2019: una nueva investidura fallida en España

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Las investiduras fallidas son la tónica habitual en la reciente política española. En 2015, pese a que el Partido Popular (PP) fue la fuerza más votada, el bajo número de escaños (123) que obtuvo no le permitió presentarse a una sesión de investidura. Por aquel entonces, Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista (PSOE) que había sido segunda fuerza con 90 escaños, se presentó junto a Ciudadanos ante un Congreso de los Diputados, que terminó por rechazar su propuesta. Aquello fue algo único, puesto que, por primera vez, no era el partido con más votos el que buscaba el apoyo de la Cámara. Resultaba, además, el inicio de complicadas sesiones de investidura para los políticos españoles. No en vano, el propio Mariano Rajoy, líder de los populares, que llamaría a nuevas elecciones en 2016, tendría que acudir a una segunda votación (favorable por mayoría simple), tras la celebración de los comicios gallegos y vascos (septiembre de 2016) y gracias a que el camino quedaba despejado por la decisión del Comité Federal del PSOE de forzar la dimisión de Pedro Sánchez. Se habían alcanzado más de 300 días o, lo que es lo mismo, 10 meses (del 20 de diciembre de 2015 al 29 de octubre de 2016) sin Gobierno. El intento de 2019 Las elecciones del 28 de abril de 2019 han vuelto a dejar un difícil escenario de formación de Gobiernos. El partido más votado, el PSOE, reunió solo el 29 por ciento de los votos o el 35 por ciento de los escaños. La cifra está muy lejos del porcentaje de escaños alcanzado en elecciones como las del 2000, 2004, 2008 y 2011, en las que la fuerza más votada aglutinaba el 52, 47, 48 y 53 por ciento, respectivamente. En aquellas elecciones, el partido con mayor representación podía fácilmente (salvo en las elecciones de 2008, en las que el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que acudir a segunda votación por mayoría simple) formar Gobierno. Además, la fragmentación partidista era moderada. El número efectivo de partidos parlamentarios, es decir, aquellas fuerzas con suficiente peso en escaños para ser consideradas relevantes, era en torno a dos partidos y medio. Hoy, la cifra es récord: casi 5 partidos (PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox) son los que juegan un papel relevante en la política española. La cultura del pacto Así, unido a la menor concentración partidista, mayor fragmentación y mayor inestabilidad política, también se ha dicho que la lenta formación de Gobiernos se debe a una falta de cultura de pacto. Nada más lejos de la realidad. Aunque a nivel nacional nunca se ha producido un gobierno de coalición, a nivel autonómico, pero también municipal, los pactos entre partidos están a la orden del día. La tabla anterior resume las fórmulas de Gobierno tras las últimas elecciones autonómicas celebradas en catorce de las diecisiete Comunidades Autónomas. Así, en siete de ellas hay gobiernos de, al menos, dos partidos (hasta cuatro en el caso de las Islas Canarias y tres en la Comunidad Valenciana e Islas Baleares); solo en dos gobierna un partido con mayoría absoluta (el PSOE en Castilla-La Mancha y Extremadura) y en una, Asturias, se ha establecido un gobierno en minoría, también del PSOE. En cuatro comunidades, Aragón, La Rioja, Comunidad de Madrid y Navarra aún no se ha llegado a un acuerdo de gobierno. En La Rioja, el escenario es realmente curioso, hasta el punto de que todo depende de un escaño que está en manos de la diputada Raquel Romero, de Unidas Podemos, quien, por el momento, y en contra de la dirección del partido a nivel nacional, se ha negado a facilitar un gobierno socialista. La sombra belga Así, ni la inestabilidad política ni la falta de cultura de pacto parecerían ser las razones que están detrás de una nueva investidura fallida en España. Al menos a nivel subnacional, con igual inestabilidad y mismos partidos, se ha sabido llegar a acuerdos y establecer Gobiernos estables. Parece, más bien, una cuestión política o personal. Con estos resultados, España parece que sigue negándose a tener un Gobierno de coalición, y por lo tanto, continúa siendo una excepción europea, donde en países como Alemania, Italia, Bélgica, Holanda (coalición de cuatro partidos), Luxemburgo, Austria o Finlandia, entre otros muchos ejemplos, este tipo de gobiernos son lo normal. En fin, de seguir así, quién sabe, tal vez alcancemos el récord de Bélgica que, entre 2010 y 2011, estuvo más de 500 días sin gobierno. Publicado originalmente por The ConversationThe Conversation

Las investiduras fallidas son la tónica habitual en la reciente política española.

