La última vez que se vieron fue el sábado 4 de junio. Esa noche, Mauricio Macri y Marcelo Tinelli cenaron hasta entrada la madrugada junto a sus mujeres, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, e Isabel Macedo, en el departamento del conductor en el barrio porteño de Palermo. Fue la velada en la que el empresario anunció a través de su cuenta de Twitter el casamiento del salteño con la actriz. «!Qué vivan los novios! El 15 de noviembre estaremos en Salta», escribió.
El Presidente y Tinelli habían sellado una tregua, a pesar de los constantes roces en torno a las elecciones en la AFA, el debut de Showmatch y el retorno del humor político y de viejas rencillas que cada tanto vuelven a florecer. En el fondo -aunque no tanto-, lo de Macri y el conductor, confesos amigos (Guillermina Valdés y Awada trabaron hace tiempo una íntima relación), es un constante tironeo de poder que se tensa con la misma facilidad con la que se afloja. Según sus entornos, aquella noche fue la última charla profunda entre ambos.
«Hoy estaba cansado. No iba a venir. Les iba a decir ‘sigan disfrutando del Bailando’ y después vine. Estoy un ratito y me voy», disparó primero el conductor, el más influyente de los comunicadores, en la apertura de su programa el lunes pasado en alusión a Macri y los festejos por el Bicentenario. Y siguió: «Pasamos un fin de semana hermoso, Aldo Rico desfilando, el Presidente cansado, después fue un rato a los actos…». Ácido, remató con el brutal aumento de tarifas. «Igual, no hay tarifazo porque hoy quedamos que es el 400 por ciento y nada más… eso no es tarifazo», arremetió ante dos cifras de puntos de rating, tras más de un mes de tensa calma.
Al mensaje del animador le siguió una escalada de furia twiterra, según él provocada por fanáticos militantes oficialistas motorizados por los operadores de redes sociales de Cambiemos. El Gobierno salió a despegarse: «No tenemos trolls, ni los tendremos», dijeron desde la subsecretaría de Vínculos Ciudadanos, quien maneja la acción del Gobierno en las redes sociales.
«Cuando parodiamos a Cristina y a José López tirando bolsos nos insultan los miliantes K, y cuando hacemos a Macri en calzoncillos y nos metemos con las tarifas nos putean los del PRO», confían muy cerca de Tinelli. «Al final son lo mismo», razona el conductor en la intimidad y afirma que su quejas fue hacia los fanáticos y no contra el Gobierno. Sin embargo, en la Casa Rosada se sintieron tocados. La noche del lunes, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se intercambió varios mensajes con el vicepresidente de San Lorenzo para desentenderse del hostigamiento virtual.
Aunque en los pasillos de Ideas del Sur aseguran que «todo se trata de humor político», las críticas del animador lejos están de ser casuales; al menos así lo ven ciertos dirigentes políticos y del fútbol y, en especial, en el Gobierno. Tinelli arrancó la semana con crudeza hacia la Casa Rosada justo en los días previos a la votación de la Superliga en la AFA, impulsada hace meses por él junto a un puñado de dirigentes y aprobada el martes pasado en el predio de la AFA en Ezeiza luego de semanas de idas y vueltas. El visto bueno a la nueva estructura del fútbol argentino no es otra cosa que la renegociación de los millones que el Estado destina a los clubes bajo el paraguas del programa Fútbol Para Todos, hoy administrados por Macri.
Durante todo el año, la relación entre el jefe de Estado y el conductor de Showmatch estuvo cubierta por un manto de sospechas por los vericuetos de la AFA, el sillón más preciado por Tinelli y vigilado celosamente por el Presidente. Más de un mes y medio atrás, días antes de la última cena compartida con el futuro matrimonio salteño y tras meses de recolección de voluntades y revisión de estatutos, el empresario se bajó de la elección de la AFA luego de que algunos clubes le quitaran su apoyo. Según él, la mano negra provenía de Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors, del riñón presidencial y operador judicial de la Casa Rosada.
«Angelici es Macri», razonan con buen tino en el entorno del copropietario de Ideas del Sur. Desde el Gobierno, sin embargo, son bastante más ambiguos: aseguran que no siempre «Angelici es Macri» y que la lógica de los dirigentes del fútbol no es tan lineal como la de la política. Traducido: «Los deseos del ‘Tano’ no siempre son los de Macri». En las oficinas de la calle Olleros no creen semejante ingenuidad.
La avanzada del camionero Hugo Moyano, otro de los popes del fútbol argentino, ahora casi aliado de Angelici, trastocó sin embargo el esquema deportivo del Gobierno, que ahora, y desde hace ya varias semanas, no reniega de la posibilidad de que Tinelli se alce con la presidencia de la Superliga.
