César Luis Menotti: «La Selección fue abandonada, la vendieron»

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Ese atado de cigarrillos lleva 7 años en el mismo lugar.

César Luis Menotti lo mira pero no lo toca. Lo relojea cada mañana, mientras toma café y va pasando las páginas del diario.

Recuerda que la primera vez que fumó fue por nervios. En una habitación y durante una concentración: miró a su compañero, miró el atado que tenía al lado y pidió permiso. Ni sabía qué estaba haciendo.

Ahora, en una esquina de Recoleta y con 79 años, César mira un cigarrillo y no se tienta.

─Antes de morir quería dejar algo. Mi tarea es decir «¿Qué es el fútbol?». Tenemos que ser más generosos con la historia del fútbol ─pide. Y resopla.

De fútbol y de docencia se trata. Ahí hace foco el Flaco durante la charla íntima con Clarín. Y a eso apunta la flamante escuela online de entrenadores que lleva su nombre. Que lleva su sello.

—¿Qué es lo básico que tiene que saber alguien que quiere ser entrenador?

—Vamos a suponer que un equipo de fútbol es una tropa comando. El jefe de la tropa es el director técnico y lo primero que tiene que lograr es preparar a los soldados. Si vos sos un tipo que tirás con pistola, no te voy a dar una granada. Si corrés ligero, te pongo en un lugar. Si sos gordo, te pongo de cocinero, qué sé yo… El entrenador, de acuerdo con la idea que tiene y los jugadores que tiene, debe marcar obligaciones y posibilidades. Las obligaciones son las que el entrenador plantea en una charla a los futbolistas y las posibilidades se descubren juntos. A veces vos pensás que un lateral puede estar limitado a ciertos aspectos, cumple con las obligaciones, pero de pronto el tipo empieza a tener otras cosas: sube bien, encuentra fácil las sociedades con ciertos compañeros y así va creciendo. El fútbol, como decía Borges, es orden y aventura. Es como una orquesta. Si aparece un solista tocando el violín, cuando termina ese solo, que es el permitido que le da la orquesta, tiene que volver al sonido de la orquesta. Si se pasa todo el día haciendo solos no tenemos sonido.

—El buen entrenador, entonces, descubre virtudes en sus dirigidos.

—Sí, y que el jugador ni sabe que las tiene. Voy a contar un ejemplo con nombre y apellido. Yo estaba en Independiente y tenía al Polaco Arzeno, que era un 6 correcto. Y en un picado lo veo jugar muy bien a la pelota. Entonces, un día lo llamo y le digo:

—¿Hace mucho que usted está en Independiente?

—Sí, César, 10 años.

—Ah, ¿su viejo tenía algún amigo en la Comisión Directiva?

—No, no, me trajeron a probar. Jugué en Cuarta, después subí a Tercera. Hasta que debuté en Primera.

—Ah, entonces ahí sí: su viejo influyó con el presidente, habló con él, después con el entrenador…

—No, César.

Ya no le gustaba nada. Entonces le digo:

—O sea que usted llegó porque jugaba bien al fútbol, no le debe nada a nadie más que a sus condiciones con la pelota. ¿Por qué no juega? ¿Quién le hizo creer que usted no puede?

A veces le hacen creer tanto al jugador que no está para algunas cosas que termina no ensayando las posibilidades. El crecimiento de las individualidades es el punto de partida para el mejoramiento del equipo.

—Entre el orden y la aventura, para los entrenadores es mucho más fácil tomar el atajo hacia el orden.

—Sí, claro. En cualquier actividad pasa lo mismo. Guardiola por ejemplo no concentra a sus equipos, los jugadores llegan un rato antes de los partidos. Acá hasta tres o cuatro días antes se concentran. Es otro mundo. Hablan tanto de trabajo… Y no hay nadie que trabaje más que Guardiola.

—¿Cada vez es más importante el costado docente y paternal del entrenador para guiar a los jugadores?

