«Estamos felices porque nos acompañó el tiempo y vino mucha gente, fue una fiesta hermosa», aseguró a Télam Fernando Rubin, presidente de Limud, la organización que llevó adelante el evento, y destacó que el festival buscó «celebrar la diversidad»: «El Rosha Shaná Urbano es muy importante porque es una intervención cultural en un lugar público, todos pueden venir, la mitad de la gente que asiste acá no son judíos, también hay muchos judíos alejados de las instituciones, matrimonios mixtos, para nosotros la mejor manera de festejar es integrar y valorar las diferencias».
Para festejar la llegada del año 5778 de la cultura judía, se montó un gran patio de comidas donde los visitantes pudieron probar comida típica como el shawarma, el falafel, los pletzalej o knishes, mientras diversos grupos musicales tocaron en el escenario montado sobre la avenida Libertador. También se ofrecieron shows de stand up, talleres, microcine, juegos para niños, espacios de lectura, cocina tradicional en vivo y distintas charlas temáticas.