Paradójicamente, Macri y el animador volvieron a reencontrarse en marzo por el negocio del fútbol luego de no pocos meses de frialdad producto de la política. La relación había «entrado a boxes» -en Casa Rosada también apelan a la jerga automovilística- hacia fines del año pasado tras el cierre de la campaña presidencial en Showmatch, en la que Daniel Scioli se paseó por el estudio de Ideas del Sur. El animador bromeó con el candidato K frente a cientos de miles de televidentes al borde de la veda electoral. El entonces jefe de Gobierno porteño no ocultó sentirse molesto por el favoritismo hacia el ex gobernador bonaerense. «Marcelo jugó para Scioli», recuerdan ahora en un importante despacho del primer piso de la Casa de Gobierno. «Y encima perdió», enrostran con maldad. Es que si cerca del Presidente consideran que Tinelli es «inestable» o «ciclotímico», por esta costumbre del empresario de cachetear y acariciar y viceversa, en el entorno del conductor creen que Macri es «resentido». Invocan por lo bajo las raíces calabresas, bien italianas, del jefe de Estado. Tinelli, dicen, es bastante más pragmático.
El encargo de acercar posiciones hacia fines de marzo fue Fernando Marín, coordinador del Fútbol Para Todos. Reunió al Presidente y al animador en Olivos, que limaron asperezas durante más de una hora, aunque no hubo promesas. Días antes, Tinelli había encarado un primer acercamiento en un restaurante de la Recoleta con el jefe de Gabinete y Fernando de Andreis, secretario General de la Presidencia y tutor del FPT. De Andreis y Peña no suelen ser, sin embargo, interlocutores del copropietario de Ideas del Sur. El que sí fatiga con más frecuencia los despachos de la Casa Rosada es Fabián Scoltore, mano derecha del animador. El martes, en medio de los dardos del vice de San Lorenzo contra el tarifazo, Scoltore, un perseverante de los contactos políticos, visitó casualmente algunos despachos de Balcarce 50. Tiene fluida relación con el ministro Rogelio Frigerio y Mauricio Colello, secretario General del Ministerio del Interior.
Porque más allá de los vaivenes en la relación Macri – Tinelli, hay vínculos comerciales que se mantienen indemnes. Desde hace ya un par de años el Banco de la Ciudad de Buenos Aires es el principal sponsor de San Lorenzo. El contrato con el club es el más alto del rubro para el banco porteño, que empezó a apoyar a los de Boedo con Macri como jefe de Gobierno. Bastante por encima del Independiente de Moyano, que también es sponsoreado por la entidad.
Otra vez afloje y tensión
Después de la reunión de Olivos, con Marín de testigo, Tinelli se fastidió por la negativa de Macri de participar en la apertura de Showmatch. Sí fue de la partida Horacio Rodríguez Larreta, de estrecha vinculación con el conductor.
«No nos pone nerviosos, nos reímos cuando vemos al imitador de Mauricio», aseguró el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, en el programaLa Quinta Pata de la Televisión Pública a mediados de semana. El conductor retuiteó con signos de aplausos las declaraciones del ministro reproducidas por Infobae. «Mauricio es muy cercano, es un amigo», les dijo a su círculo íntimo. No miente. Forma parte, ni más ni menos, que de una discusión de poder entre dos viejos conocidos. «Con Néstor tuve buena relación, con Cristina no hablaba, y con Mauricio somos amigos desde hace muchos años«, así define su círculo íntimo la relación de Tinelli con los ex presidente.
En Casa Rosada lo siguen con atención, pero le quitan dramatismo. Arguyen por lo bajo que ya no hipnotiza como antes. «Vamos a seguir haciendo humor político, así midamos 11 o 30 puntos de rating», responde Tinelli entre sus íntimos. Tras una semana cargada de nerviosismo, en el Gobierno y en las oficinas de Olleros le bajan el tono a las disputas, atravesadas para colmo por diversos actores e intereses. Pero se desconfían. Ciclotimia pura: a veces hasta se relamen con la desgracia ajena.
El jueves, un asesor presidencial mostraba con sorna la página 2 del diarioClarín de ese día: según el matutino, la noticia más leída del día anterior en el sitio web del multimedios para el que también trabaja Tinelli había sido la reproducción de las duras críticas del periodista Jorge Fernández Díaz hacia el conductor en los micrófonos de Radio Mitre.
«Les digo a los intolerantes que aunque nosotros no hagamos humor, las noticias van a seguir ahí. Tienen que cambiar las noticias, no el humor«, disparó el conductor frente a más de 8 millones de seguidores en la red social. Al fin y al cabo, el también tiene el micrófono.
Fuente: Infobae