La estrategia de los narcotraficantes para controlar México: terror y corrupción

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México se convirtió en una carnicería. Las cifras oficiales estiman que la guerra declarada por el Estado al narcotráfico en 2006, bajo la presidencia de Felipe Calderón, dejó un saldo de más de70 mil homicidios. Pero algunas ONG calculan que fueron más de 100 mil.

La violencia del crimen organizado creció cuantitativa y cualitativamente a niveles nunca antes vistos. Todas las semanas aparecen cadáveres desmembrados en bolsas, colgados de puentes o enterrados en fosas clandestinas. Así buscan enviar mensajes a sus rivales e infundir terror en la población.

«Hasta los 80 y 90, los carteles se mantenían a una relativa distancia de la sociedad. Ejercían una violencia letal, pero todavía selectiva. Lo que hizo que se dispare y que se vuelva cada vez más intensa y siniestra fue una reconfiguración nacional e internacional de la delincuencia, de las rutas de la droga, del mercado y de las agencias nacionales de seguridad», explicó el sociólogo Salvador Maldonado, investigador del Centro de Estudios Antropológicos de El Colegio de Michoacán, consultado por Infobae.

«Después del 2000, en México se desató una disputa muy fuerte entre los carteles. La consecuencia fue una violencia letal desprovista de cualquier código o regla, porque la competencia por los mercados ilegales se volvió muy encarnizada. En este contexto surgen las desapariciones, los desmembramientos, los cuerpos exhibidos en diferentes lugares, y un conjunto de prácticas siniestras que tienen que ver con la manera en la que estos grupos luchan por resistir una embestida de otras organizaciones, para controlar su territorio, o expandirse», agregó.

¿Qué racionalidad puede tener despedazar minuciosamente un cadáver y colocarlo en un punto estratégico para que determinadas personas lo vean? «El terror», respondió Marco Palacios, especialista en violencia colectiva de El Colegio de México, en diálogo con Infobae. «El mensaje —dijo— es que no tienen límites y están dispuestos a lo que sea para defender su negocio».

Sicarios del Cartel del Golfo posan armados y suben las fotos a las redes sociales
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«DESPUÉS DEL 2000, EN MÉXICO SE DESATÓ UNA DISPUTA MUY FUERTE ENTRE LOS CARTELES»

Aída Valero, profesora de trabajo social en la Universidad Nacional Autónoma de México, dio un ejemplo estremecedor. «Hace algunos años hubo una reunión de procuradores en un hotel de Boca del Río, Veracruz. Como respuesta, el crimen organizado colgó cuerpos en un puenteque se veía directamente desde el hotel. Es algo aterrador», dijo a Infobae.

«Las formas de victimización son terribles —continuó—, hay personas a las que les cortan los dedos, para mostrar que tienen un sometimiento sobre el cuerpo. La palabra clave es miedo. Mientras la gente esté subyugada por el miedo, la pueden controlar. Es impresionante el temor que hay a convertirse en víctima de cualquiera».

Una competencia cada vez más descarnada

Esta mutación de los carteles y del mercado de la droga estuvo indirectamente alentada por la forma en la que se dieron en México transformaciones económicas y políticas de escala global. «A partir de los 80 —dijo Palacios— hubo un retraimiento del Estado, que antes era muy poderoso y estaba dirigido por un partido hegemónico, que tenía un extraordinario control sobre la sociedad. Esa estructura se desmanteló, al mismo tiempo que comenzaba un auge del narcotráfico por el crecimiento de la demanda de droga, principalmente en Estados Unidos».

Esa creciente debilidad volvió impotente al Estado para regular, y favoreció un caos muy propicio para aumentar la violencia y el descontrol. Para paliar esa fragilidad estatal, surgieron grupos que empeoraron aún más las cosas.

«EN MÉXICO SE RECICLARON GRUPOS DE PARAMILITARES»

«En muchos casos se reciclaron en México grupos de paramilitares que habían participado de la represión a las guerrillas en Centroamérica. Eran muy organizados, y se terminaron convirtiendo en bandas muy fuertes y violentas», dijo Palacios.

