Tarzán, la historia del niño blanco que fue criado por monos de la selva africana y sobrevivió para contarlo, regresa una vez más a la pantalla grande, esta vez en 3 D, dirigida por David Yates, quien estuvo detrás de las cámaras en las últimas cuatro entregas de Harry Potter.
En esta oportunidad es el sueco Alexander Skarsgård quien se pone el austero traje de Tarzán –abandona el taparrabos y se calza unas bermuditas–, acompañado por dos consagrados de Hollywood: Samuel L. Jackson y Christoph Waltz, ganador de dos premios Oscar por Bastardos sin gloria y Django sin cadenas. Junto a ellos está Margot Robbie (El Lobo de Wall Street), quien interpreta a una Jane activa y valiente, que no se queda atrás a la hora de ponerle el cuerpo a los desafíos de la selva y los malvados.
Apenas conocido para el público argentino por su participación en la serie de HBOTrue Blood, Alexander Skarsgård llegó a Buenos Aires para promocionar La leyenda de Tarzán en la previa al estreno de este jueves. Sentado junto a los afiches promocionales de la película, este sueco de casi dos metros de altura parece algo alejado del gigante de manos enormes que se enfrenta al ejército de mercenarios que conduce León Rom (Waltz). En el camino que recorrió desde los sets de filmación a esta gira promocional por la Argentina se observa que quedaron unos cuantos kilos de la masa muscular que debió ganar a fuerza de sobrealimentación y gimnasio.
Pero no sólo su cuerpo se modificó desde que le propusieron interpretar a John Clayton, Lord de Greystoke. Todo a su alrededor es diferente, aunque el hombre se muestre sencillo. “Acabo de llegar de Estocolmo, donde viví el estreno en Suecia como una verdadera fiesta familiar con mis padres y mis hermanos. Para mí es increíble interpretar al héroe de la juventud de mi papá”, dice durante la charla.
Skarsgård no parece un actor de esos que crecieron soñando con ser un superhéroe de la pantalla y así lo expresa, tanto cuando se refiere a sus gustos como cuando analiza las características del director de la película. “Me gustan las películas pochocleras –dice– pero me gustan el arte, las historias y los personajes con profundidad. Esos que permiten que uno pueda conectarse con ellos de modo que a los espectadores les importe si viven o si mueren”.
El sueco se mantiene en esa línea cuando se refiera al rol de David Yates en esta, su primera superproducción alejada del mundo de Harry Potter. “David ya demostró que puede hacer aventuras y obras grandes, pero yo personalmente era fan de sus obras más íntimas y más centradas en los personajes que hizo para la televisión inglesa. Si hubiese sido simplemente una película de acción no me hubiera interesado, francamente”, aseguró.
También planteó que la historia le interesó porque es distinta a todas las que se hicieron desde que Edgar Rice Burroughs creó el personaje en 1914: “Es un viaje inverso que empieza con Lord Greystoke regresando a la selva. Ya no es el hombre mono, es alguien que toma el té con el primer ministro y eso resulta una manera inteligente de encarar la historia”, analiza.
Viaje al Congo
La leyenda de Tarzán se inicia con el avance de los hombres de León Rom, al servicio del Emperador Leopoldo II de Bélgica, en la selva del Congo. Los temibles mercenarios son derrotados por el jefe Mbonga (Djimon Hounsou, Gladiador y Diamantes de sangre), quien para perdonarle la vida le exige al temible Rom que le lleve a Tarzán para cobrarse una venganza.
Lo que sigue entonces es una operación diplomática de los belgas para que el Lord de Greystoke acepte la invitación de Leopoldo para regresar un tiempo al Congo. Allí aparecerá el estadounidense George Washington Williams (Samuel L. Jackson), interesado en viajar con Tarzán, pero para desenmascarar los planes esclavistas de los belgas, cuya masacre fue estimada por algunos historiadores en más de 10 millones de vidas humanas.
VOS le preguntó a Alexander Skarsgård si observaba alguna intención política asimilable a los tiempos actuales en esta suerte de misión de observadores internacionales que encaran un enviado del gobierno de los Estados Unidos y un integrante de la realeza británica.
“La gente no sabe del genocidio que hizo el Rey Leopoldo ni del daño a los animales y la naturaleza. Es una oportunidad de hacer brillar una luz y mostrarlo. Ese trasfondo a través de los ojos de John nos muestra lo que esa gente le hizo al país. A pesar de que fue hace más de cien años y que la esclavitud fue abolida, sigue existiendo un prejuicio respecto de los aborígenes, hay una prevalencia del imperialismo”, expresa sin prisa ni pausa mientras apoya la taza sobre la mesa.
“También hay que considerar la manera en que tratamos a los animales y el daño que le hemos hecho a la madre tierra”, completa.
La leyenda de Tarzán marca el ingreso de Skarsgård a las grandes ligas. Seguramente a partir de ahora ya no será extraño verlo trabajar junto estrellas de la talla de Samuel L. Jackson y Christoph Waltz.
“Cuando supe que Christoph, quien ganó dos Oscar, había pedido el personaje de Rom y que Samuel sería mi compañero, me entusiasmé. Durante el mes de ensayos que compartimos en Londres pude relacionarme con ellos y comprobar que son personas normales, muy generosas y para nada intimidantes”, asegura.
La evolución tecnológica le permitió a Warner Bros rodar la película en sus estudios londinenses, con exteriores filmados alrededor del Reino Unido. Tanta modernidad le impide al protagonista imaginar cómo sería rodar en escenarios reales como los que puede ofrecerle Sudamérica “En una semana estaré en la selva del Amazonas y eso me entusiasma porque mi vida en este último mes transcurrió en aeropuertos y hoteles de lujo, tomando té en tazas con reborde de oro. Será un hermoso contraste dormir bajo las estrellas. Después de eso sabré si puedo filmar en la selva o si me siento mejor en Londres, con el hotel al lado”, concluye con una sonrisa.
Un rey muy correcto
El nuevo Tarzán se ajusta tanto a los manuales de la corrección política que desborda demagogia. En la nueva versión del rey de la jungla no hay margen para quedarse en la comodidad de un palacio londinense porque a miles de kilómetros hay vidas que salvar.
Jane es esposa y compañera de aventuras, dispuesta a arriesgarse por las mismas causas. Pone el alma, pero también el cuerpo sin mostrar ninguna clase de debilidad, lejos de cualquier parámetro machista de principios del siglo XIX.
Atrás quedaron las versiones que interpretaron Johnny Weissmüller en 1932 o Ron Ely en la serie de televisión de NBC que se vio en la Argentina durante la década de 1970, donde el protagonista apaleaba pitones y degollaba cocodrilos sin culpas conservacionistas.
La leyenda de Tarzán
Dirección: David Yates. Con: Alexander Skarsgård, Samuel L. Jackson, Margot Robbie. Christoph Waltz. Se estrena el jueves 21 de julio.
Fuente: la Voz dl Interior