La guerra comercial global escaló dramáticamente ayer con la decisión de Estados Unidos de imponer aranceles de 25% a importaciones de más de 1.000 productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares, una medida que Beijing replicó con tarifas “de la misma escala”.
Un comunicado emitido por el responsable de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Lighthizer, anunció por la mañana las sanciones, que regirán a partir del 6 de julio, y señalo que “son necesarias” para restablecer la relación comercial con el gigante asiático, al que acusa de saltearse las reglas de juego, robar tecnología y perjudicar a los trabajadores estadounidenses.
“Debemos tomar fuertes medidas defensivas para proteger el liderazgo de Estados Unidos en tecnología e innovación contra la amenaza sin precedentes que representa el robo de China de nuestra propiedad intelectual”, agregó.
Son en total 1.102 productos chinos de “tecnologías industrialmente significativas” los que serán castigados por el gobierno estadounidense, una cifra algo inferior a la inicialmente propuesta en marzo. Afectará sobre todo a industrias automovilística, aeroespacial y robótica. No golpeará –al menos por ahora– a bienes de consumo como celulares o televisores.
La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirtió que las medidas proteccionistas que multiplica Estados Unidos contra China podrían tener “un impacto macroeconómico” a nivel mundial, en una época en la que la economía global muestra un leve y frágil crecimiento. .
El gobierno de Xi Jinping reaccionó a las medidas. Anunció que impondrán “de inmediato la misma escala y las mismas medidas arancelarias”. Además, aseguró que los pactos comerciales alcanzados durante las últimas semanas, en los que se puso la guerra comercial “en suspenso”, “quedarán invalidados” después de la suba de tarifas.
El informe aludía a que a mitad de mayo Washington congeló la ofensiva comercial contra el gigante asiático e incluso habilitó el regreso al mercado norteamericano de su principal firma de telecomunicaciones.
Si bien hasta ahora no hubo demasiados detalles, Beijing dijo que impondría aranceles a 545 bienes de EE.UU., productos sobre todo del sector agrícola, mariscos y autos.
El conflicto ya esta produciendo malas noticas para los países productores de materias primas. Al conocerse el choque comercial se derrumbó el precio de la soja en la bolsa de Chicago con una caída de 6,58% frente a los niveles de la semana pasada y arrastró a los otros granos.
La decisión de Estados Unidos no sorprendió demasiado porque el tema se venía analizando desde marzo, cuando Trump anunció que estaba dispuesto a aplicar tarifas para disminuir el déficit comercial bilateral. Washington incluso presentó una primera lista detallada de 1.333 productos que estarían sujetos a gravámenes. China respondió con el anuncio de aranceles por un monto económico similar. Pero la aplicación quedó paralizada por algunas semanas mientras se abrían algunas conversaciones. En ese marco, a comienzos de mayo China se comprometió a aumentar “significativamente” sus compras de bienes y servicios de Estados Unidos para equilibrar la balanza comercial. Pero evidentemente las negociaciones no prosperaron.
China representa la mayor parte del déficit comercial estadounidense (375.000 millones de dólares sobre un total de 556.000 el año pasado) y Trump, ya desde su campaña electoral, prometió que reducirá ese desfasaje. Es de hecho una victoria para el ala más dura y proteccionista del gobierno de Trump, que incluye al propio Lighthizer y el asesor presidencial Peter Navarro. Pero los aranceles y las represalias que se avecinan hacen previsible una escalada que puede tener consecuencias globales, ya que son las dos economías más poderosas del planeta.
Además, no queda claro cuánto impactarán estas medidas en la “América profunda”, donde está la base del electorado de Trump. Si bien a corto plazo allí pueden festejar, algunos sectores estadounidenses –como el agrícola– podrán verse en problemas cuando china les imponga aranceles y complique así el ingreso al mayor mercado del mundo. Entre los rubros que limitará Beijing figuran commodities agropecuarios.
En ese sentido se manifestó Thomas Donohue, el presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU., que afirmó que serán “los consumidores, fabricantes, granjeros y ganaderos estadounidenses los que paguen el costo” de esta medida. “Este no es el enfoque correcto”, añadió. Donohue había también atacado la ofensiva proteccionista del acero y el aluminio que impuso Trump contra sus principales socios globales. Sostuvo que la medida provocará al menos 2 millones de desocupados porque las acereras de EE.UU. no pueden abastecer totalmente al mercado.
La escalada comercial podría intensificarse en las próximas semanas, ya que Trump avisó que Norteamérica agudizará la ofensiva si hay réplicas. “EE.UU. buscará aranceles adicionales si China toma medidas de represalia, como la imposición de nuevas sanciones a nuestros bienes, servicios o productos agrícolas”, amenazó el mandatario, lo que abre así a un nuevo capítulo en esta guerra comercial.
Paula Lugones/Clarín