Christophe Krywonis: «La comida es la adicción más jodida, pero la voy a vencer»

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Christophe Krywonis saltó a la fama por su personaje de jurado rígido en MasterChef . Amante de la cocina, el francés disfruta no sólo de preparar platos, sino también de comer.

Aunque se cuida, su profesión muchas veces atenta sin quererlo contra su salud y es por eso que este verano, tras un viaje a su país natal, fue a Córdoba a iniciar un tratamiento para bajar de peso. En diálogo con Teleshow, habló de la lucha contra la obesidad, la televisión, el amor y la situación política de Francia.

Antes de terminar el 2016, Christophe viajó a Europa a reencontrarse con amigos, y también con la cocina de su país: «Me emocioné mucho con la gastronomía. Volví con ganas de cocinar como me gusta, sencillo, honesto, para compartir, me reencontré con mis raíces y con el placer de comer».

Luego de su viaje, en el que la comida fue protagonista, el cocinero regresó a Argentina y estuvo en Córdoba, en la Posada del Qenti, realizando un tratamiento para bajar de peso, tal cual lo había hecho en el verano anterior: «Hay que cuidarse mucho, yo sé de qué hablo, tengo el problema de que me gusta lo que cocino. La moderación es importante, no tengo vicios pero la comida me puede siempre, serenarse es importante».

Para él, es necesario que cada uno conozca sus propios límites para controlarse, aunque su trabajo muchas veces hace que todo sea más complicado. Entiende que se trata de una lucha constante y que «siempre hay que insistir y pensar en cuidarse».

«La comida es muy jodida, tenes adicción a la bebida, dejás el alcohol, tenés adicción al cigarrillo, lo dejás, las drogas, el sexo… el sexo es más complicado,  pero con la comida, ¿cómo hacés. Hay que comer, es fundamental. Yo considero que es la adicción más jodida, pero ya la voy a vencer», aseguró.

Si bien el año pasado había llegado a bajar una cantidad considerable de kilos, en marzo una neumonía lo mantuvo a dieta estricta por un mes, por lo que cuando volvió a sentirse bien se «desbandó», como él mismo define.

Claro que la adicción a la comida no es un hecho aislado y es por eso que confiesa que «hay preocupaciones mayores» y que seguramente condense en la alimentación todas sus inquietudes personales.

Aunque seguro candidatas no le falten, Christophe está solo «pero realmente muy bien» y asegura que tampoco está buscando el amor: «Cuando me toque a la puerta alguien que me guste lo voy a saber, no es algo que me preocupe, tengo mis nietos, mis hijas. Si surge bien, sino también».

Indudablemente, para conquistarlo una mujer tiene que saber cocinar: «En todo momento la cocina seduce a la gente, se lo digo a todos, ¡cocinen! Se aprende.  También suman la elegancia, la femineidad, el encanto, la contención. El ingrediente infaltable es la admiración».

Este 2017 Christophe formará parte de una nueva temporada de Dueños de la cocina, en Telefe, además de un proyecto en Internet que aún no puede adelantar. ¿Cómo lo trata la televisión? «Todo lo que tiene que ver con los medios es pan para hoy y hambre para mañana, lo disfruto, pero no estoy un año y la gente ya no se acuerda de mí. Mientras dura aprovecho pero no me olvido que soy cocinero y no personaje de la televisión».

A pesar de su personaje de «malo» en los realities que realizó, encontró una persona que lograba ablandarlo, Elba, la ganadora de la primera edición de MasterChef: «Quién no se enamora de ella, de su forma de ser, es una persona muy querible y para admirar. Era un alma especial, con una estrella. Seguimos en contacto, hablamos poco, pero hablamos».

Si bien está en el medio, Christophe prácticamente no mira tele: «Cuando empecé a trabajar en televisión compré una tele, dije, ‘no puedo ser tan necio’. Pero la verdad es que me deprimen los noticieros, no miro noticias y los programas tipo magazine los miro poco y nada. Voy a Internet directamente».

Respecto a las noticias, el cocinero analizó la realidad de su país, no demasiado alentadora: «Argentina tiene sus problemas, pero en Francia no está todo tan maravilloso. A nivel social no creo que estemos tan bien, hay mucha gente quejándose».

En los últimos tiempos, varios atentados sacudieron su país, cosa que aún estando a kilómetros, le hizo muy mal: «Cuando pasaron las imágenes del camión en Niza apagué, porque no es sostenible para mí. Pero no es sostenible lo que veo en Niza, ni lo que pasa en Siria, soy muy sensible en estas cosas», recordó y agregó: «Los gobiernos hacen lo que quieren, me duele que maten a Nisman, pero me duele más que el día que mueren cuatro chicos de hambre en Salta esté en la página 32 del diario y no en primera plana. Pero la vida es injusta, lo aprendí con el tiempo, es más impactante el atentado en Niza que mil muertos en Siria. En Francia somos cuna de los derechos humanos, pero también somos guerreros. En todo el mundo pasan cosas, qué se puede decir contra la locura humana, no soy especialista en el tema. Es duro y me impresiona ver a amigos franceses diciendo ‘basta, es hora de reaccionar’. Hay un terrorismo que hay que combatir y nosotros seguimos allá, ¿por qué? ¿porque hay intereses comerciales?».

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