Cuba y la Unión Europea firmaron este lunes en Bruselas un Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación que pone fin a la restrictiva Posición Común de 1996 y representa la plena normalización de sus relaciones diplomáticas.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, quien defendió ante sus homólogos europeos el derecho de un país a elegir su sistema político y la no injerencia, subrayó que el Acuerdo «continuará para enriquecer una relación histórica y culturalmente intensa» con Los 28.
«Hoy en día reconocemos que hay un cambio en Cuba y queremos acompañar ese cambio económico y social», dijo, por su parte, la jefa de la diplomacia europea Federica Mogherini antes de la firma del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación. «Damos vuelta a la página y hoy empezamos a escribir juntos un nuevo capítulo», agregó.
Con la firma de este pacto, la UE pondrá, a su vez, fin a la llamada Posición Común de 1996, que vincula la cooperación europea a «mejoras de los derechos humanos», al tiempo que busca «favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista».
En el marco de esta política, Los 28 llegaron a suspender incluso temporalmente en 2003 la cooperación con la isla comunista tras el encarcelamiento de 75 disidentes cubanos, liberados posteriormente.
Para sacar adelante el acuerdo ha sido necesario dar garantías a los países más reticentes, como Suecia o la República Checa, de que los derechos humanos seguirán siendo un asunto central en la nueva relación.
«No se da un cheque en blanco a Cuba. Ya sin las restricciones de la posición común -que condicionaba las relaciones a la democratización y los derechos humanos en la isla-, se seguirá avanzando en la relación según los progresos en Cuba», indicaron fuentes diplomáticas, que reconocieron que «las sanciones no conducían a nada».
Este acuerdo con Cuba, el único país de América Latina con el que la UE no tenía un acuerdo bilateral, busca respaldar el «proceso de transición de la economía y la sociedad cubanas» y promover tanto el diálogo y la cooperación en favor del «desarrollo sostenible, la democracia y los derechos humanos», como acciones conjuntas en foros multilaterales, según Bruselas.
La UE quiere acompañar los cambios económicos y sociales que ha iniciado la isla, que en paralelo ha emprendido la normalización de sus relaciones con los Estados Unidos tras más de 50 años de enfrentamiento, pese a que el bloqueo económico estadounidense sigue en pie y la elección de Donald Trump como próximo presidente arroja incertidumbre sobre el proceso.
El acuerdo también culmina un cambio progresivo en la relación de la UE con La Habana, después de que retomaran el diálogo político y la cooperación en 2008 tras la llamada Primavera Negra de 2003. Entonces, el régimen cubano encarceló a 75 opositores, lo que llevó a la Unión a imponerle sanciones, y a Cuba, a rechazar su ayuda al desarrollo.
Superada esa política que La Habana no reconocía, el Acuerdo será el nuevo marco jurídico bilateral para las relaciones.
A finales del 2014 Cuba comenzó la normalización de relaciones con los EEUU, un proceso que entra en un período de incertidumbre
Estructurado en tres capítulos principales, el primero impulsará el diálogo político en derechos humanos, armas de pequeño calibre y el desarme, migración, drogas, la lucha contra el terrorismo o el desarrollo sostenible.
El segundo versará sobre cooperación en políticas sectoriales: de nuevo derechos humanos, gobernanza, sociedad civil, desarrollo social y económico, medio ambiente o colaboración regional.
El último capítulo abordará el comercio y la cooperación en aduanas, facilitación del comercio, normas técnicas o el comercio y la inversión sostenibles.
A pesar de no tratarse de un tratado de libre comercio ni de protección de inversiones, creará «una atmósfera más predecible y transparente para los agentes económicos» e «incrementará su capacidad económica para producir, comerciar y crear empleo», según la UE.
La Unión es el principal exportador a Cuba y su segundo socio comercial (por detrás de Venezuela), además de ser también el mayor inversor extranjero en el país y el punto de origen de un tercio de los turistas que recibe.