Cosquín: Soledad se dio el gusto y reunió a todas las figuras para su festejo

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«Tengo claro que soy una caradura total, nunca pensé que esto iba a pasar, de verdad”, se sinceró la Sole promediando el emotivo show con el que festejó sus 20 años en Cosquín en la noche de este martes. Y con su siguiente frase resumió el espíritu de su histórica actuación que acaparó totalmente la cuarta luna de esta edición del festival: “Esta es mi segunda noche más especial en Cosquín después de aquel debut claro, y esto es el folklore, poder reunir a todos estos amigos”, dijo antes de dar paso al Chaqueño Palavecino.

Así se mostró la Sole. Suelta y alegre en gran parte del show, aunque por momentos también un poco atada y muy emocionada, como cuando Abel Pintos le dedicó unas sentidas palabras tras compartir uno de los momentos más esperados, por lo menos por la reacción de una plaza que lució totalmente desbordada y sobrevendida.

El festejo había arrancado con un poco de demora, 15 minutos antes de las dos, con el video de la presentación de Julio Maharbiz en aquel debut del 26 de enero de 1996. Inmediatamente, la Sole y su hermana Natalia recrearon el comienzo de esa actuación que se veía en las pantallas cantando Salteñita de los valles y A Don Ata, con revoleo del poncho incluido. La Próspero Molina estalló: lluvia de papelitos, espuma y gritos. La fiesta era completa, salvo por un sonido un poco desajustado y algunos problemas entre los que ocupaban las primeras butacas y otros curiosos que buscaban acomodarse cerca del escenario. Con el correr del espectáculo, la cosa se fue acomodando.

Llegaron los invitados

“Esta es un noche muy especial y ustedes lo saben”, introdujo la Sole para dar paso a los primeros invitados. Así pasaron Julián Ratti, Orlando Veracruz y Facundo Saravia, con quien Soledad hasta se animó a bailar. “A ella le tenemos que agradecer que volvió a poner el folklore en los boliches” dijo Yamila Cafrune para luego cantar una de las zambas más hermosas, De mi madre del Chango Rodríguez.

La extensa lista de invitados siguió con Marité Berbel, Los Alonsitos y Mario Bofill, para meterse de lleno en el bloque de chacareras junto a Los 4 de Córdoba (Del Norte Cordobés), Los Manseros Santiagueños (unos de los más ovacionados) y Cuti y Roberto Carabajal (Entre a mi pago sin golpear, tras un aplaudido recitado delMartín Fierro).

Con Jorge Rojas volvió la euforia del público, pero el salteño sabía para lo que estaba. “Sólo vos podías hacer algo así”, le dijo con ternura.

Después de Luciano Pereyra (se arrodilló para entregarle una flor a la Sole) y Los Tekis (Tren del cielo), llegó el momento más intimista. Un dúo con Mercedes Sosa (desde la pantalla, claro), mensaje de Guarany (“Estoy en un momento jodido pero ya voy a estar libre de nuevo”) y Soledad cantando “por otra noche como esta doy mi vida” sentada al borde del escenario y la plaza rendida a sus pies. Faltaba el reconocimiento del festival, la torta que le preparó Dani, el cubanitero de Cosquín, y la presencia del papá Omar en el escenario que provocó las primeras lágrimas de la cantante de Arequito. “Perdón por el atrevimiento de hacer algo tan íntimo”, lanzó.

El gran final

Tras más 2 de horas de actuación, el cierre llegó pasadas las 4 (la Sole se fue de la Plaza cerca de las 6 tras la demorada conferencia de prensa) con todos los invitados que quedaban (ni Pintos ni Rojas) cantando a dúo con el público Luna tucumana. Hubiera sido el final perfecto, salvo para una parte del público que quería más. Ya fuera de programa, le ofrecieron un popurrí bien festivo. En resumen, una celebración emotiva y merecida, aunque tal vez un poco excesiva en tiempo y detalles para un festival en como Cosquín. ¿Hacía falta la alfombra roja para los invitados?

Así arrancó

La cuarta luna había comenzado con la despedida del Ballet Camin, las necesarias impresiones de Horacio Banegas sobre la música santiagueña, el sentido homenaje de Los Carabajal a Guarany y el comprometido mensaje de Che Joven con Rubén Patagonia y Brunos Arias como invitados. Pero la Sole lo había acaparado todo.

Los tres momentos

Pintos, lo más esperado. “Nos juntamos a ensayar y al final solo hablamos”, dijo Soledad como para justificar algunos desacoples de su juntada con Abel Pintos. Igual, el público pidió otra y ellos les dieron el gusto. Máxima ovación.

Dúo natural. “Muchas de estas cosas no están ensayadas”, advirtió Soledad antes de invitar a unas de las voces más dulces del folklore. Raly Barrionuevo entró solo con su guitarra y la trajo un rato a tierra con una versión de Luna cautiva que salió muy natural por cierto.

Las lágrimas de la agasajada. Cerca del final y después de recibir el reconocimiento de Cosquín, le entregaron el disco de Oro que la Sole decidió obsequiarle simbólicamente a su padre. «Por insistir tanto», le dijo antes de derramar las primeras (y únicas) lágrimas de la noche.

Las perlitas

El ¿humor? del Chaqueño. Palavecino entró con unas copas de vino para brindar con la cantante de Arequito y dar paso luego a un homenaje a otro de los referentes de ambos, Horacio Guarany. “Yo les decía a los changuitos que hagan algo para pararla, que la embaracen”, recordó El Chaqueño queriendo ponerle un poco de picor, pero Soledad no se quedó callada. “Ni así me pudieron parar. ¿Cómo se llama la publicidad que hacés ahora?”, le retrucó haciendo referencia al comercial de gaseosa por la que el cantor salteño viene recibiendo algunas cargadas.

El cruce que no fue. Los que esperaban su reunión con sus excompañeros (algo que se había rumoreado en el comienzo de la noche) se quedaron con las ganas, ya que Los Nocheros llegaron un rato más tarde (La Mora) y Rojas ya no estaba en la plaza. En la previa, había dicho que no tendría problemas en cantar con ellos, aunque parece que los peros vinieron del otro lado.

Andrés Fundunklian/LA VOZ

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