Decenas de miles de surcoreanos llenaron este sábado las calles de Seúl en una de las mayores manifestaciones antigubernamentales celebrada en décadas, exigiendo la dimisión de la presidente Park Geun-hye, implicada en un sonoro escándalo.
Los organizadores aseguraron haber reunido a un millón de personas -260.000 según la policía- en esta manifestación, la tercera de una serie de protestas semanales contra Park, que lucha por su supervivencia política.
Las autoridades desplegaron 25.000 policías en la capital para bloquear los accesos a la Casa Azul, la sede de la presidencia.
Se acusa a Park Geun-hye de haberse dejado influenciar por una consejera en la sombra, Choi Soon-sil, que habría aprovechado su cercanía con la mandataria para extorsionar a grandes conglomerados industriales, como Samsung, obligándolos a ingresar importantes sumas de dinero en fundaciones creadas por ella.
Pero la opinión pública también quiere saber si Choi se implicó en asuntos de Estado y tuvo acceso a documentos confidenciales, a pesar de que no ejercía ningún cargo oficial.
Como en las anteriores manifestaciones, la multitud era muy heterogénea: alumnos de instituto, jubilados y jóvenes parejas con hijos. «Park Geun-hye debe dimitir porque no cuidó de nuestro país», dijo Pak Ye-na, de 11 años.
Al ritmo de los tambores, los manifestantes, que sujetaban velas y banderas con mensajes contra Park, cantaban eslóganes para pedir la dimisión de la presidente mientras desfilaban de forma pacífica.
La protesta comenzó a las 16:00 locales (07:00 GMT) ante el Ayuntamiento de Seúl, y tenía previsto dirigirse hacia la Casa Azul. A última hora, la justicia ordenó a la policía que levantara algunas barreras, pero los manifestantes no deberían poder acercarse a más de un kilómetro de la residencia presidencial.
Decenas de miles de personas se desplazaron a Seúl en autocar y en tren para participar en la manifestación.
«Ayer fue nuestro aniversario de boda, pero anulamos nuestro viaje de aniversario y vinimos a Seúl porque pensamos que es lo más importante para nuestra hija», contó Cho Joo-pyo, que recorrió 200 kilómetros con su marido y su niña de dos años desde Jeonju, al sur de la capital.
La presidente intentó en vano apaciguar a la población, pidiendo disculpas varias veces, despidiendo a altos responsables y aceptando incluso renunciar a algunas de sus prerrogativas. «Sus disculpas no tienen sentido. Tiene que irse», afirmó Cho Ki-mang, un manifestante de 66 años.
Park reconoció ser responsable del escándalo que implica a Choi Soon-sil, su confidente desde hace 40 años, por haber sido «negligente» y estado poco alerta debido a la amistad que las unía.
A principios de noviembre, las autoridades detuvieron por fraude y abuso de poder a Choi, a la que algunos medios apodan «Rasputina» -en alusión a Rasputín, el místico que ejerció una gran influencia sobre el zar Nicolás II de Rusia a principios del siglo XX.
Los fiscales que investigan el caso de corrupción interrogaron este fin de semana a Kwon Oh-joon, el presidente del mayor productor de acero surcoreano, Poscol, y a un responsable de Samsung.
La mayoría de los expertos consideran que Park logrará superar el escándalo y llegar al final de su mandato de cinco años, en 2018, aunque su autoridad y su capacidad de gobierno podrían quedar muy disminuidas.
La manifestación de este sábado es una de las mayores que se registran en Corea del Sur desde las grandes protestas prodemocráticas de finales de los años 1980 y principios de los 90.