En julio del año próximo, cumplirá 30 años al servicio del Poder Judicial. Comenzó como meritorio y a los 26 años ya tenía cargo de secretario en el fuero penal. De la mano del fiscal José Maria Campagnoli, a quien conoció en 1993, investigó casos resonantes. Pero su carrera no pudo avanzar como hubiera querido. «Fui proscrito por el kirchnerismo», no duda. Sin padrinos políticos, fue relegado en un total de 36 concursos, la mayoría para juez de instrucción. Dicho en otros términos, los Kirchner optaron por otros candidatos con calificaciones más bajas. Lejos de rendirse, siguió intentando. Y la historia podría tener un final feliz en el número 37.
Ignacio Rodríguez Varela cuenta cada concurso como una batalla. «En 2015, me presenté para el juzgado federal de La Plata y llegué a las 33 ternas. En 27 de esos casos eligieron al que estaba atrás (en el orden de mérito)», cuenta casi resignado. Finalmente el cargo fue para Ernesto Kreplak, que venía de cumplir una función de privilegio en el Ministerio de Justicia y, curiosamente, había sido el presidente del tribunal que enjuició a Campagnoli.
Sin respuestas políticas ni de la Justicia, que le rechazó una docena de amparos, al año siguiente volvió a presentarse para un Tribunal Oral Federal de San Martín (el concursos todavía sigue en tramite) y para la Cámara del Crimen, su destino más anhelado.
La lista de frustraciones es larga. Algunos ejemplos alcanzan como muestra. Cuando se postuló para un Tribunal Oral en lo Penal Económico, designaron a los dos concursantes que lo seguían en el orden de mérito. Luego obtuvo la mejor nota para la Cámara del Crimen y fueron designados el que lo seguía en el orden de mérito y el que estaba en el sexto lugar.
Y venía bien encaminado en la primera versión del concurso 140 (para elegir cuatro jueces federales), superando a candidatos que ya se desempeñaban como jueces, fiscales y secretarios del fuero federal, hasta que un jurado de notables modificó el orden de mérito.
Con el cambio de gobierno, su suerte parece haber cambiado: su pliego ya está a consideración del Poder Ejecutivo. Si no hay sorpresas, en poco tiempo pasará a integrar la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional, cargo para el que ya estuvo tornado en 2011. Pasaron 36 intentos fallidos.
¿Por qué tuvo que sufrir tanto? «Estuve proscrito durante el kirchnerismo. Me lo anunció en 2005 (Alberto) Matarollo, que estaba en la Secretaría de Derechos Humanos. Yo lo había conocido en el Gobierno (trabajó en el Secretaria de Seguridad Interior junto a Norberto Quantín) y luego lo fui a ver porque ya había estado en varias ternas en el primer lugar.
Apenas llegué a mi oficina me llamó y me dijo ‘no te van a nombrar nunca'», recuerda ahora que está cerca de cumplir su objetivo.
Una versión similar escuchó, tiempo después, del entonces procurador Esteban Righi y de Marcela Losardo, secretaria de Justicia entre 2005 y 2010.
Rodríguez Varela también padeció durante estos años la «portación de apellido» porque su padre fue ministro de Justicia durante la dictadura y abogado de Jorge Rafael Videla. «La mayoría de los jueces nombrados por mi padre durante el Proceso fueron confirmados en democracia», suele argumentar.
En 2012, sufrió las consecuencias directas de la embestida de la procuradora Alejandra Gils Carbó contra Campagnoli: lo mudaron a un subsuelo y le quitaron sus funciones. Consultado sobre la gestión de la procuradora dice: «Lo mejor que hizo desde que asumió fue renunciar».
Con 9 hijos y casi 30 años de carrera, esta vez está a punto de cumplir con su objetivo.