Jorge Almirón, entrenador del último campeón del fútbol argentino, Lanús, comentó este martes que le gustaría formar un cuerpo técnico junto con «algún DT de experiencia», aunque reconoció la complicación de su deseo «por el ego» que existe en el ambiente del fútbol.
En el marco del ciclo de entrevistas «Charlas de Juego», el técnico de Defensa y Justicia, Godoy Cruz de Mendoza e Independiente consideró que en el exterior «pasa lo mismo» y lamentó como «una verdadera picardía» la resistencia de sus colegas a conformar equipos de trabajo.
– Télam: ¿Por qué le gustaría implementar equipos de trabajos mixtos entre jóvenes y grandes?
– Almirón: Porque creo que sería lo mejor para todos pero lo que sucede es que depende de la aceptación de las partes. No sé si un entrenador de enorme trayectoria aceptaría integrar mi cuerpo técnico y lo entiendo. En mi caso me gustaría tener a Ramón Cabrero aunque es imposible por mil motivos y no principalmente el ego, ya que nos da una gran mano con sus consejos desde a fuera en el rol de coordinador de las Divisiones Inferiores.
– ¿Entonces qué lo frena?
– Si el día que yo me vaya de Lanús me lo llevo a Ramón, que es un emblema del club (fue campeón del Apertura 2007), me matan. Además, es todo un tema para personas grandes pensar en el trajín diario de pasar de un lado al otro, de vivir de un país en otro, y demás. Entonces creo que es un combo el que imposibilita mi deseo.
– ¿En el exterior es similar?
– Y…es bastante celoso el trabajo del entrenador, no se comparte demasiado y es muy complicado que se abran para darte el conocimiento. La verdad es que también a veces me pasa: trabajo todo el tiempo para armar mis cosas y que venga uno a pedírtelo te genera cierto recelo. Sin embargo, en otros países se aprovecha la experiencia de los entrenadores con trayectoria de alguna manera u otra, el mejor ejemplo es lo que sucede en Europa, aunque acá se los deja de lado.
– ¿Se siente parte de una camada de nuevos entrenadores?
– Sí, puede ser. Lo mío se dio cierta manera repentina tras mi retiro, a los 37 años, me tocó conducir a mis ex compañeros en México y la experiencia fue positiva. Y así se dieron las cosas, ya que al tiempo se me abrieron las puertas de Argentina con Defensa y Justicia y posteriormente Godoy Cruz, donde hicimos una buena campaña y con un juego importante, y eso me permitió hacerme conocido.
– ¿Hay un recambio generacional de técnicos en el país?
– A ver…lo que pasa es que hay una gran calidad de entrenadores en Argentina, al punto que aquellos que se mencionan como viejos han hecho enormes trabajos en sus equipos, y los jóvenes cambiaron bastante también la forma de jugar y hay que saber llevarlos para evitar la famosa brecha generacional.
– El cambio no se da solamente en los rostros, sino también en los materiales que los rodean, ¿cómo se usa el avance de las tecnologías en los cuerpos técnicos?
– Las ofertas tecnológicas que aparecen hoy son muchas y si se aprovechan de gran manera te pueden dar demasiado. En la actualidad los planteles cuentan con más jóvenes, a diferencia de antes, entonces tenemos que adaptarnos al día a día de ellos. En mi caso da la casualidad que en Lanús pasa al revés, tengo un plantel con líderes que orientan a los chicos, y me encanta que así sea.
– ¿Reconoce futuros técnicos en el plantel de Lanús?
– Sí, hablo largo tiempo con los más grandes, que se involucran en cada detalle, me preguntan en las tomas de decisiones y se forma un gran diálogo con ida y vuelta. Por ejemplo, a Maximiliano Velázquez, Agustín Pelletieri, Iván Marcone, Diego Braghieri, José Sand y al ‘Laucha’ Acosta les encanta, ven casi todos los partidos de fútbol y en varias ocasiones están en detalles finos que te sorprenden.
– ¿Cómo maneja su ego en esos momentos?
– Sinceramente, a mí me favorece, me encanta el fútbol, al punto que estaría hablando todo el día, así que amo que vengan a preguntarme cosas. Yo me pongo al nivel del jugador porque nunca lo voy a dejar de ser, más allá de que saben que soy la autoridad, y cuando me cuestionan algo les pido que me argumenten para armar el debate.
