Para Héctor Recalde, el Pata Medina es una excepción a la regla. Por eso no objeta la detención del jefe de la Uocra-La Plata, pero ve detrás de ella una maniobra oficial para estigmatizar a la actividad sindical.
Según el jefe del bloque de diputados kirchneristas no es casual la prédica del gobierno contra los dirigentes gremiales, a los que asocia con las mafias y amenaza con escarmentar.
«Ahora dicen que Macri va por Víctor Santa María, el secretario general de los encargados de edificios. Está claro que impera una condena selectiva de un gobierno tuerto que sólo apunta a todo lo que tenga aroma sindical», señala el asesor en derecho laboral de Cristina Kirchner.
—¿No hay corrupción en el sindicalismo?
—Hay en todos lados. Pero acá se vislumbra una movida para estigmatizar a aquellos que defienden a los trabajadores, sean sindicatos, abogados laboralistas o la misma justicia del trabajo.
—¿Usted entraría entre los estigmatizados?
—El 11 de junio publiqué una carta abierta en Página/12 que dice que este gobierno no hace nada a favor de los trabajadores. Al otra día Macri me acusó de conducir la mafia de los juicios laborales. Me atacó a mí pero el destinatario final era el trabajador.
—¿Hizo ese mismo razonamiento cuando el gobierno condenó públicamente al PataMedina?
—El Pata Medina es una mácula para la dirigencia sindical. Pero hay decenas de miles de dirigentes sindicales. Y el gobierno en materia sindical generaliza. Y generalizar es terrible.
—¿El gobierno lo hace adrede?
—¡¡¡Claaaarooo! !! Es como si yo dijera que los que se enriquecieron con la venta de dólares a futuro son todos mafiosos. Yo no voy a generalizar. Mire, en este país el hermano menor de Macri blanqueó 620 millones de pesos. Y Caputo, el amigo de Macri, 32 millones. Pero para el gobierno el único problema son los sindicalistas.
—De hecho, los medios indican que al Pata Medina le seguirán otros.
—Los diarios oficialistas dicen que ahora van por Víctor Santa María, que maneja Página/12. Lo dicen Clarín y La Nación. A Santa María ya le asignaron cuentas en el exterior que él negó. Me acuerdo cuando acusaron erróneamente a Máximo Kirchner y Nilda Garré de tener cuentas en el exterior. Una vez que se larga la bola el desmentido pasa inadvertido.
—¿Y por qué cree que aparece el nombre de Santa María?
—Para crear miedo ¿Y crear miedo para qué? Para avanzar en una flexibilización laboral.
—¿Y usted como jefe de bancada que hará si llega al Congreso un proyecto en ese sentido?
—No sé si va a pasar por el Congreso. El gobierno va a buscar vías oblicuas para bajar el costo laboral y maximizar la rentabilidad de la empresas. Ya probaron con las pasantías y tuvieron la reacción que tuvieron en los secundarios de la ciudad de Buenos Aires. Es un mecanismo de grandes compañías para realizar un fraude laboral.
—¿Cuáles serían esas vías oblicuas?
—Van a ir probando por distintos caminos. Por ejemplo, van a considerar no remunerativo algunos conceptos del ingreso del trabajador para bajar los costos patronales y desfinanciar la seguridad social.
—¿Eso no es noventista?
—Sí. Esto es muy parecido a los años 90, cuando a los trabajadores no les fue nada bien.
—Pero en las PASO la mayoría de la gente votó a Cambiemos.
—No voy a hablar de las maniobras electorales ni cómo nombraron presidentes de mesa ni cómo ocultaron el software. Ellos festejaron con globos y en nuestro lunfardo globo significa mentira.
—No me contestó.
—Puede ser que el pueblo todavía crea que hay que echarle la culpa a la «pesada herencia» o crea en las promesas del gobierno.
—¿Qué promesas?
—En 2015 Macri dijo que ningún trabajador iba a pagar impuesto a las ganancias, que iba a mantener Fútbol para Todos, que no iba a ajustar, que no iba a devaluar, que no iba a endeudarse. Al final, hizo todo lo contrario.