—Debería ser. Si no crecés como tipo, no vas a crecer como jugador tampoco. Vos tenés que quitar defectos y agregar virtudes. Ahora: yo no voy a sacar a un jugador de la Primera porque le pusieron un 4 en matemática. Hay una cuestión clara: el futbolista solamente respeta el conocimiento. Si vos hablás de música y hablás boludeces, el jugador no te escucha más, por más ignorante que sea. Si hablás de la vida y decís boludeces, tampoco. Y si hablás de fútbol y decís boludeces, ni te cuento. El futbolista se rinde ante el conocimiento del entrenador.

—¿Qué perfil de entrenador ve en Argentina?

—Se tienen que liberar. Y es muy difícil para el entrenador liberarse de la prensa, de las presiones, del campeonato, de las luchas, de los poderes de la AFA, de la urgencia del campeonato. Y digo lo mismo que con la Selección: si vos tenés un club ordenado, si tenés claro lo que estás haciendo, el campeonato va a venir este año o va a venir el otro. Pero si viene este año y vos hiciste todo mal, no te sirve para nada. Hay una gran presión política en los equipos. Los entrenadores jóvenes entran en la desesperación y se dejan arrastrar también con la influencia de la prensa.

—¿El contexto conspira a que entrenadores o jugadores no se liberen?

—Hay que tener mucho cuidado. Yo veo las agresiones, la soberbia de tipos que no jugaron nunca al fútbol y agreden, ofenden. Dicen: “Se equivocó en el cambio, tendría que entrar tal”. ¿Vos quién sos? Decí que el cambio que hizo perjudicó al equipo. Y listo. Pero no digas que vos hubieses hecho otro cambio. ¡Vos no lo vas a hacer nunca porque no sos entrenador! Hay un conjunto de pibes jóvenes que creen que saben todo y analizan con una soberbia que no se condice con su condición de periodista. “Yo el penal lo hubiese tirado…”. ¡No, vos no lo hubieses tirado ni lo vas a tirar nunca porque vos no vas a entrar nunca a jugar 11 contra 11 en la cancha de Boca! Entonces aprendé, escuchá lo que se siente al ponerse una camiseta y entrar en una cancha. Sé prudente. Esto no quiere decir ser obsecuente, pero sé prudente. Hay una imprudencia en el periodismo que también atrapa a los entrenadores.

—¿Cómo se juega? ¿Qué es lo que ve cuando ve fútbol argentino?

—En general, mal. No sé si son los tiempos, las exigencias, los jugadores que se van… Me parece que no hay proyecto. No hay proyecto de una Sub 20 que le pueda ganar a la Primera. Ese era el sueño de mi vida: dirigir a una Sub 20 que pueda ganarle a la Primera. Me planteaba esos desafíos: dame 2 meses con un Sub 20 y Sub 21 que le quiero jugar a la Primera. Ahí puedo demostrar que yo tengo razón en lo que digo.

—¿Eso a la larga se refleja en la Selección?

—En esta Selección no, porque al menos los 11 titulares vienen del fútbol europeo. Ahora, yo soy de los que creen que, sacando a Messi, hay tantos buenos jugadores acá como los que están en Europa. Sacá a Messi. Pero con los demás, que son buenos jugadores, acá también hay para hacer una Selección, entrenando los lunes y martes. Es más, creo que son mejores. Acá hay goleadores como Higuaín, por ejemplo. Vos me dirás que tiene experiencia y es verdad, pero después tenés 4 años para jugar el Mundial y para el desarrollo de la idea.

—El problema es que ningún técnico tiene ese tiempo ni dispone de los jugadores para armar una selección local.

—No, porque la abandonaron a la Selección. La Selección fue vendida: van a jugar con Brasil y van a Australia. No jugó nunca con una selección de provincia. ¡Sabés lo difícil que era ir a jugar contra la selección cordobesa! Hay muchos buenos jugadores en la Argentina… A mí me da mucho miedo porque creo que están sostenidos apenas por la genética.

