Qué bloque tiene más mujeres en el Congreso

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En el país, sólo cien de las 257 bancas de la Cámara de Diputados de la Nación están ocupadas por mujeres. Representan el 38%. En el Senado, el porcentaje es similar: 41,7% de los escaños los ocupan mujeres y 58,3%, hombres. Si bien estas cifras superan el cupo de 30 % que exige la ley nacional para las listas de candidatos en las elecciones, la representación femenina legislativa está lejos de la paridad que exigen muchas legisladoras y militantes feministas, que empiezan a observar que ese piso se convirtió en el techo que quieren superar.

La diputada por Libres del Sur Victoria Donda, hija de desaparecidos, quien milita desde los 17 años, tuvo que soportar en el Congreso le gritaran «trola» por la ropa que llevaba. Lo recordó en una entrevista con LA NACION y agregó que ese episodio le permitió poner en debate en ese mismo recinto cuestiones de género nunca antes planteadas. «¿Por qué, cuando una mujer usa un escote, es tildada de puta? ¿De dónde surge que una chica en minifalda quiere que la apoyen en el subte?». Hace poco, también ella armó un revuelo mediático cuando amamantó en su banca a su beba de 8 meses. Entonces, se generó un debate acerca de la importancia de la lactancia materna y estuvieron quienes consideraron que había que prohibirla en lugares públicos.

Victoria Donda integra el progresismo, el espacio con mayor porcentaje de mujeres. La imagen es de 2015, cuando amamantó a su hija en plena sesión.

Los episodios protagonizados por Donda son ejemplos de cómo la incorporación de la mujer en la esfera pública pone en discusión temas casi invisibles en un ámbito monopolizado por varones. «La política tiene un fuerte sesgo masculino, por lo tanto su ejercicio no ha sido fácil para las mujeres», reconoce a LA NACION. «A pesar de eso, participamos desde siempre en la vida política de los países y generamos cambios para el conjunto de la sociedad».

No se trata sólo de una cuestión de representación numérica. La historia muestra que la participación de las mujeres posibilitó la sanción de leyes como la del divorcio vincular, de cupo femenino, de matrimonio igualitario, de prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres, entre otras.

La Organización de Naciones Unidas (ONU), a través del Programa para el Desarrollo (Pnud), ONU Mujeres e IDEA Internacional, realizó una investigación sobre la paridad política en la Argentina. En junio publicó los resultados en un extenso informe que concluye que en el país «persisten desigualdades de género que limitan el ejercicio pleno de los derechos políticos de las mujeres y su autonomía en diferentes esferas de la sociedad» y observa «que la representación política de las mujeres en Argentina ha encontrado un techo que parece difícil de superar sin producir nuevas reformas paritarias».

Allí la ONU reconoce que el Legislativo es el más inclusivo de los tres poderes del Estado argentino (gracias a «la efectividad de las cuotas de género»), pero destaca que las Cámaras no alcanzan una composición paritaria, «lo cual hizo que la Argentina descendiera en posiciones en el ranking internacional de mujeres, ubicándose detrás de países como Bolivia, Ecuador o México, que avanzaron en el establecimiento de la paridad política de género».

Los datos de Inter-Parliamentary Union (IPU) a los que accedió LA NACION respaldan esa afirmación. En 1998, la Argentina estaba séptima en el ranking mundial que confecciona esa organización en coordinación con Naciones Unidas, por encima de países como Alemania, España, Canadá y el Reino Unido. Pero entre 1999 y 2008 fue descendiendo, hasta ocupar el 16º lugar. En 2008 tuvo un repunte, al quedar en el quinto puesto. Pero volvió a quedar por detrás de los avances mundiales en los años subsiguientes, hasta ocupar el puesto 28 en 2016.

Bloque por bloque

Si se analiza la proporción de mujeres por bloque, la distribución de esas cien diputadas es desigual. El mayor porcentaje de mujeres por bloque lo tiene el progresismo, con el 75%; le siguen el massismo y sus aliados y la izquierda (50%). Los siguen el Frente para la Victoria (38%) y Cambiemos, con el 37%.

El partido con menor equidad en la distribución por género es el bloque del PJ no kirchnerista, con el 16%.

La ley nacional 24.012, promulgada en 1991 y reglamentada por el decreto 1246/2000 (el de 1993 fue derogado), exige que las listas deben tener mujeres en un mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir. Y que deben estar ubicadas «con posibilidad de resultar electas».

En la provincia de Buenos Aires, desde el año pasado, rige una ley que exige paridad: 50% mujeres y 50% varones en las listas. Mucho tiene que ver con una mujer, Malena Galmarini, dirigente del Frente Renovador especializada en cuestiones de género, que fue quien presentó el proyecto y lo impulsó.

