El escalofriante relato de un sobreviviente de los atentados en París

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«Escuché los tiros y las detonaciones y enseguida nos dimos cuenta de que no eran petardos o fuegos artificiales. Era un ruido muy fuerte. Y ahí comenzó el pánico». Las palabras pertenecen aBertrand, director del café de Le Bataclan, ubicado en el boulevard Voltaire al lado del teatro donde los terroristas tomaron a cientos de rehenes y masacraron a casi 90 personasen el que fue el peor atentado en la historia reciente de París. En total, el número de víctimas de los siete ataques coordinados asciende a 132.

Bertrand tiene 36 años y trabajaba desde septiembre en Le Bataclan. Prefiere no dar su nombre completo, ni que le tomen fotos. Quisiera no recordar, y a la vez sí porque le sirve para expulsar eso que no lo deja dormir por las noches, ni salir a la calle sin miedo. A un mes de los atentados terroristas, recibió a Infobae en su casa en las afueras de la capital francesa, donde vive con su mujer y su hija de tres años, sus motores para seguir adelante según cuenta.

En el momento del horror estaba en la cocina; el concierto de Eagles of Death Metal recién había empezado. «Dos atacantes tiraron contra las mesas de la entrada del café. Llegaron, tiraron ahí y entraron a la sala del teatro de Le Bataclan. Hubo dos muertos en la terrasse», relata. Atrapado con otros cinco empleados, no sabía si quedarse o intentar huir. Uno de los mozos decidió entonces asomarse por una de las puertas de servicio, que daba a un pasaje. «Cuando salió, nos dimos cuenta de que había un tercer terrorista que estaba disparando ahí. Mi primera reacción fue cerrar la puerta y no supimos más nada de él».

Bertrand aclara con alivio que más tarde se enterarían de que el mozo había sido herido en la pierna y trasladado por la policía a un hospital, donde al día siguiente recibió el alta. Pero hasta no recibir el mensaje de texto con las noticias, solo sentía culpa y, sobre todo, miedo. Se refugiaron en la escalera que lleva al sótano de la cocina. «No sabíamos si algún terrorista había entrado en la sala del café y no sabíamos hacia dónde ir». Decidieron esconderse en la cava del bar, cerrando detrás de ellos todas las puertas que había hasta allí y luego con cajas bloquearon también la entrada.

La cava está debajo del café y debajo de la sala de Le Bataclán, donde ya había empezado la toma de rehenes a manos de los terroristas armados con Kalashnikovs. «Escuchábamos todo lo que pasaba. Los tiros, los gritos, los silencios y de vuelta los tiros y los gritos. Y mientras la música ambiente del bar continuaba», afirma Bertrand. Esas imágenes, esos sonidos vuelven una y otra vez a su cabeza. «Leyendo las noticias comprendí que cada vez que alguien se movía en la sala, disparaban».

«Estuvimos allí por dos horas. Teníamos mucho miedo y seguíamos sin poder saber si había o no un terrorista en el café», agrega. Pasadas las once de la noche, cuando se produjo una breve evacuación del teatro del Bataclan, la policía entró al recinto del bar. «Habíamos llamado a la policía para avisar. Salimos de la cava, subimos la escalera que daba a la cocina y fuimos a la sala, donde estaba la policía apuntándonos», los revisaron y salieron escoltados. Minutos más tarde, sería el asalto para rescatar a los rehenes.

«Antes de abrir la puerta, sentimos el frío porque ya nos imaginábamos lo que íbamos a encontrar.Había personas muertas, desorden, y solo nos podíamos preguntar qué había pasado, aunque al final lo sabíamos muy bien», cuenta Bertrand. Pero pese a estar a salvo, ni la pesadilla ni el horror terminaron allí. Hoy recibe apoyo psiquiátrico y debe tomar pastillas para poder dormir sin que cada noche reviva entre sus sueños lo que pasó ese viernes.

«No quiero volver nunca más a Le Bataclan»

Tras ser rescatados, Bertrand y el resto de los empleados del café fueron trasladados a un bar cercano, que se había convertido en una suerte de refugio para las personas que habían logrado escapar de la masacre. A la mañana siguiente, todavía en shock y sin poder contener el llanto, regresó al lugar para recuperar sus pertenencias y las de sus compañeros. Esa fue, según él, su última vez en ese lugar.

«A los dueños les gustaría volver abrir el café, quizás a fines del año que viene o en 2017», confirma a Infobae. Hacerlo es casi una reivindicación para ellos. «¿Volverías a tu trabajo también?». «No, no quiero volver nunca más a Le Bataclan. No quiero volver a trabajar nunca más de noche», responde.

Por ahora, seguirá de licencia mientras busca proyectos para salir adelante. «Siempre quise irme a recorrer el mundo, a vivir de nómade. Quizás este sea el momento para hacerlo con mi familia», reflexiona. De lo que sí está seguro es que se quiere ir de la zona de París porque no se siente tranquilo: «El otro día intenté salir y no pude. Hoy con mi mujer vamos a intentarlo de vuelta».

Bertrand también sabe que, después de haber sentido la muerte tan cerca aquella noche, su vida no será la misma. «Sí, se siente como volver a nacer, pero es más un redescubrimiento. Hay que disfrutar, hay que vivir. En cierta forma, hasta es agradable pensar que uno puede volver a empezar».

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