El código secreto con el que Perón condujo la “Operación retorno” desde Madrid

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¿Qué podían tener en común Pilar Franco, Bernardo Neustadt, Montoneros, Martha Lynch, el Papa, Agnelli y la Fiat de Italia, la Policía Federal, José Ignacio Rucci, Isaac Rojas, los Curas del Tercer Mundo, los castristas, los maoístas, Guardia de Hierro, Lanusse, Gelbard, Galimberti, Frigerio, la Rama Femenina, los guerrilleros, los gorilas…? Que todos ellos figuran encriptados en el código secreto destinado a proteger las comunicaciones telefónicas y escritas de Perón, junto con consignas y órdenes desde las más sencillas («no hagan mucho lío», «mover los abogados»), hasta las más contundentes («¡éstas son mis órdenes!», «¡adelante con todo!», «deben viajar»); pasando por los habituales consejos de «el Viejo» a sus seguidores en el mismo lenguaje llano y sencillo, con toques de picardía criolla, de su Manual de Conducción Política o de la frondosa correspondencia de sus 17 años de exilio («son maniobras de provocación», «no hay que preocuparse por la maledicencia», «es mejor dejar que el enemigo muestre sus cartas»).

El sobre, de tamaño mediano, exhibe los signos del paso del tiempo (más de 40 años), con un ligero desgarro en un extremo, pero la inscripción, de puño y letra de Perón, con lapicera a fuente, se lee con toda claridad: «Instrucciones secretas para la Operación Retorno». En su interior, 18 fichas de 21 por 14 centímetros, plastificadas y mecanografiadas de ambos lados con letra mayúscula, contienen el código y las instrucciones para descifrar las comunicaciones entre Puerta de Hierro, la residencia de Juan Domingo Perón en Madrid, y la Argentina.

Una anotación, en el margen superior del sobre, siempre con letra de Perón –»Ejemplar n°4″-, nos indica que de este código hubo al menos 4 copias, y podemos suponer que 3 de ellas estaban en «el terreno de operaciones».

De «VITALIO» a «TERENCIO»

De John William Cooke a Juan Manuel Abal Medina, desde el comienzo mismo de su destierro, Perón apeló a la figura de por lo menos un delegado en el país para transmitir sus instrucciones. A eso se sumaba una infinidad de enviados, mensajeros, visitantes, en un tránsito que se fue intensificando a medida que los diferentes gobiernos que se sucedieron luego del derrocamiento de Perón, en 1955, fracasaban en lograr la estabilidad y normalización del país.

Para el tiempo en que este código fue redactado, 1970-71, el delegado de Perón era Jorge Daniel Paladino –TERENCIO-, que había remplazado a Jerónimo Remorino, fallecido en noviembre de 1968. En su código, el general Perón se había atribuido a sí mismo el nombre de VITALIO.

Eran tiempos de negociaciones febriles, dentro y fuera del país, se perfilaba la apertura, un amplio abanico de partidos había firmado a fines de 1970 La Hora del Pueblo un documento presionando al gobierno de facto por la convocatoria a elecciones.

Empezaba la larga pulseada entre el general Alejandro Agustín Lanusse, presidente de facto, y el líder peronista exiliado en Madrid.

La distancia entre Puerta de Hierro y el país se salvaba en aquellos tiempos con viajes, cartas, cables y llamadas telefónicas. A fin de evitar que se filtraran sus planes, Perón estableció un código para disimular en conversaciones y cartas de apariencia corriente sus apreciaciones de la situación y, sobre todo, sus instrucciones.

El código es sencillo. Se trata de una lista de nombres propios, masculinos y femeninos mezclados, en orden alfabético. Unos 600 en total. Cada uno de ellos puede significar una frase breve, una persona, una fecha, un lugar o una institución.

La primera ficha es el instructivo: «Solamente hay que tener en cuenta en los textos escritos, telegramas o conversaciones telefónicas cortas, los nombres propios. El resto (…) no tiene ningún valor. Se utiliza al sólo efecto de disimular la verdad».

