Una clínica holandesa está en el ojo de la tormenta ya que en lo que va de año recibió 2 mil solicitudes de eutanasia. La cifra supera en casi el triple a las registradas en 2012, cuando la institución abrió sus puertas.
«Actualmente contamos con 52 equipos formados por un médico y una enfermera que se desplazan al lugar del paciente”, Annerieke Dekker, vocera de laClínica para Morir (Levenseindekliniek en neerlandés). “Con la creciente demanda, en un año necesitaremos el doble de personal, un centenar de equipos», agregó sobre el éxito de la institución ubicada en La Haya.
La clínica asiste a pacientes cuyos médicos no quieren o no pueden practicar la muerte asistida. En su mayoría se trata de personas con alguna enfermedad psiquiátrica, casos complejos en los que en muchas ocasiones la voluntad expresa del paciente no está clara.
«Para los pacientes con demencia y otras enfermedades psiquiátricas, es muy difícil determinar si toman la decisión de forma consciente y voluntaria. Por eso nuestros médicos valoran que el resto de criterios se cumplan», explicó Dekker.
Por eso hasta agosto, de las 2 mil solicitudes recibidas se aprobaron 650: el resto fueron denegadas por no responder a los requisitos legales.
Para la vocera el crecimiento de la demanda se debe a una mejora de la información sobre la ley, pero para la miembro del programa médico de apoyo y asistencia a la eutanasia Marianne Dees es resultado de una consecuencia de la falta de responsabilidad de los médicos hacia sus pacientes porque«acompañarlos en este proceso requiere mucho tiempo, algo que los médicos más jóvenes, sobrepasados, prefieren no hacer».
Dees, quien practicó 50 eutanasias durante su carrera, opina que «la solución que propone esta clínica es nefasta. Además, no se debería denominar clínica, porque no se trata al paciente, no se lo conoce. Solo hay dos opciones: o se practica la eutanasia o se deniega, nada más«.
Por su parte, el portavoz de la patronal sindical protestante (RMU), Peter Schalk, arremete contra la práctica de la clínica y califica de «vergonzoso» el tratamiento que hace del deseo de morir de pacientes con demencia. «Por nuestras creencias religiosas, consideramos que la solución no es la de ofrecer morir, sino dar más atención para ayudarles a vivir», lanzó.
Minuto 1