El sindicalismo dio una señal de unidad y reclamó al Gobierno un bono de fin de año

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El sindicalismo peronista le reclamó al presidente Mauricio Macri que firme un decreto para que todos los trabajadores del país reciban, antes de fin de año, un bono de ayuda económica, con el propósito de ayudar a disminuir el impacto que tuvieron sobre los salarios la reciente devaluación y la escalada de precios.

Este pedido, que no especificó ninguna cifra concreta, se realizó durante un plenario de unidad con representantes de las tres CGT. También se demandó al Gobierno que declare la emergencia alimenticia para aquellos sectores de la población que viven bajo la línea de la pobreza.

El plenario giró sobre dos ejes bien concretos: la unidad del sindicalismo y las primeras medidas económicas de la administración macrista, que, según evaluaron, impactarán negativamente sobre el poder adquisitivo de los sueldos. Los muchos discursos oídos en el salón Felipe Vallese de la sede de la calle Azopardo pusieron el acento en la falta de equilibrio del Gobierno para llevar adelante un sinceramiento de la economía. A su entender, hubiera correspondido que en la batería de primeras medidas se hubiera incluido la promesa de reformar el régimen del Impuesto a las Ganancias.

Concretamente, los sindicalistas se quejaron de que todo el peso del ajuste recaiga sobre la espalda de los trabajadores mientras que otros sectores resultaron beneficiados, como el mercado de capitales y el campo, a partir de la eliminación de las retenciones. En esa línea, reclamaron ecuanimidad en el trato y una mayor disposición al diálogo por parte de los funcionarios para conocer las necesidades de los asalariados.

El encuentro contó con la participación de gremios de las tres centrales hoy vigentes: la de Hugo Moyano, la de Luis Barrionuevo y la del kircrnerista metalúrgico Antonio Caló, aunque éste particularmente resolvió no concurrir. La misma línea siguieron mecánicos y taxistas. Como sea, el de esta mañana resultó el intento más serio para que la ortodoxia sindical vuelva a cohabitar bajo un mismo techo el año que viene.

En el papel de anfitrión, Moyano informó que fueron acreditadas unas 140 organizaciones. En cualquier caso, resultó una reunión más bien apagada, en la que pese a la inusual cantidad de secretarios generales presentes, y los muchos mates compartidos en el escenario, quedaron un montón de butacas vacías en el salón del primer piso del edificio cegestita. La tensión del reencuentro quedó expresada en algunos desacoples, incluidos algunos contrapuntos entre dirigentes que se hicieron reproches, aunque en ningún casi sin llegar a mayores.

«Esto es la CGT, no estamos en la AFA», corrigió Moyano a un colaborador que en el arranque del plenario había pedido que la prensa se retirara para que los sindicalistas debatieran «como se debe». Arrancó en el uso de la palabra el estatal de UPCN, Andrés Rodríguez, quien dio a entender que también Daniel Scioli, en caso de haber sido el elegido como Presidente, hubiera tenido que sincerar los números de una economía estancada.

Un rato antes en la calle, un dirigente coincidía con esa visión. Pero con matices: «No se puede cargarle todo el fardo a los asalariados y beneficiar sólo a los sectores del capital», señalaba con algo de iracundia. En vista de que muchos dirigentes llegaron al plenario con vocación para pintarse la cara contra el flamante Gobierno, otros salieron a enfriar los ánimos porque una crisis «nos puede llevar puesto a todos». Estos diálogos se dieron en el cuarto piso, lejos de miradas indiscretas, cuando ensayaban cómo manejar la asamblea.

El jefe de la Asociación Bancaria, el radical Sergio Palazzo, ahora con 50 kilos menos, hizo una encendida defensa del modelo sindical tradicional, amén de caracterizar de «brutal» el debut devaluatorio de Macri. Se pronunció a favor de la unidad, pero «con contenido». Barrionuevo, encargado de proponer la moción para que el Presidente ordene un bono extrasalarial, llamó al Gobierno a que tenga en cuenta al sindicalismo.

Los cruces más notorios fueron dos: el primero cuando Barrionuevo intentó cargar fuera de micrófono al ruralista macrista «Momo» Venegas, cuando éste se refirió a que la Justicia le había devuelto el control del Renatre, que el kirchnerimso había decidido quiatarle. También hubo polémica cuando Carlos West Ocampo, jefe de la Sanidad e integrante de los «gordos», llamó al sindicalismo a hacerse cargo de la derrota del peronismo en la provincia de Buenos Aires: «Qué habremos hecho para que gane una desconocida sin propuestas», dijo en alusión a. «Basta de Gilda, es una cargada», consideró West Ocampo, aludiendo a la conducta de María Eugenia Vidal la vicedpresidenta Gabriela Michetti. Para cuando le salieron al cruce, ya se había retirado.

Por último se leyó un documento (El Camino de la Unidad para garantizar el Trabajo y la Producción) y se convino que el operativo unidad continuará a mediados de enero en Mar del Plata. Moyano ofreció un «quincito» para que allí se realice la reunión.

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