Abril arrojó la mejor medición sobre la marcha de la economía en casi dos años. La actividad se expandió 3,3% en términos interanuales según la estimación de la consultora que dirige Orlando Ferreres. Prácticamente todos los sectores tuvieron un buen mes, especialmente la construcción (impulsado por la obra pública), el campo y el sector financiero. Estos datos alientan la expectativa del Gobierno de acercarse a la meta de crecimiento establecida para este año: no será 3,5% como se estipuló en el Presupuesto pero todavía se entusiasman con rozar el 3%.
Pero la reactivación no es pareja y sigue sin notarse en el comercio, donde las ventas siguen frías. Y todo indica que el repunte será muy tímido a lo largo del año, incluso después de que se hayan cerrado las paritarias en la mayoría de los sectores. Esta suba salarial junto a una reducción de la inflación a partir de junio debería ayudar para mejorar la «sensación térmica» de la gente. Por lo pronto, en los despachos oficiales esperan que en mayo la inflación se ubique por debajo de 2% y que a partir de junio el nuevo techo sea de 1,5%.
La economía creció 3,3% en abril impulsada por la construcción y el campo. Pero las ventas minoristas siguen sin despegar.
En el ministerio de Hacienda sostienen que el ingreso disponible de las familias se encuentra en pleno proceso de mejora, aún cuando todavía no se recuperó todo lo perdido el año pasado. El boom de créditos personales, que muestran un crecimiento de 51% interanual como en las mejoras épocas del kirchnerismo, tampoco termina de reflejarse en mayores ventas.
¿Si es cierto que las familias tienen más plata por qué entonces no termina de repuntar la demanda interna? Los principales funcionarios del área económica ensayan una explicación novedosa: «Hubo un cambio en el comportamiento de la gente. En el cepo la gente gastaba con la ilusión de poder comprar dólares barato. Ahora en cambio hay más opciones de ahorro que antes no existían, por eso no se gasta tanto», le explicaron a Infobae.
“Con el cepo había incentivo para comprar como una forma de ahorro, accediendo al dólar oficial. Ahora ya no existe más esa lógica perversa”, explican en el Gobierno.
Los analistas privados coinciden al menos en parte con esta visión. Muchos inversores minoristas, por ejemplo, compran Lebac atraídos por altas tasas de interés que impulsa el Banco Central. Algo parecido sucede con las Letes en dólares: se estima que más de 100.000 personas compraron en los últimos meses estos títulos en dólares que emite el Tesoro. Hubo además una fuerte afluencia de público a fondos comunes de inversión donde se multiplicó la cantidad de gente que los utiliza como una opción de ahorro. Más de 250.000 personas poseen cuotapartes en este tipo de instrumentos, contra un número insignificante antes de diciembre de 2015.
Infobae reveló el sábado que además existe la intención de revisar la forma en que el INDEC calcula la evolución del consumo. Sucede que el organismo oficial no incluye en su medición las ventas en el circuito mayorista, que en los últimos 18 meses tuvo un crecimiento sustancial impulsado por precios muchos más bajos que en el circuito minorista. Y también crece en forma exponencial el canal de ventas on line, subestimado por el organismo estadístico.
El mayor nivel de ahorro puede resultar una explicación válida, aunque parcial por el frío nivel de ventas. Las causas detrás de este fenómeno pueden explicarse por otros factores, entre ellos los siguientes:
. Las paritarias del sector público se están cerrando con aumentos de 20% y el promedio del sector privado –según calculó el economista Dante Sica, director de la consutora Abeceb- se ubica en niveles cercanos al 21%. Por lo tanto, a la mayoría de los empleados le cuesta ganarle a la inflación, aunque este año no perdería poder adquisitivo como sucedió en 2016. Estos aumentos salariales están lejos del 25% que habían estimado economistas como Miguel Bein a principios de año.
. Los aumentos de tarifas necesariamente implican un rebalanceo en la canasta de consumo. Aumentos salariales que antes se destinaban a comprar ahora deben dirigirse al pago de servicios públicos. Este proceso de ajuste llegará recargado en el 2018. Según explican en el Gobierno, la tarifa de gas representa el 65% del costo real, la de electricidad un 48% y la de transporte en áreas metropolitanas apenas un 35%. En Hacienda calculan que el año que viene deberán conseguir un ahorro por subsidios del orden de los $ 70.000 millones (equivalente a 0,5% del PBI), lo que necesariamente implica un nuevo sacudón tarifario.
. Un fuerte aumento de las compras en el exterior motorizado por el atraso cambiario. En abril, por ejemplo, la salida de dólares por turismo llegó a los USD 850 millones, 25% por encima de los valores registrados el año anterior por Semana Santa. Los tours de compras a Santiago de Chile y a Paraguay significan menos ventas en el mercado local. Una situación que se siente en los shoppings y en los comercios cercanos a zonas fronterizas.
. El aumento en el volumen de créditos hipotecarios también quitará recursos a la demanda interna, ya que la gente deberá dedicar una mayor porción de su ingreso para el pago de la cuota mensual. El aumento del stock se ubica actualmente en unos $ 2.000 millones mensuales, pero el aumento sería exponencial. Se estima que para fin de año el otorgamiento ya estará en niveles de $ 4.000 millones como piso y que el año que viene podría subir hasta los $ 10.000 millones mensuales.
La crisis política desatada en Brasil se transformó en un dato nuevo para la política económica. Hasta ahora el impacto resultó acotado aunque ya hubo algunos coletazos, más allá del repunte del dólar. La provincia de Buenos Aires suspendió la emisión de un bono por USD 500 millones y la ciudad de Buenos Aires también aplazó la colocación de un bono a cinco años ajustado por UVA por un monto de 800 millones de pesos. Pero todavía resulta prematuro inducir que podría peligrar el plan financiero del Gobierno, que requiere del acceso a los mercados para seguir con el gradualismo fiscal.