Con el sindicalista Víctor Santa María, líder de los encargados de edificio, como anfitrión, el peronismo dio una (otra más) muestra de unidad: lo novedoso fue que en esta oportunidad, en la Universidad Metropolitana para la Eduación y el Trabajo (UMET), hubo segundas y terceras líneas de prácticamente todos los sectores que habitaron en el PJ durante la última década. Un gobernador, varios intendentes, legisladores y una gran cantidad de dirigentes y militantes kirchneristas, randazzistas e, incluso, massistas participaron en la tarde del jueves en el «Encuentro por la Unidad: Desafíos en el fortalecimiento del campo popular.» organizado por Santa María.
En la apertura, Santa María compartió escenario con Daniel Arroyo, Alberto Fernández, Daniel Filmus, Fernando «Chino» Navarro, Agustín Rossi y Felipe Solá, mientras que el cierre estuvo a cargo de Cristina Álvarez Rodríguez, Gustavo Menéndez y Alberto Rodríguez Saá.
Álvarez Rodríguez fue la encargada de delimitar los alcances de un futuro frente: previsiblemente, el encuentro tuvo un tono marcadamente «antineoliberal», pero evitaron el «antimacrista». Según contó Menéndez arriba del escenario, en el partido de General Madariaga «los chicos del Momo» (militantes del Partido Fe, del fallecido sindicalista de UATRE Gerónimo Venegas, que en el pasado supo proveer de fiscales al PRO) participan de los encuentros panperonistas que vienen realizando. El intendente de Merlo aseguró que el peronismo «ha aprendido mucho en estos dos años» e hizo un diagnóstico que haría sonrojar al inventor del «mejor equipo en los últimos 50 años»: el PJ, aseguró, es «el Barcelona pero un poco desordenado… Nos acostamos tarde, encima ellos tienen método, se levantan temprano. Pero somos el Barcelona».
A su turno, el gobernador Alberto Rodríguez Saá explicó la fórmula de su éxito en San Luis, donde se impuso en la general tras haber caído en las PASO.
Luego, hizo su análisis de la coyuntura que diagnosticó un avance del Gobierno sobre la coparticipación y la obra pública (concepción centralizada, ejecución descentralizada, reclamó citando a Perón); una profundización de la grieta (acusó al Gobierno de agitar las banderas habituales del antiperonismo tradicional) y un desaliento del «pueblo peronista» (por la creencia de que la próxima elección está perdida). Ante esta situación, arengó al «pueblo peronista»: «Tenemos la obligación de alcanzar el poder para cumplir los sueños» porque «el peronismo es un lugar donde la gente viene a depositar sus sueños. ¿Cómo le vamos a decir que no al 2019?, ¡carajo! ¡Hay 2019!».
De modo elocuente, aunque por momentos algo disperso, pidió a los presentes que primero le hablaran «al pueblo peronista», que «no pasa un buen momento», para «comunicarles la buena nueva» de que «hay 2019» porque «Mauricio Macri no tiene la vaca atada». Luego vendrá la etapa -dijo- de «presentarle un amanecer al pueblo argentino», y de hablar poco del pasado, poco del presente y mucho del futuro. Mientras tanto, recomendó no hablar de candidatos, para no herir susceptibilidades. El discurso tuvo, además, algunos otros momentos de climax, como cuando dijo que Macri bailó «a lo tontín» para banalizar el balcón de Juan Domingo Perón.
La ausencia de Cristina Kirchner, Florencio Randazzo y Sergio Massa fue una precondición del encuentro: si cualquiera de los tres lo hubiese apoyado explícitamente, lo hubiese dinamitado automáticamente. En cambio, la asistencia fue sorprendentemente populosa (tuvo que ser habilitado el pullman del auditorio) y diversa. Sólo quedó afuera el peronismo matancero («wait & see», respondieron en el Palacio Municipal ante la consulta de Infobae), y no hubo dirigentes camporistas aunque sí algunos de sus más destacados militantes.
En privado, la mayor parte de los asistentes mantuvo la conducta: sólo algunos se animaban a dar nombres de fórmulas que podrían competir en una PASO, en las que usualmente no se encontraban ninguno de los máximos dirigentes. «Néstor fue candidato en enero y presidente en abril», recordó un ex miembro de su Gobierno para explicar por qué no tenía apuro en enunciar uno.
Conocida la reunión de Kirchner con Alberto Fernández, existe expectativa también en el massismo, que aportó varias figuras y militantes. Esto no obstante días atrás un grupo de dirigentes de ese espacio encabezados por Marco Lavagna y Matías Tombolini emitieron un comunicado repudiando el encuentro porque «no son tiempos para buscar resolver los problemas de los dirigentes sino de la gente». Y sin embargo, al enumerar los padecimientos de los argentinos, no hubo disidencias entre los enumerados por el comunicado con los escuchados durante la tarde en la UMET. Tras volver de Nueva York -a donde viajó para la firma de un convenio con Rudolph Giuliani-, Massa se mostró ayer con ex empleados del INTI junto a Graciela Camaño y Margarita Stolbizer, columpiándose entre la agenda manodurista del Gobierno y la «antineoliberal» del encuentro de ayer.
No es la primera vez que el peronismo ensaya una foto de unidad. Si la de hoy tendrá futuro promisorio está atado al avance de las negociaciones sobre las «reglas claras para que todos puedan participar», la discusión que sigue, según el cronograma de Rodríguez Saá.