Tras una semana conflictiva, el Gobierno teme una campaña electoral violenta

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Ya no sólo es el impacto de las cifras de pobreza del 32,9% que la Universidad Católica Argentina (UCA) dio a conocer esta semana lo que alertó los ánimos en el gobierno. En la Casa Rosada también empezaron a evaluar con marcada inquietud los reiterados hechos de violencia alentados por grupos opositores y sustentados en esos elevados niveles de exclusión social. Hay una señal alarmante en todo el espinel del gobierno: la hipótesis de que tarde o temprano los enfrentamientos callejeros puedan trasladarse a la campaña electoral que se avecina.

No será la primera y única vez en la sinuosa historia argentina que una campaña electoral se tiña de violencia. Pero esta semana el presidente Mauricio Macri vivió con mucha cercanía la violencia de las calles que resulta vertiginosa y por momentos imparable. Hay sectores del gobierno que intentan minimizar los hechos o trasladarlos exclusivamente a sectores ajenos a Cambiemos. Pero las postales están y son señales inequívocas de inquietud: el acto de la CGT que terminó con un atril copado por sectores inorgánicos de la cúpula gremial, grupos kirchneristas en las puertas de Tribunales que a la espera de la declaración judicial de la ex presidenta asediaron a la prensa o, simplemente, una marcha por el día de la mujer que terminó en pintadas y corridas de grupos minoritarios frente a la Catedral metropolitana.

El conflicto docente carece de hechos de violencia pero el gobierno nacional y bonaerense encarnan en la figura de Roberto Baradel todos los males de la política argentina.

Los allegados al Presidente atribuyen muchos de los recientes hechos de violencia al nucleo duro del kirchnerismo o a la izquierda extremista que busca «un mensaje desestabilizador», según refirió a Infobae un destacado funcionario del gobierno. Si esto fuera taxativo en el futuro inmediato, el escenario electoral podría ser peor: las pujas internas en el PJ bonaerense entre cristinistas y simpatizantes de Florencio Randazzo podrían escalar a mayores y el troskismo gremial podría desbordar a la superestructura de la CGT con un final incierto.

Un destacado dirigente del Frente Renovador que estuvo en la marcha de la CGT trata de separar los tantos: «Hubo un núcleo duro del kirchnerismo dispuesto a tomar el atril cegetista porque los líderes no respondían a las bases en el reclamo por poner una fecha del paro. Pero el malestar es más profundo y responde a un país que sigue semiparalizado», dijo.

No obstante, Sergio Massa ya envió un mensaje tranquilizador al gobierno: «nosotros no vamos a entorpecer la gobernabilidad».

En la Casa Rosada mascullan bronca. Aseguran que dos días antes del acto de la CGT algunos referentes del triunvirato gremial intercambió impresiones con varios ministros sobre una supuesta mejora de la economía y dio garantías de que la movilización sería pacífica. Nada de esto ocurrió.

El acto que el kirchnerismo instaló en Comodoro Py para alentar a Cristina fue otra señal de alarma para el gobierno. Si el piquetero intransigente de Luis D’Elía protegió a los movileros que cubrían el acto ante los gestos de violencia de los simpatizantes de la ex presidenta quiere decir que hay sectores aún más radicalizados en el PJ kirchnerista que están dispuestos a cualquier cosa, evalúan en el macrismo.

La campaña electoral está a la vuelta de la esquina y el gobierno no parece dar muestras de poder controlar la calle. ¿Podrá Macri apaciguar antes de octubre los ánimos de un país con un 32% de pobreza, con un parate en las fábricas y una inflación que sigue golpeando los bolsillos?

Hay muecas vagas para enfrentar la tormenta. Pero no alcanzan. Macri prometió a sus ministros que hasta el año que viene se frenarán los aumentos previstos en el transporte.

Hubo gestos para revitalizar el plan Procrear con la idea de reanimar el crédito hipotecario. Por ahora son promesas. En los hechos hay otras respuestas de la ciudadanía. El decreto que reglamentó la ley de emergencia social y que garantizará una inyección de 30.000 millones de pesos en el universo de la «economía popular» hasta 2019 no logró frenar la bronca piquetera. Los líderes de Barrios de Pie y la CCC harán cortes en todo el país el miércoles próximo.

«No vamos a reprimir la protesta como quieren algunos sectores duros del PRO», se atajó un ministro ante una consulta de Infobae. Simple: se repetirá la vieja receta kirchnerista de que las fuerzas policiales no intervienen la calle. Lilita Carrió alentó este estratagema. «Ellos buscan un muerto. No se lo vamos a dar», le deslizó al Presidente.

El Ministerio de Seguridad no está para dar demasiadas muestras de apercibimiento. Apenas pudo hacer un cordón con la Gendarmería, Prefectura y la Policia Federal para apaciguar el acto kirchnerista en Tribunales. La Plaza de Mayo quedó casi liberada de uniformados el día del desbande de la CGT. La cartera de Bullrich se encuentra sumergida en un mar de internas. Hace pocos días renunció a la Dirección de Inteligencia Criminal Santiago Tamagnone. Agitó severas críticas a la política de seguridad de la ministra. La puja entre Bullrich y su vice Eugenio Burzaco estalló en pedazos.

La campaña electoral no comenzó aun pero ya hay gestos de alerta sobre el ritmo vertiginoso que podrían tener los próximos meses del calendario proselitista.

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