—¿El gran problema arranca ahí, en las bases?

—Es como los perros de caza. Vos te comprás un perro de caza bueno, de raza, lo tirás al campo y el perro caza. Te das cuenta de que tiene genética. Si vos querés que cace bien, tenés que trabajarlo. Hay que llevarlo con la soguita, la plumita y entonces el perro se para, te mira. Si vos lo tenés 2 años en el departamento, cuando lo pongas en el campo se pincha los pies. Y esto es lo que a mí me preocupa. Que no haya condiciones para no perder la genética. Son muy excepcionales los futbolistas que no se detecta de dónde vienen: un jugador alemán es un jugador alemán y un jugador uruguayo es uruguayo. No es un argentino, y estamos acá enfrente. Ahora, Cruyff podría haber nacido en Barracas. Y Di Stéfano podría haber nacido en Munich. Hay jugadores que rompen con eso. Pero nosotros tenemos que reforzar nuestra raza.

—¿Habló alguna vez con Messi?

—No. Una vez me llamaron para participar de su película, pero no lo conozco.

—Usted dirigió a Maradona, ¿se puede mejorar a un jugador como él o como Messi?

—Sí, claro. A todos. Y Messi mejora. Mejora en el manejo de los tiempos, no en cómo parar una pelota. Hay verdades absolutas en el fútbol. ¿Cuál es el mejor pase que hay? Si vos no pensaste nada, dásela al que te la dio. Tenés que tener concepto para el desarrollo del juego. Ahora: todos tenemos que saber que yo te la voy a pasar y tenemos que pensar. El colectivo debe entender que tenemos que pensar muchas cosas en conjunto. Por ejemplo, van a presionar 1 contra 3. Lo veo acá, eh. Va el tipo corriendo, presiona solo. Entonces, uno se la pasa al otro y el boludo corre atrás de la pelota. ¡No vayas!

—¿Qué Mundial imagina?

—Hay equipos que son bárbaros pero cuando se juntan son menos competitivos… Por ejemplo, vos revisás Bélgica. ¡Los jugadores que tiene! Igual que Francia. La única vez que fue competitiva fue cuando jugaron en Francia. Los que seguro son competitivos son los alemanes, España, Brasil, también Argentina. Los demás, no sé. Croacia es otro: te agarra un día, le suena la flauta, y te mete 4. Y al otro día pierde con Sacachispas. Yo siempre divido entre participantes, protagonistas y candidatos. Participantes son Panamá, Islandia, los que se conforman con el solo hecho de ir. La categoría de los protagonistas es más decadente: no sé si Suecia o Dinamarca, como en una época. Croacia no se sabe, México tampoco. Y los candidatos son los de siempre, eso se sabe claramente.

—¿Qué le parece Sampaoli como entrenador?

—Yo me baso en lo que vi antes. Lo que hizo acá no, porque llegó y tuvo que jugar la clasificación. Yo me baso en que él acompañó y reforzó un proyecto de largo tiempo en Chile, que se inicia con una conducción dirigencial que elige a Bielsa, que lo sostiene. Después sigue Borghi. Y Sampaoli sostiene el fútbol dinámico, vertical, de buena técnica, agresivo. En Argentina no podemos hablar. Llegó y tuvo que jugar algo difícil. Había un nerviosismo… Le salió bien, por suerte. Ahora veremos. Yo no estoy para nada de acuerdo con algunas cosas. Pero no es culpa de Sampaoli. De ir a jugar partidos a cualquier lado, de cambiar entrenadores, de pasar de Sabella a Martino, después a Bauza. No hay ningún proyecto del entrenador. Es la camiseta argentina y Messi y 3 millones de dólares que la AFA ya cobró hace rato. No pasa por ahí la cosa. No le hace bien al fútbol argentino.

Mariano Verrina/Clarín

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