El ejemplo emblemático de estas prácticas aberrantes es el Cartel de los Zetas, quizás el más violento de todos. Increíblemente, fue formado por militares de elite, que integraban el Cuerpo de Fuerzas Especiales de México, pero que desertaron, seducidos por las oportunidades que ofrecía el crimen organizado.

«Los Zetas se habían entrenado en Estados Unidos en lucha contra el narcotráfico y la insurgencia, pero terminaron siendo reclutados como guardia pretoriana del Cartel del Golfo. Cuando atraparon al capo de esta organización, se separaron y empezaron a enfrentarse entre ellos por el control del territorio y del mercado», contó a Infobae el politólogo Vicente Sánchez Munguía, profesor del El Colegio de la Frontera Norte.

«Luego, Los Zetas trasladaron esas prácticas a otros carteles en territorios que en su momento controlaron, como en la zona de Michoacán. Cuando se produjo la escisión interna, quedó La Familia Michoacana. De ahí, tras nuevas divisiones, surgieron Los Caballeros Templarios. Éstos heredaron las mismas prácticas, como usar al cuerpo como vía de mensaje al enemigo», agregó.

«SE HAN DIVERSIFICADO HACIA OTRAS ACTIVIDADES ILÍCITAS QUE PUEDEN SER MÁS RENTABLES»

No se puede comprender por qué estos grupos han llegado tan lejos, y por qué su poder no deja de crecer a pesar de los embates del Estado y de sus propios cismas, sin considerar la envergadura de los negocios sobre los que se montan.

«No es solamente el narcotráfico —dijo Sánchez—. Para muchas organizaciones es una actividad marginal, porque se han diversificado hacia otras actividades ilícitas que pueden ser más rentables y menos riesgosas, como el contrabando de plata y minerales ferrosos, o el saqueo de energía a Pemex. Son negocios muy fuertes, que han generado mercados negros de diferentes tipos de productos».

Una guerra en la que todos son derrotados

«La violencia ha aumentado de una manera alarmante en el medio urbano y rural. En Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Oaxaca y Veracruz hay poblaciones que están siendo abandonadas por los efectos del crimen organizado. Las familias se sienten atemorizadas. La gente humilde no sabe dónde denunciar. Hay mucha desconfianza hacia la policía, porque muchas veces está involucrada», sostuvo Valero.

«El problema es que las políticas públicas no han sido eficientes. Hay corrupción, impunidad e ilegalidad. Por fallas en los procesos un delincuente puede quedar libre si pertenece a una mafia importante. No hay transparencia. Aunque el Presidente exija, los organismos que tiene por debajo están metidos en la corrupción», agregó.

«HAY MUCHA DESCONFIANZA HACIA LA POLICÍA, PORQUE MUCHAS VECES ESTÁ INVOLUCRADA»

Parte constitutiva del problema de la violencia en México es la falta de respuesta de las autoridades. Por una nefasta combinación de corrupción, impericia y una mala estrategia de seguridad, lo único que consiguieron fue aumentar las muertes, el caos y la crueldad, sin reducir el poder del crimen organizado.

«La conclusión que compartimos varios investigadores de violencia criminal es que, desde fines de 2006, la guerra al narcotráfico sigue produciendo gran cantidad de muertes. Además de otros efectos colaterales, como el aumento de los desaparecidos, que ya son 28 mil, o los desplazamientos forzados en los lugares donde se cultiva la droga o hay laboratorios», dijo Maldonado.

«Cuando comenzó su gobierno (en diciembre de 2012) Enrique Peña Nieto anunció una nueva política de combate al crimen organizado, para diferenciarse de la gestión anterior. Hubo algunas experiencias que parecían innovadoras, pero el proyecto fracasó. Desde hace un año se retomó el modelo de militarización de la sociedad, lo que es preocupante. Se están volviendo a usar métodos altamente criticados por los pocos resultados que dieron y por los excesivos costos que tienen en términos de violaciones a los derechos humanos», concluyó.

Fuente: Infobae

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