La primera ministra británica Theresa May evitó este martes que el Parlamento tuviera la última palabra sobre el Brexit tras hacer concesiones a los diputados conservadores proeuropeos.
La Cámara de los Comunes rechazó por 324 a 298 una enmienda a la ley del Brexit que daba al Parlamento capacidad de vetar el desenlace de las negociaciones con Bruselas, y que estaba motivada por el temor a que el país saliera de la Unión Europea sin un acuerdo.
Para ello, todos los diputados conservadores potencialmente rebeldes recibieron garantías que aseguraron su voto a favor del gobierno.
May y los euroescépticos temían que un parlamento con el poder de decir no al acuerdo final podría frenar de hecho la salida de la Unión Europea.
Esta enmienda era una de las 15 introducidas en la ley del Brexit por la cámara de los Lores, que generalmente se limita a estampar sin más su aprobación a los textos que vienen de la de los Comunes, pero que esta vez había ido «demasiado lejos», en palabras de May, denunciando un intento de «atar las manos del gobierno en las negociaciones».
El texto irá de nuevo a la cámara de Lores y de vuelta a la de los Comunes para su aprobación definitiva.
El debate y votación estuvo precedido por la dimisión del secretario de Estado de Justicia, Phillip Lee, que tildó de «irresponsable» la estrategia de su gobierno en el Brexit y denunció sus intentos de «querer limitar el papel del Parlamento» en el proceso de salida.
May cuenta con una pequeña mayoría parlamentaria gracias al apoyo de los diputados unionistas norirlandeses del DUP (Partido Democrático Unionista). Sin embargo, su bancada conservadora no está unida en este tema, como tampoco lo está la oposición, y un puñado de «tories» rebeldes podría hacer descarrilar sus planes.
En una reunión con sus diputados el lunes por la noche, May imploró unidad.
«Tenemos que pensar en el mensaje que el Parlamento enviará esta semana a la Unión Europea», dijo la primera ministra.
«Estoy tratando de negociar el mejor acuerdo para el Reino Unido. Tengo confianza en que puedo lograr un acuerdo que nos permita alcanzar nuestros propios acuerdos comerciales y tener al mismo tiempo una frontera con la UE con la menor fricción posible», añadió.
Los diarios más antieuropeos aprovecharon para lanzar un mensaje a los diputados. «Gran Bretaña o Gran Traición», tituló en portada The Sun, mientras que el Daily Express avisaba, también en primera página: «Ignorad la voluntad del pueblo a vuestro propio riesgo».
Unos titulares que enojaron a algunos diputados proeuropeos que los interpretaron como una amenaza.
Una diputada conservadora rebelde, Anna Soubry, se quejó antes de empezar el debate que sabía de al menos un colega que no iba a votar como quería por las amenazas que había recibido.
«La semana más importante»
Keir Stamer, vocero del Brexit del Partido Laborista, el primero de la oposición, afirmó que «es la semana más importante del proceso del Brexit desde que se activó el Artículo 50», en una tribuna publicada en The Guardian, reclamando a sus pares que voten a favor de la enmienda que les daría «un voto significativo» sobre el acuerdo final.
Es «una oportunidad para que el parlamento dé forma de manera decisiva al curso de las negociaciones», aseguró Stamer. «El parlamento debe estar listo para dar un paso y asumir un papel más central».
Sin embargo, el ministro del Brexit, David Davis, avisó de que el veto del parlamento al acuerdo no frenaría la salida de la UE, decidida por los británicos en referéndum en junio de 2016 y que debería materializarse en marzo de 2019.
«No empezaremos de nuevo (a negociar) porque no tendremos tiempo. A finales de marzo de 2019 dejaremos la UE, punto«, dijo Davis a la BBC.
El debate y voto de las enmiendas se produce tras una semana de discrepancias en el propio gobierno por el Brexit.
Los euroescépticos que propugnan una ruptura clara con la UE para que el Reino Unido tenga su propia política comercial están cada vez más preocupados.
Uno de ellos, el ministro de Relaciones Exteriores Boris Johnson, fue grabado secretamente esta semana admitiendo que, aunque el Brexit se materializará, puede «que no sea el que queríamos».
Además, Johnson sugirió que habría que afrontar las negociaciones como lo haría el presidente estadounidense Donald Trump.
«Habría todo tipo de ataques de nervios, todo tipo de caos. Todo el mundo pensaría que ha enloquecido. Pero quizás llegaría a algo», dijo Johnson.
Alfonso Luna para AFP
Fuente: Infobae