Según una encuesta difundida en Viena este jueves, el 23 por ciento de los ciudadanos austríacos defiende posiciones autoritarias que incluso contemplan el abandono de la democracia, en tanto que un 43 por ciento favorece un «hombre fuerte» al comando del país de origen de Adolf Hitler.
La encuesta también revela que el desinterés o desprecio por el conocimiento de la historia tiene un grave peligro totalitario, señaló el historiador Oliver Rathkolb, asesor científico del sondeo encargado por el fondo estatal Zukunftsfonds, que enseña en la Universidad de Viena.
Un 55 por ciento de los menores de 35 años, que carecen de conocimientos históricos y tampoco aspiran a tenerlos, por lo que cree que el régimen nacionalsocialista no trajo solo cosas negativas a Austria. El porcentaje es el mayor de todos los grupos de edad, según el sondeo telefónico, relevado en febrero y marzo de 2017 a una muestra de 1.000 casos mayores de 15 años y que tiene un margen de error de +/- 3,1 por ciento.
«Es una cifra extremadamente elevada», explicó Rathkolb, que hace estudios históricos sobre la época nazi y promueve una sociedad tolerante y abierta.
En paralelo, se da una tendencia de desencanto con la democracia que vale no solamente para los electores de los extremos políticos, sino para un grupo a menudo silencioso o frustrado por la falta de perspectivas.
«La apatía política lleva a los sistemas totalitarios», opinó el experto. La tendencia también se ve reforzada por el deseo creciente de «legalidad y orden» que expresan los ciudadanos de Austria, país limítrofe con Alemania.
Para la inmensa mayoría de los austríacos, incluidos los partidarios del «hombre fuerte», la democracia sigue siendo la mejor forma de gobierno, pero en general ha perdido apoyo en los pasados 10 años, cuando solo el 14 por ciento pensaba en abandonarla.
Simultáneamente, un 61 por ciento de los 8,7 millones de austríacos aprueba una mayor dureza contra personas marginadas o aquellas que promuevan la violencia (frente al 53% en 2007).
Detrás de todo ello subyace el miedo, subrayó Rathkolb. «Muestra la preocupación de las personas de quedar marginadas en tiempos turbulentos», agregó.
La llegada masiva de refugiados de Medio Oriente y África de los últimos años alarmó profundamente a gran parte de la población austríaca, que pidió urgentes medidas para evitar lo que vivía como una invasión.
Austria fue anexada en 1938 a la Alemania nazi , que integró hasta la caída del régimen a finales de la Segunda Guerra Mundial.
El jefe del nacionalsocialismo, Adolfo Hitler, era austríaco de nacimiento, y contó siempre con grandes apoyos en Austria o en áreas germanoparlantes del antiguo Imperio Austrohúngaro, como los Sudetes checos.
Fuente: Telam