«Los Finales del Mundo»: por qué la gran extinción que casi acabó con la vida en la Tierra va camino a repetirse

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Conocida como la «Gran Mortandad», la extinción masiva que tuvo lugar durante el período bautizado como Pérmico-Triásico que ocurrió hace aproximadamente 250 millones de años es hasta el momento el mayor episodio de tipo catastrófico ocurrido en la Tierra.

En ella desaparecieron aproximadamente el 95 por ciento de las especies marinas y el 70 por ciento de las especies de los vertebrados terrestres. Las consecuencias a nivel de biodiversidad fueron devastadoras y el planeta demoraría 10 millones de años en recuperarse completamente.

La Tierra se convertiría en un páramo desértico dominado por los hongos luego de producirse una verdadera hecatombe biológica generada – según distintas teorías – por episodios de vulcanismo extremo, un impacto de asteroide de gran tamaño, la explosión de una supernova y la liberación de enormes cantidades de gases de invernadero.

Es justamente este último punto el que eligió explorar en profundidad el escritor científico y autor del nuevo libro «Los Finales del Mundo: Apocalipsis Volcánicas, Océanos Letales y Nuestra Búsqueda por Comprender las Extinciones en Masa de la Tierra en el Pasado» Peter Brannen.

El autor traza un paralelismo entre la extinción en masa causada – entre otros posibles factores – por emisiones de carbono hace 252 millones de años y el status quo del planeta Tierra vinculado a la producción indiscriminada de gases de invernadero. Brannen asegura que le estamos haciendo al aire hoy, lo que los volcanes le hicieron durante el Pérmico.

Aparentemente, las consecuencias catastróficas de inyectar aceleradamente grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera ya han sido vividas en la Tierra, en repetidas ocasiones. Según consigna el periódico The New York Times – al citar a una prestigiosa publicación dedicada a la paleografía, paleoclimatología y paleoecología –un estudio compartido el mes pasado demuestra mediante nueva evidencia que las pasadas erupciones volcánicas – y sus consecuentes emisiones de gases de invernadero – habrían impulsado una de las peores masacres en la historia de la tierra.

«El ritmo al que hoy estamos inyectando CO2 a la atmósfera es unas diez veces superior al que se registraba durante el Pérmico-Triásico» aseguró el paleoclimatólogo Lee Kump, decano del colegio de la Tierra y las ciencias minerales de la Universidad de Pensilvania.

Según las conclusiones compartidas por el paleontólogo David Bond y el geólogo Stephen Grasby las extinciones en masa estuvieron marcadas por «el calentamiento global, la anoxia y acidificación de los océanos alimentados por los cambios en la atmósfera a nivel de CO2».

El estudio destaca que, a pesar de que lo volcanes de Siberia venían experimentando procesos de erupción por más de 300.000 años, no fue hasta que el magma comenzó a quemar combustibles fósiles como el carbón presente en grandes cantidades que el dióxido de carbono comenzó a ser producido tal y como lo es hoy día, mediante plantas energéticas alimentadas por el controvertido combustible y las emisiones producidas por millones de vehículos con motores a combustión interna alrededor del mundo.

Los científicos coinciden en que, pese a que el asteroide que acabaría con el reinado de los dinosaurios 186 millones de años más tarde se robaría toda la atención, la «Gran Mortandad» fue ampliamente más letal y catastrófica para la Tierra; a pesar de que los antecesores de los mamíferos y las arcaicas criaturas marinas que habitaban el planeta en ese entonces no fuesen tan fascinantes como los gigantes que poblarían luego el planeta.

Según el New York Times, el rol actual del hombre sobre la Tierra es similar al de los súper volcanes primitivos de Siberia, al quemar de manera indiscriminada las reservas milenarias de carbón, petróleo y gas natural. Sólo hace falta poner atención sobre el estado actual de los océanos para trazar los paralelismos.

Desde el inicio de la Revolución Industrial estos se han vuelto un 30 por ciento más ácidos lo que ha generado que las conchas de los caracoles planctónicos – que forman parte del alimento básico presente en la zona antártica y del noroeste del Pacífico – presenten notorias perforaciones.

Las proyecciones estiman que para 2050 el Océano Austral no contará con estas criaturas cruciales en sus aguas, alimento fundamental de especies como el salmón. Para esa misma década la acidificación generará la virtual extinción de los arrecifes de coral, que hoy albergan al 25 por ciento de la biodiversidad marina total.

A pesar de que los expertos coinciden en que la Tierra se encuentra lejos de experimentar una nueva extinción masiva similar a la ocurrida durante el período Pérmico-Triásico, algunos paleontólogos han señalado que unos pocos siglos más de «excesos medioambientales» nos llevarán a experimentar un desenlace similar.

La Tierra se encuentra en camino a aumentar su temperatura en 4 grados Celsius para fines de siglo, una temperatura que en eras pasadas significó la desaparición del hielo en ambos polos. Dicho calentamiento global hará que mamíferos como el hombre no puedan sobrevivir más en determinadas latitudes debido al extremo calor.

En definitiva, los expertos concluyeron que el hombre está creando las condiciones medioambientales para un mundo al que le será muy difícil o hasta imposible adaptarse a los seres vivos, incluido el hombre. Para hacer la situación todavía más preocupante, los cambios se están dando a un ritmo diez veces más rápido que durante los eventos más catastróficos que registró la Tierra.

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