Horas después del café que el miércoles por la noche compartieron en Pinamar Sergio Massa y el presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez, en Lomas de Zamora se juntaban para un asado de mediodía el intendente local, Martín Insaurralde, y el diputado nacional Máximo Kirchner . Dos reuniones que no fueron novedosas por inusuales, ya que ambos binomios hablan más seguido de lo que se cuenta, sino porque, precisamente, decidieron revelarse.
¿Qué fue lo que aceleró el cronograma de encuentros públicos que el panperonismo planeaba ir dosificando hasta finales de 2018? Los implicados dirán que fue la necesidad de coordinar una defensa frente a la reforma previsional ya aprobada y la reforma laboral en gestación. En privado, señalan un coletazo de esas mismas aventuras del Gobierno: la caída en la imagen del presidente Mauricio Macri, que parecía imbatible después de octubre. El peronismo se electrifica cuando huele debilidades ajenas.
Aunque sin foto, el asado que Insaurralde y el diputado santacruceño compartieron en el quincho del Parque de Lomas, acompañados por los legisladores Federico Otermín y Rodrigo Rodríguez, siguió la lógica del encuentro Massa-Menéndez: coordinar acciones en el Congreso y la Legislatura bonaerense, como antesala de la búsqueda de la unidad para enfrentar en las urnas a Cambiemos, en 2019.
Otro detalle: tras la caída de la imagen presidencial que sobrevino a la aprobación de la reforma previsional, en el peronismo ya no hablan solamente de «sobrevivir» o «defender los territorios» en 2019. Ahora no faltan quienes se animan a imaginar que, si algún «compañero» logra colarse en un ballottage, no sería imposible destronar a Macri.
Claro que un entendimiento entre Unidad Ciudadana y los intendentes peronistas resulta mucho más sencillo que uno con Massa. Cristina Kirchner dejó en claro que seguirá abocada a construir su partido, pero ambos espacios fueron uno solo en octubre y la expresidenta ayudó -no poniendo obstáculos- a que los jefes comunales tomaran control del PJ provincial.
El grueso de los intendentes peronistas, además, sigue elogiando a la flamante senadora, que en octubre dejó en claro que es la referencia electoral más sólida del peronismo. Los intendentes bonaerenses, a diferencia de los gobernadores, no pueden separar las elecciones locales de las presidenciales. En otras palabras, están obligados a elegir al mejor candidato posible para 2019. «Si no es Cristina pero tiene el apoyo de Cristina, mejor», murmuran.
Por esa misma razón es que intentan que Massa confluya con el PJ y con Unidad Ciudadana. Sería reeditar el Frente para la Victoria. Saben que Massa está obligado a hacerlo en Tigre, si pretende defender su bastión. De hecho, el intendente Julio Zamora ya inició un camino de conversaciones que incluye a los cristinistas locales. Massa no se lo permite: dice que su límite es el «kirchnerismo», a secas. Porque cree que el kirchnerismo se irá reduciendo camino a 2019.
En el núcleo duro kirchnerista son menos restrictivos. Apenas Massa y Margarita Stolbizer aparecen entre los nombres propios no digeribles. «Muchos dirigentes del Frente Renovador podrían venir. Algunos ya quieren venir», aclaran.
Las elecciones de octubre dejaron su aprendizaje: en la charla entre Máximo Kirchner e Insaurralde se mencionó la posibilidad de que un frente entre Unidad Ciudadana y el PJ defina sus candidatos en una interna. En otras palabras, que reconocen el error de negarle las elecciones primarias (PASO) a Florencio Randazzo.
Las reacciones de Larroque
Esa vía de reconciliaciones también fue iniciada. Máximo Kirchner almorzó antes de la Navidad con Emilio Pérsico, titular del Movimiento Evita y aliado de Randazzo. Fue luego de que el diputado Andrés Larroque, de La Cámpora, criticara en público a Pérsico y a los sindicalistas de la CGT. «Regalados son caros», los señaló.
Lo mismo hizo la semana pasada con Insaurralde y otros dirigentes del PJ, que se fotografiaron con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. «Unidad», ironizó el dirigente camporista. Nadie niega que lo que escribe Larroque refleja el pensamiento de sus pares. Tampoco que las visitas subsiguientes de Máximo Kirchner revelan el propósito de su madre de aliviar rápidamente cualquier tensión que atente contra la unidad deseada para 2019.
Marcelo Veneranda/La Nación