Y, como un ejemplo lo aclara todo, el mensaje: «TODO MARCHA EN PERFECTO ORDEN (ALBINO). CONFIAMOS EN PODER ARREGLARLO TODO (ALBERTO). HAY CIERTAS DIFICULTADES (ADRIANA). POR (SABAS) LANUSSE (PANFILO)» puede quedar convertido en una frase como ésta: ALBINO Y ALBERTO CON ADRIANA VIAJAN MAÑANA. SABAS Y PANFILO NO IRAN (frase en la que sólo cuentan los nombres propios).

«En política soy un aficionado; mi especialidad es la conducción», decía Perón de sí mismo. La Operación Retorno implicó el despliegue de un amplio dispositivo de coordinación de todas las fuerzas propias y aliadas salvando una distancia de miles de kilómetros que ningún dispositivo virtual permitía ignorar por aquellos tiempos.

El código es simple, pero su eficacia depende, esencialmente, de que ninguna copia caiga en poder del «enemigo». Por eso, además de la advertencias iniciales («¡No dejarlo jamás a la vista de ninguna persona!» y «¡Tenerlo guardado en lugar seguro, no llevarlo encima!»), tres de las palabras clave insisten en la necesidad de preservarlo. LILY: «Recuerden no dejar papeles importantes a la vista»; LEOPOLDO: «Recuerden quemar o destruir nuestras cartas»; y LUISA: «Cuidar de que este código no sea copiado».

De la letra «A» a la «M», los nombres propios representan frases cortas instructivas, tales como «acepten» (BARTOLO), «no acepten» (BASILIO), «enviar cinta grabada» (AVELINO) «quieren verme y conversar» (DAMIAN), «yo no quiero verlos» (DANTE), «enviarme el dinero» (ISIDORO).

O bien apreciaciones sobre la situación o sobre terceros -«están desesperados» (CELIA), «va gente con malas intenciones» (CLAUDETTE), «se le puede creer un poco» (CLEMENCIA), «nuestra causa triunfa» (LAZARO), «tengan confianza» (LAURENTE) o «hay peligro de una revolución» (GILBERTO).

A partir de la letra «M», los nombres empiezan a designar entidades más tangibles, corporaciones, partidos y personas. Y aquí, más allá del ordenamiento metódico y sistemático, asoma cierta ironía, como la de llamar «PÁNFILO» a Alejandro Agustín Lanusse, el presidente de facto y el hombre que le había lanzado el desafío aquel de «Perón no vuelve porque no le da el cuero».

Montoneros es MARCIAL, el ERP, MARIO, las FAL (Fuerzas Armadas de Liberación), MARTINIANO y  Guardia de Hierro es MARCOS (¿casualidad u homenaje a César Marcos?, pionero de la resistencia peronista y maestro de Alejandro «Gallego» Álvarez, fundador de la mítica agrupación a la que estuvo vinculado el mismísimo Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco).

NATALIA es La Hora del Pueblo. ROSENDO significa paro general; RUPERTO, paro parcial; ROSARIO, huelga; NORBERTO, guerrilleros; NUMA, gorilas; PINO, Ejército; PAUL, Aeronáutica; URSINO, Servicios de Informaciones.

De ONESIMO a ORENSIO, cada mes del año y cada día de la semana tiene atribuido un nombre, así como los números del 1 al 9 (de PALMIRA a PRUDENCIA). También los países y las ciudades tienen nombres, como Buenos Aires que es REYNALDO, o Roma (REGINALDO), Estados Unidos (ROSA), Chile (RAQUEL) o Río de Janeiro (RICARDO).

