Esta historia comenzó en 2004. Con la vida de dos bebas cruzadas por dos destinos. Uno, atroz.
Ayelén tenía 18 meses y Abril, 16.
Una resistió 7 días los golpes de un terrible accidente de tránsito en el que murieron su madre, Gloria, y su hermana, Romina, de 11 años. La otra luchaba desde hacía cinco meses con un virus letal para un recién nacido.
Mañana a la noche una de esas bebas tendrá su soñada fiesta de 15.
Allí estará Enrique Pereyra, el papá de Ayelén, un ex combatiente de Malvinas que sobrevivió a esa trágica ruta en Santiago del Estero y que gracias a un trasplante inédito en el Hospital Garrahan donó el corazón de su beba a Abril.
Tenían distinto grupo sanguíneo y ningún lazo de sangre. Para muchos hoy son una «fusión». Para otros, una esperanza médica sin precedente en el país: fue el primer trasplante exitoso de donante no compatible. Hasta hoy sólo hubo dos más.
13 años atrás, había un país esperando por su salud.
El caso había tomado una relevancia mediática inusitada desde que el por entonces presidente Néstor Kirchner pidió la aparición de un donante para Abril.
Implicó el consentimiento de los padres para el inicio del protocolo de «sangre cruzada» y un único riesgo, fatal: el rechazo agudo inmediato.
Como ironía de un destino compartido, el mismo día del accidente, el 16 de enero, Enrique había visto a Abril en la televisión. Era la noticia de que la beba había entrado a la lista de emergencia nacional del INCUCAI afectada por un adenovirus que le provocó una lesión y una cardiopatía dilatada que le impedía a su corazón bombear sangre eficazmente.
Mañana Enrique la verá entrar al salón con la canción «Yellow», de Coldplay. Y –como dice en la intimidad, porque nunca quiso hablar con los medios–, una vez más, en ella sentirá «latir la vida» de su hija.
«Nosotros los 24 de enero [día del trasplante] no festejamos. Sería como su segunda fecha de cumpleaños, pero tiene que ver con lo que pasó Enrique en el accidente [el 16 de enero]. Lo conocimos casi 3 meses después de la operación, nos hicimos amigos y lo quiero como a un hermano», cuenta a Clarín Sergio Dispenza, papá de la quInceañera.
Pero tanto él como su ex esposa y mamá de Abril, Carolina, siempre tuvieron respeto por el duelo de una familia entera.
«Somos conscientes que a partir de ese accidente Abril está viva y bien. Enrique es el segundo papá de Abril, un ser humano increíble. Jamás nos hizo sentir que estábamos en deuda con él», detalla quien trabaja como disc Jockey de eventos, pero mañana no pasará música.
Abril cumple 15 años a las 00 del domingo. Y el clásico video de «mi vida en fotos» que se verá en la fiesta estará dedicado a Ayelén. «Algo pasó, algo se fusionó entre Enrique y nuestra familia con el trasplante. Abril lo adora. En el pecho de mi hija está el corazón de la suya».
La beba donante estuvo 7 días luchando por sobrevivir tras un traumatismo de cráneo masivo. Hasta que declararon su muerte cerebral: un viernes a la medianoche.
El sábado se produjo la ablación en Santiago del Estero y en un despliegue inédito para acortar el tiempo hasta el quirófano en el Garrahan -cada minuto cuenta para la vida a futuro de ese órgano-, el corazón llegó antes del mediodía a Buenos Aires y comenzó a latir en el cuerpo de Abril.
La beba que recibiría el órgano -es hermana de Nicolás, de 17 años, y de Nila, de 6- esperaba ya sin su corazón en el cuerpo, conectada a una bomba externa. Por lo que el procedimiento era irreversible. «Si el avión no llegaba con el nuevo corazón, no había vuelta atrás».
La operación duró poco más de tres horas. «En estos años tuvo internaciones ‘tonta’ por alguna fiebre. Nunca un episodio de rechazo. Es la mejor trasplantada del Garraham y la más vieja», dice Sergio, orgulloso.
