«Sentí un dolor grande cuando pusieron a un represor como jefe del Ejército»

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Marcela Brizuela, madre del soldado Alberto Agapito Ledo, cuestionó que el kirchnerismo haya designado como jefe del Ejército a César Milani. El militar, quien días atrás fue detenido por secuestros y torturas durante la última dictadura, también está acusado por la desaparición y muerte de Ledo.

«Siempre tuve esperanzas de ver a Milani preso», dijo Brizuela. «Tenía este presentimiento. Espero que la Justicia de Tucumán proceda de la misma manera», agregó.

Luego enfatizó: » Yo luché y no voy a abandonar la lucha. Él siempre tuvo protección, tuvo muchos amigos pero con la verdad se llega lejos y así crié a mis hijos».

“Él siempre tuvo protección, tuvo muchos amigos pero con la verdad se llega lejos”, dijo
en declaraciones en Intratables por América, la señora de 86 años sostuvo que Milani «siempre dijo que todo esto de mi hijo era un invento, que no conocía a mi hijo y que alguien no había pagado plata por hacer esto» y añadió: «Nosotros no bajamos los brazos. Yo pensaba encontrar a mi hijo con vida, nunca pensé que podía haber desertado. Tengo muchas pruebas de eso. Fue reconocido por muchos testigos de las atrocidades que había cometido».

«Me acuerdo de Kirchner, que bajó los cuadros de Videla y de otros asesinos. Y yo sentí un dolor grande cuando pusieron a un represor como jefe del Ejército», planteó.

A su lado, Graciela, hermana del soldado desaparecido, explicó sobre la detención del ex Jefe del Ejército: «Vivimos esto con satisfacción y vemos que nuestra lucha de 40 años va teniendo un poco de luz en un camino muy oscuro».

Sobre las quejas presentadas por la abogada de Milani acerca del lugar de detención, afirmó que «él se queja sobre donde está detenido pero es el mismo lugar donde estuvieron, en muchas peores condiciones, sus víctimas».

En relación a la desaparición de su hermano señaló que «lo tenían marcado por su militancia estudiantil» y remarcó que «la causa estuvo cajoneada».

Consultada sobre el cobro de la reparación económica a las víctimas del terrorismo de Estado aseguró: «No cobramos nada por la muerte de mi hermano. No hay dinero que pague una vida. Esa reparación era para taparnos la boca porque para aceptarla, debíamos firmar el acta de defunción», finalizó.

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