La Zona Cero o la «representación de lo impensable»

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Foto Web

Miles de personas se acercan cada día a conocer el lugar o a dejar flores y estampitas encajadas en el nombre de alguna de las víctimas, grabados a fuego en las interminables placas de bronce negro que rodean las fuentes de agua, centro neurálgico del Memorial y Museo Nacional del 11 de Septiembre.

A pesar de lo concurrido, el espacio logra transmitir algo de intimidad en medio de la ruidosa ciudad: el bosque de árboles que rodea las pileta, junto con el sonido del agua que cae de manera continua, entibian la atmósfera para los familiares de las víctimas, que en muchos casos nunca han hallado restos para sepultar.

Las piletas, construidas en los dos agujeros que quedaron en la tierra tras el derrumbe de las Torres Norte y Sur, forman parte de un proyecto que también incluye el Museo del 9/11, la nueva estación de trenes Path, y otros cinco rascacielos de los cuales sólo uno fue terminado: el One World Trade Center, o Torre Freedom, de 1.776 metros de altura, una cifra simbólica que hace referencia al año de la independencia de Estados Unidos.

En lugar de levantar paredes para tapar los agujeros que quedaron en la tierra tras la destrucción de las torres, los ganadores del concurso para la construcción del Memorial y el Museo se propusieron justamente lo contrario: construir un monumento que marque la ausencia generada por la destrucción.

El arquitecto israelí estadounidense Michael Arad trabajó en eso junto al paisajista estadounidense Peter Walker, quien centró sus esfuerzos en el diseño del bosque que rodea a las piletas, cuyo principal tesoro es un peral que estaba enterrado bajo los escombros y que fue recuperado dos meses después carbonizado.

El peral fue salvado y de sus nuevas ramas hicieron otros árboles que fueron plantados junto con algunos robles blancos de California seleccionados en viveros de Washington y Pensilvania.

El Museo, cuyo exterior y pabellón de ingreso fue diseñado por el estudio noruego Snohetta, parece un vidrio incrustado en la tierra que, con sus paneles de cristal, permite el ingreso de luz hacia las profundidades del edificio, donde están expuestos muchos de los hallazgos posteriores a los atentados.

Los siete niveles inferiores, construidos contra la pared que contuvo el río Hudson el día de los ataques, fueron diseñados por el estudio estadounidense Davis Brody Bond (DBB), quienes han descrito como un «proceso de revelación progresiva» el descenso de los visitantes hacia los distintos niveles subterráneos.

Para la construcción se utilizaron algunos cimientos de las Torres Gemelas originales, entre ellos dos vigas de acero que se extienden desde el último subsuelo hasta el pabellón de ingreso, restos de la estructura exterior de las torres e incluso una placa de acero del punto en el que el vuelo 11 de American Airlines se estrelló contra la Torre Norte.

Uno de los sectores está dedicado a los objetos personales hallados entre los escombros, entre ellos un par de zapatos de taco amarillos, el armazón de unos lentes, objetos de oficina, un teléfono celular, un traje de bombero, e incluso unas pantuflas de American Airlines, posiblemente provenientes de uno de los aviones siniestrados.

En el nivel más bajo del museo hay un camión de bomberos aplastado por una escalera, una parte de la antena de la Torre Norte, y la llamada «Última Columna», un elemento de acero de casi 11 metros que fue el último en ser retirado del lugar.

Una de las historias más recordadas de los días posteriores al ataque es la del hallazgo de dos vigas de acero que formaban una cruz y se convirtieron en una especie de templo que, pese a la oposición de grupos ateos, fue incorporada al Museo luego de que un tribunal se pronunciara a favor de incluirla por considerar que la estructura forma parte de la historia del lugar.

La novedad de este aniversario, el número 15, es la recuperación de una bandera de Estados Unidos izada en la Zona Cero el 11 de septiembre de 2001, cuya imagen se convirtió en ícono de la resistencia de Nueva York a los atentados islamistas de aquel día.

La bandera es conocida por una fotografía que dio la vuelta al mundo. En la imagen se ve a tres bomberos alzando la bandera en medio de las ruinas de las Torres y fue tomada por el fotógrafo Thomas E. Franklin, quien días atrás reveló que su foto no era sobre la bandera, sino sobre los rescatistas y bomberos que la izaron.

El presidente del Museo, Joseph Daniels, celebró que se haya recuperado la pieza y contó que «al no tener esa bandera como parte del museo», siempre le pareció «que faltaba algo».

Para este aniversario, el Memorial y Museo Nacional del 11 de septiembre inaugura una importante exposición titulada «Representación de lo impensable», en la que 13 artistas expondrán sus obras realizadas a partir de documentos comerciales recuperados entre los escombros, transmisiones radio, videos y pinturas.

Fuente: Telam

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