailes de Sarmiento.

Por Juan Manuel Aragón

1 Comentario

  1. juan jamas vas a saber que se siente llevar a la BANDA en la sangre si no sos BANDEÑO, tenemos la humildad pegada en el corazon, no nos olvidamos d nuestras raices y no criticamos a nadie como lo estas haciendo vos. obiamentes si nos quieren humillar como lo hacen personas como vos, saltamos, como si fuera q nos toca la madre, `porque amamos y defendemos a muerte a la ciudad de LA BANDA

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here