«¿Cómo puede un sacerdote, al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a causar tanto mal? ¿Cómo puede haber consagrado su vida para conducir a los niños a Dios y terminar en cambio devorándolos en lo que he llamado ‘un sacrificio diabólico’, que destruye tanto a la víctima como a la vida de la Iglesia?», se preguntó el Papa en el prólogo que escribió para el libro «Padre mío, te perdono», en la que Pittet cuenta los abusos que sufrió en la diócesis alemana de Friburgo.
En ese marco, Francisco recordó que «algunas víctimas llegaron a suicidarse», por lo que afirmó: «Estos muertos pesan en mi corazón, en mi conciencia y en la de toda la Iglesia».
«A sus familias ofrezco mi sentimiento de amor y de dolor y, humildemente, pido perdón. Se trata de una monstruosidad absoluta, de un pecado horrendo, radicalmente contrario a todo lo que Cristo enseña», agregó en el prólogo escrito tras conocer a Pittet en el Vaticano hace dos años.
Asimismo, el Papa pidió que la Iglesia «cuide con afecto particular a los más débiles e indefensos».
«Agradezco a Daniel porque testimonios como el suyo derriban los muros de silencio que sofocaban los escándalos y sufrimientos, hacen luz sobre una zona terrible de sombra en la vida de la Iglesia», destacó el pontífice argentino Jorge Bergoglio.
En ese sentido, añadió: «Abren el camino a una justa reparación y a la gracia de la reconciliación, y ayudan a los pedófilos a tomar conciencia de las terribles consecuencias de sus actos».
Fuente: Telam