Así, con ayuda y colgado del travesaño, también gana el Madrid

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Foto WEb

Honor al Madrid. Jugará la cuarta final de Champions League en cinco años, de las cuales ya ganó tres. Liverpool o Roma en Kiev será la última estación para que el equipo blanco busque un triplete inédito en la era moderna.

De concretarse, dados los nuevos tiempos, será equiparable a la época dorada de las «cinco copas» obtenidas en los tiempos de Alfredo Di Stéfano.

Apurado por un Bayern inclaudicable, haciendo tiempo, pidiendo la hora, escondiendo la pelota cada vez que se iba afuera, con cambios para demorar, ayudado por otro error arbitral y por el azar de una falla del adversario, el Madrid es finalista. Rozó la eliminación, se encomendó a las manos de Keylor Navas, se colgó del travesaño en los quince finales.

Así, también gana el Madrid.

Aún así, si la Champions League es la medida de todas las cosas, entendida como la competencia de lo mejor de los mejores, el mejor es Real Madrid. Dominador absoluto. Incuestionable desde los números y en su estilo, también en el juego. Con otro estilo, en rendimiento parecido al mejor Barcelona de hace unos años, al incipiente City y a la amenaza nunca concretada del PSG.

El de este martes fue sólo un partido. Hay que ver la campaña y la trayectoria de los últimos años para tratar de darle la medida más justa a esta clasificación.

«Así, así gana el Madrid» es el latiguillo que enrostra ciertos errores arbitrales que suelen caer siempre para el mismo lado. La evidente mano de Marcelo en el último minuto del primer tiempo es el último ejemplo. Aquel polémico agónico penal a favor contra Juventus, el antecedente.

Pero no se construye un campeón sólo en base a los pitazos fallidos ni a metidas de pata clamorosas como las del arquero Ulreich en el segundo gol de Benzema. Si la suerte o el azar juega, hay que recordar la agenda del Madrid en la segunda fase: PSG, Juventus y Bayern. No había peor programa para llegar a Kiev.

Desecho el partido con el 2-1 hubo vértigo de ataque por ataque aún más pronunciado que en el primer tiempo. Sufrió el Madrid porque, como en toda la temporada, tiene evidentes problemas en la recuperación, el retroceso y la defensa en los metros finales, invitación peligrosa para un rival con el ADN alemán.

Lo contrarresta el equipo con la voracidad ofensiva, al llegada masiva y veloz, el buen manejo de Modric y Kroos, la presencia siempre inquietante de Cristiano y con la reaparición en el marcador de Benzema. Las manos de Keylor Navas, una vez, decisivas. El arquero también juega.

Al final, lo de siempre: Real Madrid-Bayern es uno de los partidos más repetidos de la Champions, con 26 encuentros y de los 13 jugados en España, el Bayern sólo ganó 2, empató 2 y los 9 restantes ya se sabe.

Al Madrid le queda la deuda interna: tres Ligas en los últimos diez años mientras que las otras siete fueron del Barça.

Si el presente entroniza a los blancos aun con esa imagen de equipo chico acorralado y colgado del travesaño, el futuro parece continuar por los mismos caminos. Cuando comienza el largo otoño de las vacas sagradas Cristiano, Ramos, Carvajal, Marcelo, Modric (todos superando los 30 años) dan garantías Asensio, Vázquez, Isco, y más atrás Nacho o Mayoral en un plantel blindado por la presencia de Zidane en el banco, fantástico pararrayos de eventuales tormentas o de gestos de poder del presidente Florentino Pérez.

Sin Isco ni Carvajal, apostó fuerte con Vázquez como lateral y Asensio de titular, «sacrificando» al vital Casemiro en el banco y postergando una vez más a Gareth Bale, el inglés que costó cien millones de euros.

Fuente: Clarín

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