Si de pruebas de fuego se trata, ésta que superó Boca en la Bombonera era la que le faltaba para completar el cuadro. Tenía que sobreponerse al golpazo que significaba encontrarse en desventaja y de manera tempranera en su propia casa, y lo hizo dando una muestra de carácter digna del campeón del fútbol argentino.
De Rossi a Benedetto, todos fueron importantes para que Boca pasara del 0-1 del comienzo al 4-1 definitivo. Es que este domingo, a diferencia de tantos otros, al equipo de Guillermo no le hubiera alcanzado con que solamente uno de los 11 se luciera para ganar el partido. Sin nombres rutilantes pero con una propuesta súper ofensiva, Godoy Cruz hizo que Boca transpirara de lo lindo. Que el gol del comienzo fue un incentivo para los mendocinos es tan cierto como que después de haber convertido bien podrían haberse metido atrás para cerrar el partido. Y no, no lo hicieron.
No lo hicieron cuando estaban 1-0 ni cuando Boca le empató el partido. Fueron siempre para adelante y, con el Morro García como referente, generaron unas cuantas situaciones de peligro. Tal vez no tantas como Boca pero sí las suficientes como para que el resultado fuera más corto de lo que terminó siendo.
El tema, claro está, es la diferencia que hay entre un equipo y el otro en cuanto al poderío de fuego. Para argumentarlo le propongo un ejercicio: fíjese cómo definió Pablo Pérez en cada uno de los goles, cómo lo hizo Pavón, dónde la puso Nández, y después repase las situaciones de gol del Tomba que no terminaron adentro.
Por eso fue tanta la diferencia. Y por eso es que Boca le lleva una ventaja tremenda al resto. Porque como pocos equipos, este de Guillermo Barros Schelotto tiene goles para tirar al techo. Lleva ocho en tres fechas, y no se cansa de superarse a sí mismo. Y encima en el medio está cada vez mejor, con un Barrios incasable y un Gago exquisito. Solamente le falta ajustar algunos detalles en el fondo, donde deja algunas dudas pese a lo poco que le han convertido.
Emiliano Sotomayor/Olé