– ¿Puede marcar un límite sin autoritarismo?
– La verdad es que no me sale la personalidad autoritaria, suelo ser cercano al futbolista y converso todo lo que quieran del juego pero las decisiones las tomo yo, a pesar de que suelen enojarse cuando los sacás. Es obvio y lo comprendo porque fui jugador. Simplemente les digo que los entiendo, siempre y cuando esté dentro del respeto.
– Yendo al semestre pasado cuando fueron campeones, ¿cuál es la clave?
– El torneo pasado cuando salimos campeones los que estuvieron afuera apoyaron, transmitieron todo el tiempo y nos dieron una enorme ayuda. Ahora pasa lo mismo.
– ¿Por eso se ocupan más del que no juega?
– El que entra siempre está contento, pero afuera suelen estar otros 12 profesionales, que son importantes para potenciar al plantel. ¿Cuándo se sienten importantes? En los días de entrenamientos aunque luego quieren sumar minutos y están tristes por la proyección lógica que cada uno tiene como profesional, es una labor muy de equipo, y no se ve.
– En el plano de lo táctico, ¿qué lo lleva a ser ofensivo y proponer siempre?
– Todo tiene mucho que ver, si me voy de Lanús y me contrata después de un tiempo sin trabajar un equipo con la urgencia de salvarse del descenso, bueno en ese momento observaré los jugadores que tengo y ahí tomaré la decisión. Lleva un lapso para convencerlos a los futbolistas que podés salir jugando por abajo o arriesgar, una palabra que lleva cierto miedo.
– ¿Qué siente cuando una jugada que arranca por abajo o después de tantos toques termina en gol?
– En mi caso voy siguiendo la jugada, los circuitos y mientras veo cómo tocan les marco ciertas cosas para estar acomodados dentro de la cancha aunque cuando termina adentro me siento súper satisfecho porque sé lo que sienten los chicos y nunca dejaré de ser jugador. Igual la realidad es que en los partidos no me escuchan casi nunca, ja.
– ¿Cuántas opciones trabaja para evitar la presión en la salida?
– Depende mucho de los rivales, de los entrenadores y de los futbolistas que te salen a apurar. Por ejemplo, si no están habituados o concentrados los rivales, salís por el medio, o si pueden quedar mano a mano en la marca le tirás un pelotazo largo y cruzado, y así hay variantes para todas.
– ¿Se adapta a lo que hay enfrente?
– En muchas ocasiones debo hacerlo. De hecho, con los mismos jugadores podés cambiar el sistema con un posicionamiento distinto, unos metros más o menos adelante y atrás. Por eso todos los equipos son diferentes y los pedidos de los entrenadores, que están muy marcados, y no todos los partidos son iguales.
– ¿Eso lleva a la gran paridad del fútbol argentino?
– Sí, sin dudas. Acá son competitivos y es una consecuencia que se nota en el roce físico constante. En Europa, los jugadores son más posicionales y técnicos, allá casi no dan patadas y por ende roban una pelota y salen con todo atacando. Las transiciones en uno y otro fútbol claramente no se pueden comparar. El mejor ejemplo es cuando vuelven los jugadores a Argentina o las Eliminatorias, cambia todo: una patada, un choque o un cruce distinto. Les cuesta adaptarse.
– ¿La buena transición le brindó un plus al Lanús campeón?
– Sí, es una de nuestras principales armas, tanto a la ida como a la vuelta, al punto que hemos sido la valla menos vencida. Ahora se nos complica porque los rivales se nos meten atrás, tanto los grandes como los chicos, nos pasó con Boca en la Copa Argentina, íbamos ganándole y nos esperaba en el medio pero es respetable.
– ¿Cómo hacer para que las transiciones no se vuelvan en un golpe por golpe?
– Cuando llegué al club me preocupaba la velocidad del ataque nuestro, que llevaba a Lautaro Acosta a correr 30 metros y cuando tiraba el centro no tenía a nadie en el área porque no lo alcanzaban. Para resolverlo busqué que no se vuelva continuo y repetitivo ese mecanismo porque se nos lesionaba el ‘Laucha’ y el resto no participaba del juego, así que le bajamos un cambio al equipo y ahí hicimos un click.
Fuente: Telam