En 2015, pese a que el Partido Popular (PP) fue la fuerza más votada, el bajo número de escaños (123) que obtuvo no le permitió presentarse a una sesión de investidura. Por aquel entonces, Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista (PSOE) que había sido segunda fuerza con 90 escaños, se presentó junto a Ciudadanos ante un Congreso de los Diputados, que terminó por rechazar su propuesta.

Aquello fue algo único, puesto que, por primera vez, no era el partido con más votos el que buscaba el apoyo de la Cámara. Resultaba, además, el inicio de complicadas sesiones de investidura para los políticos españoles. No en vano, el propio Mariano Rajoy, líder de los populares, que llamaría a nuevas elecciones en 2016, tendría que acudir a una segunda votación (favorable por mayoría simple), tras la celebración de los comicios gallegos y vascos (septiembre de 2016) y gracias a que el camino quedaba despejado por la decisión del Comité Federal del PSOE de forzar la dimisión de Pedro Sánchez.

Se habían alcanzado más de 300 días o, lo que es lo mismo, 10 meses (del 20 de diciembre de 2015 al 29 de octubre de 2016) sin Gobierno.

Las elecciones del 28 de abril de 2019 han vuelto a dejar un difícil escenario de formación de Gobiernos. El partido más votado, el PSOE, reunió solo el 29 por ciento de los votos o el 35 por ciento de los escaños.

La cifra está muy lejos del porcentaje de escaños alcanzado en elecciones como las del 200020042008 y 2011, en las que la fuerza más votada aglutinaba el 52, 47, 48 y 53 por ciento, respectivamente.

En aquellas elecciones, el partido con mayor representación podía fácilmente (salvo en las elecciones de 2008, en las que el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que acudir a segunda votación por mayoría simple) formar Gobierno. Además, la fragmentación partidista era moderada. El número efectivo de partidos parlamentarios, es decir, aquellas fuerzas con suficiente peso en escaños para ser consideradas relevantes, era en torno a dos partidos y medio. Hoy, la cifra es récord: casi 5 partidos (PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox) son los que juegan un papel relevante en la política española.

La cultura del pacto

Así, unido a la menor concentración partidista, mayor fragmentación y mayor inestabilidad política, también se ha dicho que la lenta formación de Gobiernos se debe a una falta de cultura de pacto.

Nada más lejos de la realidad. Aunque a nivel nacional nunca se ha producido un gobierno de coalición, a nivel autonómico, pero también municipal, los pactos entre partidos están a la orden del día.

La tabla anterior resume las fórmulas de Gobierno tras las últimas elecciones autonómicas celebradas en catorce de las diecisiete Comunidades Autónomas.

Así, en siete de ellas hay gobiernos de, al menos, dos partidos (hasta cuatro en el caso de las Islas Canarias y tres en la Comunidad Valenciana e Islas Baleares); solo en dos gobierna un partido con mayoría absoluta (el PSOE en Castilla-La Mancha y Extremadura) y en una, Asturias, se ha establecido un gobierno en minoría, también del PSOE.

En cuatro comunidades, Aragón, La Rioja, Comunidad de Madrid y Navarra aún no se ha llegado a un acuerdo de gobierno. En La Rioja, el escenario es realmente curioso, hasta el punto de que todo depende de un escaño que está en manos de la diputada Raquel Romero, de Unidas Podemos, quien, por el momento, y en contra de la dirección del partido a nivel nacional, se ha negado a facilitar un gobierno socialista.

La sombra belga

Así, ni la inestabilidad política ni la falta de cultura de pacto parecerían ser las razones que están detrás de una nueva investidura fallida en España. Al menos a nivel subnacional, con igual inestabilidad y mismos partidos, se ha sabido llegar a acuerdos y establecer Gobiernos estables. Parece, más bien, una cuestión política o personal.

Con estos resultados, España parece que sigue negándose a tener un Gobierno de coalición, y por lo tanto, continúa siendo una excepción europea, donde en países como Alemania, Italia, Bélgica, Holanda (coalición de cuatro partidos), Luxemburgo, Austria o Finlandia, entre otros muchos ejemplos, este tipo de gobiernos son lo normal.

En fin, de seguir así, quién sabe, tal vez alcancemos el récord de Bélgica que, entre 2010 y 2011, estuvo más de 500 días sin gobierno.

Publicado originalmente por The Conversation

Fuente: Infobae

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