La primera alcaldesa transgénero, en un condado ultraconservador

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Desde 1994 Johnny Hamm fue elegido una y otra vez como alcalde del pequeño pueblo de New Hope, en Texas. Su nombre estaba en las boletas electorales de mayo de 2016 y recibió 84 de los 138 votos. Pero Hamm había muerto dos días antes de las elecciones, por un episodio cardíaco que meses antes le había hecho delegar su cargo en el alcalde interino, Jeff Herbst. La muerte inesperada de Hamm hizo que Herbst volviera a asumir en medio de un proceso personal de gran importancia: su cambio de género. Con el nombre de Jess, publicó una carta abierta a sus casi 700 gobernados:

«Como alcalde debo hablarles de algo que ha estado en mí desde mis recuerdos más tempranos. Soy transgénero. Hace dos años, con el apoyo de mi esposa, mis hijas y mi yerno, comencé una terapia de reemplazo hormonal. En el momento no me imaginé que tendría el cargo de alcaldesa, pero aquí estoy.

Sé que las personas transgénero están saliendo a la luz en nuestra sociedad, y hemos dado grandes pasos en los últimos años. Famosos como la medallista olímpica Caitlyn Jenner o Laverne Cox del programa Orange Is The New Black, y programas como Transparent, permiten que la sociedad por fin tenga una oportunidad de ver y comprender quiénes somos».

Con esas palabras en la página de internet del gobierno de New Hope, el 31 de enero de 2017 Jess Herbst se convirtió en la primera funcionaria transgénero que se reconoce como tal en la historia de Texas. Y en el condado de Collin, una de las áreas suburbanas más conservadoras del estado, donde el presidente Donald Trump obtuvo una ventaja de 17% de los votos.

La decisión no le resultó fácil. «Me llevó 50 años tan sólo salir de la casa vestida de mujer. Y seis años más para decidir un cambio definitivo», escribió en su sitio personal. «Dos años después de haber comenzado mi tratamiento hormonal, finalmente he decidido decirle a todo el mundo. Lo he hecho, pero no ha sido instantáneo».

Con el apoyo de su esposa y sus hijas

Según su página de internet New Hope, en el condado de Collin, Texas, no fue más que una escuela y una iglesia para los granjeros de zona. Hasta la década de 1960 no contaba con 100 habitantes —en 2016 se estimaban en 670—, pero entre ellos estaba la familia de la esposa de Jess Herbst, quien se crió en la misma granja donde la alcaldesa y su familia viven desde 1999. «Es la identidad de género, no la preferencia sexual, lo que me incumbe. Amo a mi esposa, y ella me ama, no tenemos intención de cambiar», agregó en la carta. «Mis hijas han sido mis defensoras inflexibles y están orgullosas de decirle a la gente que su padre es transgénero».

El 7 de noviembre, en la entrada «Un cambio para mejor» de su blog, ella se disculpó por no haber escrito durante varios meses. «Hasta este verano fui, en el mejor de los casos, una persona de medio tiempo. Mantuve mi personalidad masculina para el trabajo, la política local, el comercio cotidiano y las compras. Si tuviera que arriesgar, diría que mi tiempo fue 70% masculino y 30% femenino», escribió.

Herbst contó que durante esas vacaciones había ido a Europa y había llevado más ropas de mujer que de varón, y que las cosas habían ido muy bien. Al comenzar el otoño, de regreso en el pueblo y en su trabajo, no podía dejar de decirle a todo el mundo que era transgénero.

«Su aceptación inmediata y su entusiasmo en general fueron sorprendentes. Al día siguiente Recursos Humanos cambió con gusto mi nombre y mi foto para mi credencial. No me he vuelto a disfrazar de hombre desde entonces».

En otra entrada de su página, en la cual sintetizó su vida, escribió que su primer recuerdo de haber deseado usar ropa de mujer data de cuando tenía tres años. A lo largo de su infancia lo cumplió algunas veces; en particular le gustaba un vestido de su madre: «Me quedaba como una carpa, pero no me importaba. Sabía que si alguien me veía, me lo tendría que quitar. Con el tiempo mi mamá se cansó de esa ‘locura’ y comenzó a cerrar su dormitorio con llave».

Luego irían a consultar a un psiquiatra. Pero sus sentimientos nunca cambiaron, escribió: «Mi amiga solía decir ‘No es un resfrío, no se te va a pasar’. Sabía lo que quería así que tuve una larga conversación con mi esposa y ella aceptó que probara algunos cambios». Comenzó así el tratamiento hormonal. Su trabajo en informática hizo que Herbst tuviera un acceso temprano a internet y descubriera en la comunidad en línea que su temor a la singularidad era infundado: «No sólo me familiaricé con la terminología, sino también con el hecho de que había muchas, muchas más personas como yo allí fuera».

Una nueva manera de vivir

En su página hay una sección de fotos dividida en dos: «Quien soy ahora», «Sólo alguien que supe ser». En la primera parte se ve a una mujer rubia con el pelo largo, siempre bien arreglada; en una imagen tomada en un espejo, escribió: «Ahora me veo. Por fin reconozco que la cara en el espejo soy yo». En la segunda parte hay un niño rubio que se convirtió en un hombre con anteojos y barba candado, que participó del Tour de France y vistió ropa de gala masculino. «Siempre he sido la misma persona por dentro, pero para mí es importante que la gente me perciba como yo misma me percibo», escribió.

Back Camera

«Las cosas han progresado muy bien. Ser Jess se ha integrado completamente a mi vida cotidiana. He sobrellevado mi miedo y mi aprensión, he podido hacer en mi vida como Jess todo lo que podía hacer como Jeff», escribió. En lugar de un secreto oscuro, se convirtió en una ventaja, comparó.

En la carta abierta a los ciudadanos de New Hope explicó también que en su vida profesional sus clientes han sido muy comprensivos; no obstante, sabe que a veces lleva un tiempo aceptar los cambios. Le pasó con sus hermanos y sobrinos, que tardaron en comprender su cambio de género. «No soy especialmente sensible al pronombre con que la gente se dirige a mí», escribió. «Uso el nombre de Jess, un cambio sencillo a partir de Jeff».

Ahora que vive como mujer, cumplirá con sus obligaciones de alcaldesa como tal, prometió. Invitó a sus gobernados a visitar su blog, donde documentó el proceso de su decisión y su experiencia como transgénero. Parte importante de esa experiencia es que hoy cree que tardó demasiado en dar el paso: «Cuando pienso en todos los años que me preocupé, en todos los problemas que imaginé que iba a encontrarme, cuánto me equivoqué el entender la verdadera recepción pública, no puedo creer cuánto tiempo me reprimí. Ya está. Ahora estoy en una nueva etapa de mi vida. He avanzado hacia una manera completamente nueva de vivir».

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