El caso es conmovedor, pero Amy le suma talento. Es que en la nota sacó a relucir su pluma. La protagonista de esta historia de película es la autora de más de 30 libros infantiles y de sus memorias.
«Llevo un tiempo intentando escribir esto, pero la morfina y la falta de hamburguesas jugosas (creo que ya van cinco semanas sin comida de verdad) me han dejado sin energía y han interferido con lo que me queda de capacidad de prosa», comienza Amy.
«Pero tengo que terminarlo ya porque tengo una fecha límite, una muy cercana. Necesito decirlo, y hacerlo bien, mientras tengo tu atención y cáncertodavía tengo un pulso. He estado casada con el hombre más maravilloso durante 26 años. Planeaba que fueran al menos 26 años más», agrega en el texto cragado de ironía.
La pesadilla de esta pareja comenzó en 2015, ella misma lo cuenta: «¿Quieren oír un chiste morboso? Una pareja casada llega a la sala de emergencias el 5 de septiembre de 2015. Unas horas y varios estudios después, el doctor les indica que el dolor inusual que siente la esposa en su costado derecho no es apendicitis, como pensaban, sino cáncer de ovario. La pareja regresa a casa el 6 de septiembre, y descubre en medio de la conmoción que ese día que supieron lo que se avecina también es el día en el que empiezan su vida como aves de un nido vacío. La menor de sus hijos acaba de irse a la universidad. Y tantos planes se desvanecen».
«Ya no habría viaje con mi esposo y mis padres a Sudáfrica. Ya no hay razón para buscar la beca de Harvard Loeb, ni para hacer ese viaje soñado por Asia con mi madre. Para qué pensar en intercambios laborales en India, Vancouver o Yakarta. No es coincidencia que las palabras cáncer y cancelar son tan similares».
En la nota – casi un aviso publicitario de su esposo- Amy asegura que es muy fácil enamorarse de él.
«Déjenme explicar: el mejor amigo de la infancia mi padre, el «tío» John, me conocía tanto a mí como a Jason desde que somos pequeños, aunque por separado, por lo que nunca nos habíamos encontrado. Fui a la universidad en la Costa Este estadounidense y luego me mudé a California. Cuando regresé a Chicago, John –quien pensaba que Jason y yo éramos perfectos el uno para el otro– organizó una cita a ciegas. Era 1989 y solo teníamos 24 años.
Tenía exactamente cero expectativas de que la cita sería provechosa. Pero cuando tocó a la puerta de mi pequeña casa, pensé: «Oh, no, esta persona es muy simpática. Para cuando acabamos de cenar, me quería casar con él. Jason llegó a la misma conclusión, un año después».
Ahora, 26 años después. Esta enferma terminal de cáncer decidió escribir un perfil detallado de su marido para que encuentra una nueva alma gemela:
Nunca he estado en Tinder, eHarmony ni nada así, pero voy a crear un perfil general de Jason, hecho a partir de mi experiencia con él tras 9490 días de vivir en la misma casa.
Empecemos por lo básico: mide 1,78 metros, pesa 72 kilos, tiene ojos color avellana y cabello entrecano.
Ahora va una lista de sus atributos, en ningún orden en particular, porque todos me parecen importantes:
Se viste bien. Nuestros hijos —que son adultos jóvenes—, Justin y Miles, a veces le piden prestada su ropa. Los que lo conocen o quienes llegan a avistar el espacio entre sus pantalones de vestir y sus zapatos saben que tiene un don para usar calcetas fabulosas. Está en forma y disfruta de ejercitarse.
Si nuestro hogar hablara, agregaría que Jason es asombrosamente habilidoso. Cuando se trata de comida… ¡wow, este hombre sabe cocinar! Después de un largo día no hay mayor regocijo que verlo cruzar la puerta con una bolsa del supermercado en las manos y me vuelve a conquistar con un aperitivo de aceitunas y algún queso que consiguió, en lo que cocina una cena.
A Jason le encanta escuchar música en vivo: es lo que más nos gusta hacer juntos. También debería de añadir que nuestra hija de 19 años, Paris, prefiere ir a un concierto con él que con cualquier otra persona.
Jason pinta. Amo sus obras. Lo llamaría un artista excepto que tiene una maestría en Derecho, lo que significa que está en su oficina de 9:00 a 17:00 la mayoría de los días. O, al menos, ahí estaba antes de que me enfermara.
Si buscas a un acompañante de viajes de ensueño y con un espíritu entusiasta, Jason es ideal. También le gustan las baratijas pequeñas: cucharas para degustación, frasquitos o una escultura miniatura de una pareja sentada en una banca, que me regaló como un recordatorio de cómo empezó nuestra familia.
Ese es el tipo de hombre que es Jason: llegó al ultrasonido de nuestro primer embarazo con flores. Es el tipo de hombre que, ya que siempre se despierta temprano, me sorprende los domingos en la mañana al hacer caritas felices con algo que se encuentre cerca de la cafetera: una cuchara, una taza, un plátano.
Es el tipo de hombre que sale de alguna tienda de autoservicio o gasolinera y dice: «Dame la palma de tu mano» y, voilà, aparece una bola de chicle colorida. (Ya sabe que me encantan todos los sabores excepto el blanco).
Supongo que ya saben suficiente sobre él como para darle «sí» a su perfil.
Esperen. ¿Ya mencioné que es increíblemente guapo? Voy a extrañar ver su cara.
Amy sabe que tiene poco tiempo. «Quiero tener más tiempo con Jason. Quiero tener más tiempo con mis hijos. Quiero tener más tiempo para disfrutar de unos martinis los jueves en la noche en el Green Mill Jazz Club. Pero eso no va a suceder. Probablemente, solo me quedan algunos días como persona en este planeta»
Entonces ¿por qué lo hace? Ella misma lo contesta: «Terminé de escribir esto en el Día de San Valentín, y el regalo más genuino (que no sea un jarrón miniatura) que puedo esperar darle es que la persona apropiada lea esto, busque a Jason y empiece otra historia de amor».
Infobae