El caos venezolano desplaza al proceso de paz en la primera vuelta en Colombia

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Crédito: Reuters

La paz con las FARC no pesará en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de hoy en Colombia , aunque parezca una injusticia histórica. El principal factor que influye sobre el voto de 36 millones de colombianos queda muy cerca, no solo por tratarse del país vecino y hermano, con el que comparten 2219 kilómetros de frontera, sino también porque es una realidad que llega hasta la puerta de sus casas. Parafraseando al expresidente Bill Clinton, es la economía, pero, sobre todo, es Venezuela .

Tanto es así que uno de los principales artífices de la paz, Humberto de la Calle, delegado gubernamental en las negociaciones en La Habana, aparece quinto y último en las encuestas, sin ninguna posibilidad de remontada. Tal vez por eso, sin nada que perder porque ya lo tiene todo perdido, el candidato liberal criticó con fuerza a sus rivales durante el último debate del viernes para acabar regalándoles la camiseta que llevará la selección colombiana en el Mundial de Rusia. Como si el partido ya hubiera acabado.

«La sociedad colombiana ya recibió el dividendo de la paz en 2015 con el cese unilateral del fuego. Es lamentable que los errores del gobierno y de las FARC enfriaran las expectativas pese a la importancia de la implementación de los acuerdos», reflexiona el intelectual Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit.

«La paz dejó de ser importante, es un tema que no ha estado en campaña», sostiene el asesor político Antonio Sola, hombre clave en la victoria electoral de Juan Manuel Santos en 2014 precisamente gracias a la paz, que obró la remontada en la segunda vuelta tras perder la primera.

Sin la paz, pero con el conflicto venezolano en plena ebullición y con la inmensa diáspora en desarrollo, que se hace sentir por todos los rincones del país, algo repetido hasta la extenuación por el principal favorito, el candidato uribista Iván Duque. Las encuestas, que le otorgan un 40% de los votos, adelantan que ganará sin problemas y que pasará a segunda vuelta con el izquierdista Gustavo Petro (en torno al 25%), obligado a renegar del chavismo pese a sus estrechos vínculos con Hugo Chávez.

No han pasado dos años de la última estancia de Petro en Venezuela y de las fotografías que alegremente subió a sus redes sociales con supermercados llenos de comida, algo que solo ocurre en las zonas elitistas de la revolución y en la clase alta de toda la vida. Ni una palabra de la escasez galopante ni de las bolsas de basura reventadas por quienes buscan algo que meterse a sus bocas.

Uno y otro, situados en los extremos del panorama político, han polarizado la campaña, retroalimentándose sin disimulo con sus críticas constantes en un evidente intento de dejar fuera de juego a sus rivales. «Ambos se han escogido como rivales, se eligieron de antemano. Ambas campañas se necesitaban», revela Giraldo. El techo uribista de Duque limitaría sus posibilidades en elballottage, como ya pasara hace cuatro años con Óscar Iván Zuloaga.

La impopularidad de Petro, que según las encuestas supera el 60%, sería el otro factor clave el próximo 17 de junio, cuando se reabrirán las urnas para dictaminar quién gobernará el país hasta 2022.

Detrás de ambos, y subiendo durante la última semana en todas las encuestas, figura el reformista Sergio Fajardo (superando el 17%), aliado a los Verdes y al Polo Democrático de la izquierda. El exalcalde de Medellín lucha la segunda plaza con Petro y «puede dar un campanazo», advierte Sola. «Fajardo es un tipo que da sorpresas y Petro da miedo. Mi experiencia en Colombia es que las encuestas son relativas, por lo que todavía puede haber sorpresas», concluye el mago electoral español.

Fajardo no ha concedido un solo centímetro al chavismo, pese a que en el vendaval defake news(noticias falsas) que también ha incidido en la campaña colombiana se lo llegó a tildar de «Farcjardo». Solidaridad con los emigrantes y combate sin paliativos a la «dictadura del siglo XXI», propone el dirigente de centroizquierda.

El cuarto candidato, que competiría por el voto derechista, es el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, representante de la política tradicional y que depende del clientelismo político, la famosa «mermelada» colombiana, para subir el escaso respaldo que tiene ahora, en torno al 10%.

Pese a alimentar con todos sus canales el fantasma del llamado castro-chavismo, Duque insistió el viernes en que no permitirá una invasión de Venezuela desde su territorio, una reafirmación que cobraba importancia porque solo unos minutos antes el presidente Juan Manuel Santos había hecho público que la semana que viene Colombia formalizará su ingreso en la OTAN como «socio global», el primer país latinoamericano en hacerlo.

«Lo que se necesita es acorralar esa dictadura a través de todos los canales diplomáticos y los mecanismos de sanción», propuso el senador uribista, que también apuesta por abandonar la Unasur.

Petro respondió con un malabarismo político de imposible demostración y que le pudo ocasionar un disgusto: Colombia y Venezuela se parecen. El candidato de Colombia Humana arrastra su pecado original, que ha querido mitigar reclamando unas elecciones libres y pluralistas.

«Venezuela es una realidad latente para los colombianos, incluso no solo en las grandes ciudades, sino también en los pueblos pequeños. Una buena parte de los emigrantes son venezolanos de segunda generación con origen colombiano. Los nexos familiares son enormes, lo que incrementa el temor», explica Galindo.

El propio gobierno de Santos ha reconocido que más de un millón de venezolanos viven actualmente en el país.

Fuente: La Nación

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