El Gobierno y la apuesta al «efecto victoria»

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Así lo definió el viernes al mediodía, un par de horas antes de la masiva movilización por la aparición de Santiago Maldonado, un estrecho asesor presidencial en una de las oficinas del primer piso de la Casa Rosada, mientras otro funcionario familiarizado con las encuestas asentía con la cabeza. «Efecto victoria».

Según la Casa Rosada y los encuestadores cercanos a Cambiemos, el oficialismo aumentó considerablemente sus niveles de aprobación en el interior del país, en la provincia de Buenos Aires e incluso en el Conurbano bonaerense, donde desde siempre Mauricio Macri registra sus peores mediciones.

En el interior dan cuenta de unos 30 puntos más -imagen, no intención de voto- desde las PASO. En el Conurbano, unos 8. Aún después de la confirmación del ajustadísimo triunfo de Cristina Kirchner sobre Esteban Bullrich en la provincia de Buenos Aires. «Estamos incluso cerca de las mejores mediciones de la gestión, cuando asumimos», explica una fuente oficial.

Desde el Gobierno atribuyen la remontada, en parte, a esta suerte de «efecto victoria», explicado por la muy buena performance del oficialismo en el primer test electoral, en especial en provincias en las que había dudas, como en La Pampa, Entre Ríos o Neuquén.

Aunque esa apuesta también tiene sus riesgos. El principal: que la primavera macrista dure hasta las elecciones de octubre. Una inquietud que recorre los principales despachos oficiales.

Lo paradójico es que la remontada en los números del macrismo coinciden con la escalada del caso Maldonado, el joven artesano que lleva un mes desaparecido y que incomoda al oficialismo. Los cerebros de la estrategia electoral y de comunicación del Gobierno todavía creen que la desaparición del joven es, al menos por ahora, un caso del «círculo rojo».Osada interpretación tras la multitudinaria marcha del viernes en Plaza de Mayo.

Están seguros de que el tema, de enorme gravedad institucional, no figura todavía entre las respuestas de los focus groups encargados. Que no tiene impacto electoral. A propósito: el ecuatoriano Jaime Durán Barba tenía previsto volver al país por estas horas.
Desde la Casa Rosada creen, por el contrario, que parte de la suba en los números del Gobierno sí coinciden con la victoria de la ex presidente en la provincia de Buenos Aires.

Era uno de los escenarios que la mesa chica de Macri había analizado semanas antes de las primarias: terminar en la primera vuelta debajo de Cristina Kirchner y apelar al «voto útil» en la segunda. «El triunfo de Cristina espanta al electorado», aseguran. En los despachos oficiales festejaron la última aparición de la ex mandataria tras la difusión del escrutinio definitivo, un regreso a su tono habitual de confrontación. Fue antes de que se sentara en una capilla de Merlo, en una misa por la aparición de Maldonado.

Las proyecciones oficiales más optimistas avizoran, en ese sentido, una significativa corrida de los votos de Sergio Massa hacia Cambiemos, lo que dejaría en octubre al ex intendente de Tigre en una posición incómoda. El dilema son los votos de Florencio Randazzo. Por ahora conservados por el ex ministro. Aunque con final incierto. En los despachos del Gobierno bonaerense, de todos modos, son más centrados.

Hay funcionarios incluso mucho más precavidos, que empezaron a mirar más allá de octubre. Será cuando la gestión ya no esté teñida por lo electoral, y cuando Cristina Kirchner, convenientemente candidata para Cambiemos, deje de estar en el centro de la escena. El día después del 22 de octubre recaerá todo el peso en la gestión Macri.

¿Qué va a pasar con las internas silenciadas del gabinete? ¿Habrá cambios? Hay recelos entre ministros y secretarios de Estado. Hay dos ministros que incluso llevaron sus rencillas a tribunales por un negocio fallido que llegó a amenazar con quebrar la paz interna. Macri es un especialista en el arte de la manipulación y las divisiones. Viene de practicarlo en estos días con el sindicalismo: después de quitarle el control del dinero de las obras sociales, el Presidente llamó a José Luis Lingeri y lo convenció de lanzar un spot con elogios a las obras de saneamiento del Gobierno. «Efecto victoria».

¿Qué va a pasar con Emilio Monzó?, es otra de las preguntas que se ensayan en el seno del poder.  La entrevista del titular de la Cámara de Diputados al diario Perfil de la semana pasada volvieron a molestar a parte del elenco macrista, en especial en la provincia de Buenos Aires, donde el dirigente peronista no tiene injerencia. Después de octubre, y durante el próximo año, Monzó será clave para la negociación de un paquete de leyes vitales para la administración central, desde la reforma tributaria y el Presupuesto 2018 hasta la reforma política -si es que Cambiemos vuelve a la carga- o hasta la Ley de Medios M.

Pero eso será después de octubre. Por algo hay ministros que esperan y hablan de «pasar noviembre».

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