Las formas de celebrar el carnaval y otros momentos destacados de la tercera luna en Cosquín 2017

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«Hoy la luna está destinada a carnavalear hasta que amanezca», presagió el maestro de ceremonias Claudio Juárez en un pasaje de su arenga inicial, esa que sonó más agitadora que nunca en lo que va de este Cosquín 2017. Y cuanta razón tenía, ya que la tercera luna de este Cosquín 2017 arrancó con la fiesta de Los Tekis y cerró cerca de las cuatro con la de Sergio Galleguillo.

En el medio, afortunadamente, hubo también otras propuestas en las que los matices y las palabras con peso fueron protagonistas como la de Mariano Luque, los Tucumanos o el Dúo Nuevo Cuyo, por nombrar sólo algunas.

La noche arrancó con la representación del Himno a Cosquín a cargo de los ballets Esencia de mi Pueblo y José Hernández y su homenaje a los maestros y referentes de la danza folklórica argentina. Enseguida, un sonido estruendoso conmocionó a la Próspero Molina ocupada en un poco más del 60 por ciento.

Sí, eran Los Tekis que salieron con los tapones de punta y su infalible batería de efectos de alto impacto. Fuego, visuales llamativas y papel picado, sumado a los temas que el público quiere escuchar y bailar (Señora chichera, Viva jujuy, Arde la ciudad, Vienes y te vas) dieron como resultado un combo muy eficaz.

El problema del grupo jujeño sigue siendo lo conceptual, ya que por tirar toda la carne al asador se les termina arrebatando un poco y pierden consistencia, como cuando tocan los cajones en medio de un bailecito. Igualmente, a su público poco le importan estos detalles y en este caso lo demostraron agitando durante toda la hora de la presentación, la más larga de las aperturas hasta aquí.

Bien plantada

La que demostró gran personalidad después del huracán teki fue Milena Salamanca, en una tarea para nada sencilla. Hasta proyectó un mensaje de Soraya Maicoñia, una de las referentes de la comunidad mapuche Pu Lof en Chubut, que denunció una brutal represión policial hace algunos días. El cierre fue con la numerosa agrupación de aerófonos andinos dirigida por Mauro Ciavattini, en uno de los momentos más impactantes de la noche.

«Juntarnos es el camino» comenzó cantando Lucho Hoyos como una verdadera declaración de principios para presentar la propuesta denominada Tucumanos que compartió junto a Juan Quintero, Claudio Sosa y Topo Encinar. «No fue difícil porqué a los cuatro nos gusta el repertorio del otro, tal vez nos faltó tributar a otros tucumanos que nos marcaron», explicó Quintero en la conferencia. Ojalá haya próxima vez o alguno sea convocado por su proyecto. El momento más logrado llegó en el final, con Cañaveral de Juan Falú y Marcos Taire.

Mención aparte para Daniel Orellano, el rosarino no vidente y ganador del Pre Cosquín como Solista Vocal Masculino. Con su gran carisma, levantó a la plaza que se quedó pidiendo otra. Lucrecia Rodrigo también dejó una buena impresión en su debut sobre el Atahualpa Yupanqui. La pampeana radicada en Córdoba ofreció una de las pocas muestras de música surera que habrá en esta edición, con una huella y un triunfo incluidos en disco Natural. En el medio sonó la chacarera-himno Cuando me abandone el alma, con los precisos recitados de Ramiro González, el riojano que está programado para el sábado.

Cosechó lo que sembró

Otro riojano y también afincado en Córdoba, ratificó lo que había insinuado el año pasado. Mariano Luque, de él se trata, presentó temas de su buen disco Cosecha: recordó al Obispo mártir Enrique Angelelli, cantó una chacarera (de los cumpas) con Hernán Bolleta, la copla chancada con su apasionada coterranea Marta Chancalay y demostró que es posible resignificar la chaya con Fusil de coplas, dedicada a los mapuches, contra el desmonte y acompañado por Paola Bernal y Rubén Patagonia. Dijo todo lo que tenía que decir y la plaza se lo reconoció.

«Somos dos guitarras nomás… Hay que volver a acostumbrarse a escuchar así un poco», dijo una de las partes del Dúo Nuevo Cuyo que trajo algunas de esas tonadas y cuecas que tanto le hacen falta al festival. Luego, Brisas del Norte fue un buen prólogo para la fiesta chayera de Galleguillo, quien acompañado de su enérgica banda, se dio el gusto de cantar temas en otro registro así como también de tocar en dos ocasiones su caballito de batalla, El camión de Germán. La plaza festejó todo como la primera vez y la celebración fue completa.

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