Otros personajes de la dictadura y de la política de entonces también tiene atribuido un alias, como Arturo Mor Roig (PANTALEON), Francisco Manrique (PAPIAS), Saturnino Montero Ruiz (PARAGRO), Isaac Rojas (PASTOR), Álvaro Alsogaray (PATERNO), etcétera.
Al ámbito eclesiástico le corresponde la letra «R»: Iglesia (ROMUALDO), Curas del Tercer Mundo (ROMANO), Vaticano (REMEDIOS), el Papa (REMIGIO), Cardenales (RENATO), Obispos (RESTITUTA), etc.

Las últimas letras están reservadas a las figuras del peronismo y a los hombres y mujeres del dispositivo de conducción de VITALIO-Perón: Jorge Antonio (TESALONICO), Villalón (TESIFON), César Cao Saravia (TITO), Cafiero (TRIFON), Delia Parodi (URSULA), Nélida de Miguel (UGOLINO), Matera (ULISES), Gelbard (URSULINA), Galimberti (TEODARDO), Norma Kennedy (TEODOMIRO), Brito Lima (TEODOLFO), Patricio Kelly (TEOFANES), Raúl Lastiri (VALENTIN), José López Rega (VALERIANO), Héctor Cámpora (TAIS), Carlos Spadone (TITINA), José Rucci (SOLIANO), Lorenzo Miguel (SULPICIO), Julián Licastro (POMPEYO) y la propia Isabel Martínez de Perón (VENTURA).

También aparecen menciones más domésticas como «Hermanas de Evita» (ULRICH), «Familia de Isabelita» (VIDAL) o «Familia del General» (VIRGILIO).

Además, personalidades o entidades varias de la política y de otros ámbitos: Martha Lynch (SINESIO), Balbín (SELESIO), Frigerio ((SEFORA), Frondizi (SECUNDINO), Villarroel (SAULO), Solano Lima (SENEN), Bernardo Neustadt (URSO).

Varias menciones italianas aluden a la clase de apoyos que obtuvo Perón en el exilio: Agnelli (ROBUSTIANO), Fiat de Italia (RODRIGO), Giancarlo Valori (RIGOBERTO), Revelli (RITA), Directivos Fiat Argentina (ROGELIO), Empresas italianas (ROMAN)…

En conjunto, el código refleja la febril actividad que por esos tiempos desarrollaba Perón desde Madrid en el marco de esta que es en realidad la segunda «Operación Retorno» que encara Perón.

Su condición de oficial de inteligencia representó seguramente un valor agregado para el líder exiliado a la hora de engañar al gobierno de Lanusse sobre sus intenciones. Perón se había especializado en Inteligencia Militar y había actuado en esa calidad tanto en Chile, donde fue Agregado Militar, como en Europa, donde cumplió una misión de información recorriendo varios países.

En un libro de reciente aparición, el periodista Osvaldo Tcherkaski, enviado de La Opinión a Madrid en aquellos años, describe en el libro Las vueltas de Perón la incredulidad de los funcionarios de la dictadura que hasta último minuto, cuando Perón ya estaba en el aeropuerto de Fiumicino en Roma a punto de abordar el avión, seguían afirmando que el general no volvería. Según este autor, el regreso de Perón «hundió en el pánico a los militares». Y que, una vez aterrizado en Buenos Aires, no tenían órdenes claras de cómo proceder, al punto que Perón estuvo varias horas en el hotel de Ezeiza rodeado de tropas que no le permitían salir pero tampoco le comunicaban un arresto.

El desconcierto y el caos con que actuaron Lanusse y su entorno en esos días del regreso de Perón demuestran que éste logró enmascarar sus intenciones. Incluso luego de aquel primer retorno, cuando volvió a Madrid, muchos, entre propios y extraños, siguieron dudando de su regreso definitivo y, como otrora Augusto Timoteo Vandor, soñaron con remplazarlo.

En momentos en que hace furor la serie The Americans, el CÓDIGO SECRETO CONFIDENCIAL de Perón evoca el espionaje y contraespionaje años 70/80, artesanal, pero no por ello menos eficaz.

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