Una de las históricas máximas sobre Cosquín es que el Festival es mucho más que lo que ocurre en el escenario de la Plaza Próspero Molina. Esa afirmación se refrenda cada año al recorrer sus calles por las que brotan los artistas callejeros, sus balnearios y sus patios repletos de guitarreadas espontáneas y claro, sus peñas, en las que se cocina esa suerte de festival paralelo en la que cada público tiene su lugar.
La recomendación boca a boca sigue siendo uno de los recursos más utilizados a la hora de decidir qué peña visitar. En épocas de bolsillos apretados, es muy probable que no haya posibilidad de visitar más de una por noche. Es que si sacáramos un promedio a ojo, la entrada ronda los $100, el locro $90, una parrillada para dos $170 y las empanadas entre $15 y $20 por unidad. Y para regarlo, un vino arranca en los $90 (por $120 se puede tomar uno de buena calidad y termina siendo lo más rendidor) y el fernet en vaso grande entre $130 y $150. Igualmente, con las noches calurosas de esta edición, la cerveza (entre $90 y $130) parece ser lo más elegido.
La recorrida comienza en La Salamanca (Tucumán esquina Catamarca), que a la hora de la gastronomía sigue siendo imbatible. La carta es muy completa y la atención, también para destacar. Se puede pedir desde un pastel de quinoa hasta un matambrito de cerdo con papas, platos muy poco usuales para el circuito peñero. Mientras tanto, se escuchan números de gran calidad como el tucumano Lucho Hoyos o la cautivante Luciana Jury. Más tarde, se arma el baile aunque el espacio para mover los cuerpos es bastante reducido.
Además de la danza, hay algo fundamental en el contexto de las peñas y ello es la relación que se genera con los artistas tanto por la cercanía física como espiritual. Este fenómeno se cristaliza de mejor manera en El Sol del Sur, la peña de Paola Bernal y compañeros, que este año representa una de las grandes novedades. Tras estar ausente en la pasada edición, se mudó a la Sociedad Española (Gerónico y las vías), un lugar emblemático por el que pasaron con sus respectivas peñas, desde Ica Novo hasta Los Copla y La Callejera con sus séquito de bailarines.
Al ingresar al salón, ya la propuesta es diferente al resto, ya que las muestras de fotos de Federico del Prado y Eduardo Fisicaro invitan a sumergirse en un microclima cultural que desemboca en la atrapante escenografía de Daniel Marín. En cuanto a la programación, sin duda es la más variada: desde los singulares anfitriones hasta grupos más cercanos a lo latinoamericano y el rock o el lujo de tener a la Orquesta Los Amigos del Chango generando su pequeña revolución en la madrugada del lunes (grilla completa acá). Aquí no hay prejuicios ni rótulos que valgan y eso se celebra. Para completar el combo de sol a sol, antes del anochecer hay feria y espectáculos con entrada sin cargo.
En esa misma sintonía, el clásico Patio de la Pirincha repite su saludable iniciativa de encuentros musicales y presentaciones desde la tardecita. Como la celebración de la obra de Raúl Carnota presentada por su hija Guadalupe que ya pasó o las sorpresas que vendrán hasta el domingo. Un lugar para descubrir.
Otra peña que muestra novedades es la Fiesta del Violinero de Néstor Garnica en el amplio salón del club Tiro Federal. Tras ingresar, un livincito y barra de tragos invitan a relajarse bajo las estrellas. Ya adentro, hay un puesto de remeras santiagueñas que marcan un poco el espíritu del lugar. Además de la presencia diaria del dueño de casa, para los próximos días se anuncia a Peteco Carabajal y El Indio Lucio Rojas.
Volviendo una cuadras, en el Salón de Convenciones, se encuentra una de los dos peñas «oficiales» de esta edición, que lleva el nombre de Horacio Guarany y cuenta con la entrada más barata ($50). La otra es la modestísima La Gauchada, frente a la Próspero Molina. Alrededor de la Plaza está la mayor oferta y con un denominador común: tablones, luces blancas y clima familiar. Allí están la de Emerger con su buena gastronomía, La casa del Chaco con Coco Gómez y sus chacareras del monte sonando hasta en la calle, El Aljibe, la de Los Ranqueles y La Taba en el legendario Club de Ajedrez.
Un poco más alejadas, están la de Facundo Toro (Perón al 500), con la entrada más cara ($150) pero uno de los mejores sonidos y números convocantes (Galleguillo está el jueves), la de ceibo en la clásica Confitería Real y la Peña del Pueblo de Maxi Banegas (Club Independiente), que tuvo a El Polaco cantando a la misma hora que la última banda de Farías Gómez embrujaba El Sol del Sur. Contrastes de este Cosquín.
Fuente: vos