Galmarini coincide con Donda en su mirada: «La paridad en la política hace que ingresen a la agenda pública los temas que impactan directamente sobre la vida de las mujeres». La esposa de Sergio Massa ejemplifica: «Que cobramos menos por igual tarea, que somos las más pobres entre los pobres, que las niñas son las más pobres entre los niños». Y apunta, para despejar dudas: «Las mujeres somos una mayoría discriminada». Más del 50% de la población está compuesta por mujeres.

Esta militante feminista cuenta a LA NACION que desde el Frente Renovador abogan por una ley de paridad a nivel nacional. «Nosotros votamos la paridad con el bloque entero. Al final [el proyecto] nos quedó de rehén en Diputados. Cambiemos no quiere tratar el proyecto del Senado porque es del kirchnerismo. Y viceversa, en el Senado no la vota el kirchnerismo porque viene con la reforma que presentó Cambiemos».

De todas formas, la legislación es sólo un primer paso y no siempre se cumple. Según un informe del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), en 2015 más del 10% de las listas no cumplía con lo establecido en la ley de cupo y, en algunos casos, como en Salta y Misiones, cerca de la mitad de las listas incumplían las normas. No sólo con respecto al porcentaje total establecido; también, porque no se respetaba la alternancia requerida (más de dos varones seguidos en la lista) o porque no se incluían mujeres entre los cargos suplentes.

La ley de cupo como techo

Donda está entre las legisladoras que consideran que la ley de cupo les permitió dar un salto en la representación legislativa, pero el 30% que pretendía ser un piso terminó siendo un techo para la participación política parlamentaria. «Hoy exigimos el 50 y 50 para que cada vez seamos más las mujeres que podamos tener voz y voto en el Congreso de la Nación», dice, convencida de que las mujeres están a la par de los varones en cualquier lucha. Tiene en la memoria a su madre, militante de Montoneros junto a su padre, ambos desaparecidos. Tiene, también, el recuerdo y el ejemplo de su abuela Leontina, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, icónicas en la lucha por los derechos humanos.

La diputada nacional por el Frente para la Victoria Juliana Di Tullio también es una referente de la militancia en favor de una igualdad de representación institucional de la mujer y el varón en los tres poderes. «Nuestra sociedad tiene una cultura patriarcal muy grande. A pesar de haber tenido dos veces a una mujer electa presidenta de la Nación la Argentina sigue teniendo una mirada muy patriarcal y con gravísimos problemas de violencia de género en su forma más cruel: el femicidio».

Reflexiona sobre el tema y le resulta algo difícil de comprender, pero mira al interior de su partido y reconoce: «Yo hago fuerza hace mucho, mucho tiempo y sólo en los últimos años he visto cómo empieza a cambiar esa mirada dentro del peronismo. Pero, incluso después de que Cristina haya sido presidenta y la conductora de este espacio, incluso teniendo en sus génesis a una de las mujeres más importantes de la historia como es Evita, el peronismo sigue teniendo un sesgo machista. Eso es absolutamente increíble, pero es así».

Adriana Amado, doctora en Ciencias Sociales de Flacso y estudiosa de la comunicación pública y los medios, retoma la mención a Cristina Kirchner y se pregunta: «¿Hemos tenido mirada de género en los 8 años que gobernó una mujer?». «No me gusta pensar que somos diferentes en temas en que estamos demandando igualdad. Quizás el aporte de las mujeres nuevas que ingresen a la política sea el de cualquier persona que ingresa de afuera a un ámbito y, por lo tanto, pueda aportar nuevas perspectivas, rutinas, pensamientos. Si solo nos restringimos a la mirada de género, reforzamos la idea de que las mujeres solo cuentan en los temas que las involucran desde su sexo, cuando en realidad lo maravilloso es que todos podamos aportar a nuestros trabajos desde un pensamiento humanista, mucho mejor que sexista o no sexista», contesta.

Temas vedados

Un relevamiento del grupo de mujeres militante de GEN que contrasta la participación de varones y mujeres en la política argentina da muestras del camino que falta por conquistar. En el gabinete nacional hay 20 hombres y 2 mujeres; en los equipos de gobierno de las 23 provincias, los porcentajes son similares: son 190 los varones ministros y 40 las mujeres. Al poner el foco en los espacios que ocupan las mujeres -la mayoría está en las áreas de Desarrollo Social y Educación- aparecen comisiones implícitamente vedadas para ellas.

Amado opina que respecto del tema de los rubros en los que hay más mujeres: «A veces tiene que ver con aquellos espacios donde tenemos más interés, así que eso no sería problema si es expresión de libertad de elección. Lo que pasa que otras veces es resultado de preconceptos o de las relaciones de los hombres, que son los que toman las decisiones. Seremos iguales cuando cualquier persona, sin importar su género, tenga igualdad de oportunidades para postular a un puesto». Y agrega que eso, a veces, significa brindar apoyo en guarderías, horarios flexibles y otras condiciones para que una mujer tenga la libertad de elegir un puesto.

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