Desde sus primeras apariciones en público, durante la asunción presidencial de Dilma Rousseff, en 2011, Marcela acaparó la atención de la prensa y provocó las reacciones más dispares tanto por su belleza como por sus comentarios.
En medio de una crisis política sin precedentes en un cuarto de siglo en el país, que terminó con la separación del poder de Rousseff y la asunción del hasta entonces vicepresidente Temer, Marcela volvió a levantar polémica.
Un reportaje de la revista Veja que la definía como «bella, recatada y del hogar» desató mordaces críticas de organizaciones civiles y grupos feministas por la visión conservadora y machista del papel de la mujer que traslucían sus comentarios.
La nueva primera dama brasileña asume que sus días se centran en el cuidado de su hijo, de seis años, de su esposo y en las tareas del hogar.
Marcela Temer «aparece poco, le gustan los vestidos a la altura de las rodillas y sueña con tener otro hijo con el vicepresidente», señalaba la revista, cuyo reporte recoge EFE.
Rápidamente se multiplicaron las comparaciones con Rousseff, que cuenta con un pasado de militancia política que la llevó a la cárcel y la tortura en su juventud.
La experiencia de Marcela es muy distinta. Estudió en un colegio de Paulinía -a unos 500 kilómetros de San Pablo- y con 19 años, en 2002, consiguió el título de Miss de la ciudad y de «vice-Miss San Pablo».
Trabajó como modelo y como recepcionista en un diario local hasta que conoció a Temer en un asado organizado por afiliados al Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), y un año después, en 2003, se casaron en una ceremonia íntima. Ella tenía 20 años y él 63.
En 2009 estudió derecho en una universidad de San Pablo pero, según explicó a medios locales, no realizó el examen final por el nacimiento de su hijo, Michelzinho.
Cuando Temer, líder del PMDB, llegó a la vicepresidencia acompañando a Dilma en 2011, se instalaron en el Palacio de Jaburu, en Brasilia, después de una profunda reforma.
La hoy primera dama, que se tatuó el nombre de su esposo en la nuca cuando comenzó su relación, se muestra en un discreto segundo plano en los actos públicos, aunque eso no evita que se convierta en blanco de las revistas del corazón.
Ajena a los comentarios sobre la diferencia de edad con su marido, asegura que esa circunstancia «no es obstáculo». «Es como si Michel tuviera 30 años, suena gracioso pero es así», declaró.
La pareja parece vivir uno de sus mejores momentos, a juzgar por el reportaje de Veja, que reveló cómo el vicepresidente agasajó a su joven esposa hace unos meses reservando un exclusivo restaurante de San Pablo solo para «Mar» y «Mi», como al parecer la familia se refiere a Marcela y Michel.
La pasión de Michel por «Mar» lo ha inspirado incluso para lanzarse a escribir poemas.
«Llamas de fuego, ojos brillantes, labios rojos, un incendio, toma cuenta de mí, de mi mente, de mi alma, de todo. En brasas, mi cuerpo, incendiado, consumido, disuelto. Finalmente quedan cenizas que esparzo en la cama», la endulzó Temer.
Quizá, con sus nuevas responsabilidades en medio de un huracán político y económico y con los Juegos Olímpicos en puertas, Temer ya no tenga tanto tiempo para dedicarse a la poesía.
Fuente: Telam