La Justicia autorizó a una mujer, separada en 2006, a que le implantaran cinco embriones que permanecen preservados como resultado de un tratamiento de fertilización que había hecho con su ahora ex marido, quien se opone a la resolución y se desató la polémica.
La licenciada Patricia Alkolombre sostuvo en Radio 10 que «el embrión tiene que ver con la pareja» y que «uno no puede pensar un embrión por fuera de dos células». Aunque opinó que en esta oportunidad «se dirimen otras cuestiones, que no tiene que ver con el embrión».
«Inicialmente fue el deseo de dos personas gestar un hijo y ahora es sólo la mujer; es un problema no sólo legal sino que si este niño nace, el hombre, el padre, queda excluido de entrada», explicó la psicóloga clínica y psicoanalista.
En tal sentido, Alkolombre consideró que «vivimos en una cultura que privilegia el rol materno, y basta que una mujer diga que lo quiere para desconocer el lugar del hombre y la importancia de la paternidad».
«La pregunta es: si ella quiere tener otro hijo, por qué no lo hace de otra manera y no con material genético de su ex marido; lo está condenando a una paternidad que él apela». La especialista aseguró que el problema más grave «para este futuro niño es que queda excluida la paternidad con todo un tema legal y esto va a incidir en la historia de este niño».
La pareja, casada desde 2003, se separó en octubre de 2006, dos meses después de que naciera el primer hijo. De aquel tratamiento quedaron cinco embriones preservados que la mujer busca implantarse y a lo que el marido se negó. Para el doctor Luis Ravaioli, especialista en Bioética, «esto es una pelea de intereses económico».
«Un matrimonio que anda mal no se arregla con un hijo concebido naturalmente o por probeta; acá hay problemas económicos de mucha importancia», opinó en diálogo con Radio 10.
El especialista explicó que «el padre no puede renunciar a la paternidad ni el hijo a la filiación. El hijo tiene vocación hereditaria y el padre va a tener que pasarle mantenimiento a él y a la mamá».
Ravaioli insistió en su teoría de «pelea de intereses económico»: «Acá no hay amor, no hay sentimiento de paternidad o maternidad», dijo y calificó el caso de «niños objeto o niños mascota».
«Según el Código Civil argentino –explicó el especialista– desde el momento de la concepción se es persona» y advirtió que «cuando no hay una ley, cuando no hay un marco legal, ético o moral, entonces aparecen disparates como estos».
Las juezas Marta del Rosario Mattera y Beatriz Verón consideraron en su fallo que «la paternidad biológica es aceptada desde el momento en que el Sr. S accedió a someterse el tratamiento de fertilización asistida, al conocer las implicancias y posibles consecuencias asumidas en el contrato de referencia».