La increíble transformación de un ex participante de «Cuestión de peso»

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Lejos quedó el Alejandro Gerez que se hizo conocido en los medios por su participación en Cuestión de Peso, en el año 2012. Hoy, cuatro años más tarde y 70 kilos abajo, es profesor de Educación Física y su vida dio un giro de 180 grados. El joven contó a Teleshow cómo hizo para lograr su cambio.

Alejandro había entrado al reality de El Trece a los 20 años, con 140 kilos (previo a su incursión en la tele había bajado 20). Al salir del show había logrado bajar otros 50 kilos, sin embargo, el efecto rebote fue inmediato y fue eso lo que llevó a buscar un cambio más radical que perdurara en el tiempo.

«Me empecé a preguntar por qué pasaba esto. Entonces hice un tratamiento con una psicóloga especialista en adicciones», contó el ahora profesor de Educación Física. En aquel momento pudo comprender que su problema pasaba más por el lado psicológico que el alimenticio.

«Canalizaba las emociones  con comida. Pude entender el por qué de la obesidad y del descargo. Pude bajar de peso y me empecé a meter en el deporte. Arranqué a estudiar, hice el profesorado de Educación Física, cursos de nutrición deportiva, entrenamiento, funcional». Sobre su rotundo cambio, agregó: «¡Nunca me imaginé que iba a dar clases, tenia 160 kilos, creía que me iba a morir pronto». En un momento de su vida, su peso afectó su salud y tuvo diabetes y artrosis en las rodillas.

¿Qué lo llevó al cambio? «Entendí que el alimento no era un descargo sino algo indispensable para vivir, esta bueno verse al espejo para empezar a entender».

En su tratamiento psicológico realizó varios ejercicios, uno de ellos, recordó, consistía en enfrentarse durante 20 minutos a un plato de comida y pensar si era eso era un alimento. «Trabajé la seguridad propia y entendí que el valor está en uno», agregó.

Su peor momento

Desde chico Alejandro sufrió obesidad y también tuvo que lidiar con las presiones y prejuicios tanto de afuera como de su círculo íntimo. Además, la falta de información respecto al tema no ayuda: «Se escucha que el que es gordo lo es porque le gusta comer y no es por eso, es por las emociones. Si hay alguien gordo lo llevan al nutricionista, que te da un papel con lo que tenés que comer y te cita a los quince días».

«Desde mi infancia siempre tuve sobrepeso, de lo único que tengo recuerdo es de que me llevaban al nutricionista, me puse semillitas y estuve internado, pero es algo de la cabeza. Mi papá gastaba plata en productos light pero yo a escondidas con un peso me compraba alfajores. Era mucha presión, pasé mucha discriminación en la escuela, siempre era el gordo, incluso en mi familia, mi papá me decía que era un ‘gordo de mierda’, me escondía para comer y ellos creían que la forma era mandarme al nutricionista», recordó.

El tema continúa siendo tabú en la sociedad: «Hay mala información sobre tratamientos, sobre todo en lo que respecta a la obesidad infantil. Lo primordial saber cómo se siente la persona y trabajar con los padres que están a cargo. Es una cosa psicológica, todos sabemos que vas al nutricionista y te da un papel y te dice que en quince días te ve, sólo miran definiciones».

Su peor momento fue cuando se fue de la casa de sus padres: «Llegué a pesar 180 kilos. Trabajaba doce horas en una zapatería, llegaba de noche y comía cualquier cosa, hasta que decidí hacer algo por mi vida porque me di cuenta que era algo que no podía controlar. Vi la publicidad de Cuestión de Peso y lo sentí como una salvación».

El día a día

«Es como la droga o alcohol, cuanto más te lo sacan mas lo querés. Hoy después de cuatro años puedo mantenerme, es una lucha diaria, no te curas nunca, si yo no soy consciente me como un kilo de helado, hoy tengo la suerte de tener la habilidad de preguntarme antes de un atracón cómo me siento. Nadie se cura, simplemente se aprende a controlarlo, el gordo va a estar siempre, la diferencia es elegirlo», explicó y reconoció que es muy difícil controlarse.

El día a día no es fácil, ya que cada vez que va a un lugar tiene que controlarse, «no me puedo relajar porque así le doy lugar al gordo», explicó Alejandro que en el deporte, encontró un gran aliado: «Disfruto dar clases, correr».  Además, afirmó que no vive a dieta, sino que intentas buscar cosas sanas.

Con 85 kilos, es insistente a la hora de asegurar que su cambio «fue por la cabeza y no desde la parte física» y que fue su psicóloga quien lo ayudó y no los nutricionistas, con los cuales ya está «negado».

Además de dar clases de spinning en Rock Cycle, tiene alumnos particulares y coordina grupos de obesidad: «Ayudo a ver cómo empezar y encarar este problema y les hago un seguimiento sobre cómo cuidarse. También les sugiero que hagan un tratamiento psicológico».

¿Sus 85 kilos son cómo él pesaba que serían?

«Cuando era gordo pensaba que ser flaco iba a ser la felicidad absoluta y la realidad es que cuando llegue a ser flaco arrastraba un montón de problemas que exteriorizaba con la comida , me fue difícil aceptarme. Trato de entender que no se baja de la noche a la mañana».

Un mensaje

«Que sigan, que si quieren hacer un cambio lo van a lograr, pero es fundamental saber que tenemos un problema y pedir ayuda y ver a un profesional, que no siempre es un nutricionista. El cuerpo da alertas. Preguntate por qué realmente sentís que no podes avanzar, el principal objetivo es elegirse».

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