En un maratónico documento de 464 páginas, el Juzgado Federal Nº12 a cargo de Sergio Torres procesó este miércoles a cuatro hombres de nacionalidad peruanaarrestados en la Villa 1-11-14 por la Superintendencia de Drogas Peligrosas Policía Federal a mediados de diciembre pasado, todos ellos presuntos miembros de la banda de «Marcos» Estrada González, el histórico capo narco del Bajo Flores, hoy preso en Marcos Paz bajo intensa vigilancia.
Entre los procesados está Jair Danny Aguilar Fernández, alias «Cholo Van Dam», un histórico de la agrupación, prófugo durante varios años, que fue apresado por Gendarmería Nacional en el asentamiento, caminando borracho con un DNI trucho. Torres y la secretaria Verónica Bresciani, a cargo de investigar a Estrada González y a sus seguidores, lo indagaron por 58 hechos de narcotráfico, ocurridos desde 2009 hasta hoy.
En sí, la banda no había dejado de operar en el Bajo Flores con su sistema rotativo de turnos. Informes de inteligencia de fuerzas de seguridad con seguimientos fotográficos mostraban a presuntos dealers en el «corredor» de las manzanas 13 a 24, la tradicional zona de la banda, que se las ingeniaban para esquivar a Gendarmería y vender cerca de sus viejos puntos. La división Operaciones Metropolitanas de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA allanó 15 domicilios en el asentamiento del Bajo Flores, con 1.300 envoltorios de cocaína incautados, pasta base, algunas armas de fuego como una ametralladora Ruger, máquinas de contar billetes y balanzas. Hubo seis detenidos.
El procesamiento firmado este miércoles por Torres, en sí, no apunta a peces gordos. Fernando Estrada González, alias «Piti», hermano de «Marcos» y supuesto nuevo regente de la banda, se encuentra en Perú según estiman fuentes judiciales, con un mando a control remoto. Sin embargo, Torres esta vez apuntó a algo más gordo todavía: el dinero de la banda misma. La clave está en las anotaciones incautadas.
«Marcos», suponían los investigadores, había entrado en el crepúsculo de su operación, diezmado por una década de más de cien arrestos, decomisos de armas y 95 kilos de droga y allanamientos bajo las órdenes de Torres y Bresciani y el apoyo de la Procuraduría de Narcocriminalidad del MPF. La Justicia llegó con móviles y arietes hasta su casa con jacuzzi en el country La Celia de Ezeiza y hasta su mujer, Silvana Salazar y su suegra, Lily Lucila Enriquez Alarcón o «Doña Lily», que tuvo en sus manos durante un tiempo las riendas de la organización.
Uno de los allanamientos realizados el 13 de diciembre último por la PFA a uno de los múltiples puntos de la banda en el Bajo Flores reveló un simple papel, una hoja A4 con anotaciones, números de contabilidad atribuidos según el papel mismo a un tal «Maradona», que todavía no fue identificado por la Justicia federal. El documento, adjunto al expediente, detalla un turno narco de cuatro semanas en el sistema de la banda, con fecha de inicio del 17 de noviembre del año pasado. Si los números de este papel son ciertos, el negocio de Estrada González está lejos del crepúsculo comercial. La caja de la pasta base del Bajo Flores está más viva que nunca. «Es como si no le hiciéramos mella», se resigna un investigador. Torres, en su procesamiento, asegura: «Los libros hablan de montos superiores a quinientos mil pesos diarios.» Sin embargo, los montos finales podrían ser de mucho más.
Las fechas en el papel llevan un número adjunto. El 17 de noviembre comienza con «1.000.000», con «1.200.000» al día siguiente. El 30 de noviembre pareció ser un día lento, «450.000.» El 6 de diciembre fue el pico absoluto: «1.300.000.» Si efectivamente se trata de dinero, tal como estima Torres, la banda de «Marcos» podía recaudar hasta más de un millón de pesos diarios en cocaína y pasta base.
Los embargos dictados en el procesamiento de este miércoles fueron acordes al papel incautado: «Cholo van Dam» fue congelado por nueve millones de pesos. Entonces,queda una sola pregunta lógica para toda esta fortuna: ¿a dónde va? Las escuchas a lo largo del caso revelaron intenciones de compra en efectivo de propiedades a cargo de Silvana Salazar en montos que podían alcanzar los 300 mil dólares. Pero en los cálculos del Juzgado Federal Nº 12, la plata se iría a Perú mismo.
Gladys Carhuachín es un viejo nombre de la banda de «Marcos», detenida en una serie de redadas en 2016. Especialmente cercana a la mujer del capo y vinculada a través de escuchas a «Doña Lily», Carhuachín fue sindicada como la presunta recaudadora del grupo, con su teléfono intervenido durante meses.
Argenper, una agencia de giros de dinero a Lima ubicada en la calle Juan Rava en Villa Celina y con múltiples sucursales en Capital Federal y el conurbano, fue la clave. Gladys, según la investigación, surgió en una libreta encontrada en el local. Carhuachín era capaz de cambiar al menos 70 mil euros semanales para luego dirigirse a visitar a «Marcos» en el country La Celia a bordo de una Renault Duster.
Sin embargo, con Gladys hoy presa, la nueva ruta del presunto dinero de «Marcos» es un misterio.