El ministro de Salud del kirchnerismo, Ginés González García, quien entonces acompañó a Sergio en el hospital, también asistirá a la fiesta de 15 junto a su mujer. En otra mesa estará el Jefe del Equipo de Trasplante Cardíaco del Hospital Garrahan, Horacio Vogelfang y el subjefe del equipo, Gerardo Naiman, que se encargó de la ablación y el traslado del órgano hacia Capital, y el doctor David Jarma, del Incucai de Santiago del Estero.
Enrique -que recibirá una sorpresa en la fiesta- tuvo en brazos a esa beba que vio en la tele y hoy llegó a los 15 años. Luego la tuvo a «upa» y, hace dos años, la abrazó mientra la nombraban abanderada en su escuela.
No se quedó sólo después del accidente. Sergio lo contuvo en momentos de tristeza. Llantos que nunca tuvo frente a Abril.
«No es una nena a la que esa noche le interesa bailar y nada más, como a cualquier quinceañera. Abril sabe todo y lo importante de que hoy esté bien.»
Desde las 20, en la entrada del salón de Triunvirato 6385, la familia convocó a una suerte de conferencia de prensa para los medios.
El mensaje es claro: el corazón de Ayelén salvó a Abril. La donación de órganos salva vidas.
Horacio Vogelfang, el héroe invitado a la fiesta
«Después de Abril, que es la primera vez que se intentó, hicimos dos trasplantes más de donante incompatible. Uno hace poco más de 3 años y el último hace 1 año. Fueron trasplantes exitosos. Estamos al nivel internacional. El segundo chiquito falleció pero por problemas neurológicos y el último trasplantado está bien, en seguimiento.»
«El resultado en Abril es un aliciente para poder utilizar este método. Nos dio el coraje necesario para utilizar el protocolo de cambio de los componentes en la sangre del receptor del corazón y aumentando la potencia de las drogas inmunosupresoras. Así, empíricamente, las posibilidades del rechazo de un corazón incompatible son similares a las de un trasplante de donante compatible».
Esa preparación del receptor se hace durante la cirugía. Desde la ablación hasta el trasplante hay dos límites: 4 horas -grave- o 6 horas -nivel crítico-. En un lapso mayor, el corazón extraído pierde sus condiciones vitales y no puede implantarse.
«Los primeros minutos de un trasplante son un momento crítico. Es cuando el corazón empieza a latir. Es un momento que esperamos los cirujanos con mucha ansiedad. Nunca sabemos a cuál de ellos se le va a ocurrir no latir. El de Abril empezó a latir inmediatamente. Después hay entre 24 y 48 horas donde siempre se da ese margen para establecer que no haya rechazos».
Vogelfang, que este sábado estará en la fiesta como invitado y como héroe, quiere a todos sus pacientes, pero habla de ella de una manera especial. «Cuando conozco a estos chicos están entre la vida y la muerte. Cuando la veo a Abril y cuando la vea mañana en la fiesta, me lleno de orgullo por todo el equipo. Siento eso de ‘¡cómo pasa el tiempo!’ pero siento que no pasó en vano. En lo más personal, me encanta que cumpla sus 15. La quiero muchísimo y espero comer y divertirme mucho».
Horacio Vogelfang es el jefe del servicio en el hospital y trasplantó 50 corazones en el Garrahan. Es el «héroe» de los chicos y este años fue nombrado personalidad destacada de las Ciencias Médicas.
El primer trasplante cardíaco en el Garrahan lo realizó Vogelfang en 2000. Fue pionero en tecnologías que sirven de puente al trasplante, como son los «corazones artificiales» (Berlín Heart y Sistema intratorácico de asistencia ventricular), comprado por el Estado argentino y que mantiene con vida a muchos chicos mientras esperan ser trasplantados. Así esperó Abril el corazón de Ayelén.
Emilia Vexler/Clarín