—Efectivamente esas promesas se incumplieron. Pero la realidad es que Cambiemos igual hizo una buena elección.
—Pero lo que prometieron lo empeoraron. Lo que digo es que no es pecado creer. Pecado es mentir. Supongo que la gente todavía espera y cree en este gobierno.
—Usted fue por años asesor legal de la CGT. Ahora trabaja con Cristina Kirchner ¿Hubo contactos entre la ex presidenta y los dirigentes sindicales?
—Hay conversaciones. Y es lógico. Fíjese que el primero de los 15 puntos de la plataforma de Unidad Ciudadana plantea fortalecer el empleo , el salario y las condiciones de trabajo. Y se opone a la flexibilización laboral.
—Igual la CGT sigue mirando con recelo a Cristina.
—Creo que tiene que ver con una actitud misógina de algunos sindicalistas, para los que no era lo mismo tratar con Néstor que con Cristina. El resabio es porque Cristina no aceptó excluir a los trabajadores del impuesto a las ganancias.
—¿Pero pueden terminar juntos?
—Juan Carlos Schmid lo dijo muy claro: no hay nadie que toque pito y vengan todos al pie. Yo entiendo que ellos tengan que sentarse a negociar con el gobierno pero está claro que este no es un gobierno para los trabajadores. Es para los empresarios. Y generan miedo.
—¿Por qué reitera tanto lo del miedo?
—Porque quieren dividirnos. Dividirnos para reinar. Verbitsky escribió un libro que se llama «Un mundo sin periodistas». Macri quiere un mundo sin sindicatos.
—Una cosa son los sindicatos, otra cosa son algunos dirigentes. ¿No es necesario condenar desde la política al Pata Medina o al Caballo Suárez?
—Sí, claro. Nosotros tuvimos a José López. ¡Cómo no va a ser necesario condenar! Lo que digo es que es muy difícil que en una estructura no haya un corrupto. Pero eso es una parte de la película.
—¿La otra parte?
—Yo propuse que se excluyeran del blanqueo a los contratistas de obra pública y no me dieron pelota. Y el origen del soborno está en los contratistas de obra pública, en términos generales. Después está el corrupto que acepta.
—La sospecha de corrupción en la obra pública viene desde hace décadas. Hasta el propio Héctor Méndez, cuando era titular de la UIA, habló de la existencia de coimas.
—Mire, el artículo 86 de la ley de blanqueo excluía a los progenitores, a los hijos menores emancipados y a los cónyuges. El decreto 1206, que es una norma inferior a la ley, los incluyó. Pero eso se tapa. Se tapa hasta que un periodista como Verbitsky va y publica eso que el secreto fiscal hacía que nadie se entere, como por ejemplo que había parientes de Macri en el blanqueo.
—Insiste en que el gobierno señala al Pata Medina pero no a los empresarios.
—Por supuesto. Para bailar un tango hacen falta dos.
—¿Sería algo así como una condena selectiva?
—Hay una condena selectiva, una mirada tuerta sobre lo que pasa. Están apuntando a un solo lugar. Y es para meter miedo. Ese calificativo de mafia que usa Macri es un italianismo, tal vez por su antepasado. Tal vez es una proyección. No sé. Además, cualquier funcionario habla de mafias como si nada. Meten miedo, meten miedo y meten miedo.
—También se asoció la palabra mafia a Cristina Kirchner.
—A Cristina no le van a meter miedo. Pero eso es lo que quieren ¿Sabe por qué? Porque el miedo paraliza. Pero con ella no van a poder.
—¿A qué se refiere?
—Quieren tapar lo que está a la vista de todos. Siguen los despidos por goteo y la caída de la tasa de actividad. El mayor triunfo del gobierno es empardar la «pesada herencia», volver a los números del 2015. Se conforma con eso. Pero le vamos a ganar al miedo y vamos a trabajar para frenar el ajuste. Y seguramente la CGT acompañará.