Días atrás, el gobierno nacional publicó en el boletín oficial el aumento salarial para el personal superior y subalterno de las FFAA. De la lectura de la resolución suscripta entre los ministerios de Defensa y Economía, surgió claramente la profundización de la brecha salarial existente entre el personal militar y el correspondiente a las fuerzas de seguridad.
Según pudo saber Infobae, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, presentará ante el jefe de gabinete el nuevo esquema salarial y de obtener el visto bueno de Marcos Peña, los sueldos militares quedarían equiparados.
No obstante aún quedan algunos reclamos pendientes por la subsistencia de buena parte del salario que cobran los militares y que llegan a sus bolsillos bajo la forma de suplementos no remunerativos y algunos ítems como Administración de material, responsabilidad jerárquica y otros, que al pasar a situación de retiro se pierden y alejan sustancialmente los haberes de los activos respecto a los pasivos, generando una catarata de juicios contra el Estado por actualización de haberes.
Desde dentro de los cuarteles, se difundió un caso testigo que surge de la comparación entre el salario de un capitán de navío (equivalente a Coronel y Comodoro) y un oficial de igual jerarquía que revista en la Gendarmería Nacional. La comparación arrojó que mientras que el primero percibirá en setiembre próximo, un salario de bolsillo de $ 73.150,02 el segundo cobrará en la mano $ 100.134,28.
Todas las fuentes castrenses consultadas por Infobae son muy cuidadosas al aclarar, que cuando se habla de profundo malestar, se sobreentiende que el mismo es exclusivamente a nivel salarial.
«Se nos pide sacrificio, operamos con material muchas veces obsoleto y estamos dispuestos a poner el hombro en lo que se nos pida, sean tareas netamente militares, de apoyo a las FFSS o como corresponde, acudir en apoyo de la sociedad en emergencias y catástrofes, pero si el salario se sigue retrasando la fuga del personal será inevitable», indicó un oficial superior de la Armada a este portal.
Una vez más, la figura que emerge ante un problema relacionado con los uniformados, es la del Jefe del Estado Mayor Conjunto, Teniente General Bari del Valle Sosa. Desde la gestión de Cambiemos se ha tratado de posicionar a este oficial superior del Ejercito, como el verdadero Jefe superior de las tres fuerzas Armadas. Algo que quedó demostrado cuando ante la crisis desatada en la Armada por la desaparición del Submarino «San Juan» el general fue un actor principal a la hora de reestructurar la cúpula naval, colocando al mando de la marina a su número dos el Vicealmirante Villán.
En las últimas horas Sosa encarnó el rol de vocero de los uniformados y ante el propio ministro de Defensa, Oscar Aguad, impulsó una revisión de lo decidido por la cartera económica. «No pretenden un aumento extraordinario, solo no seguir quedando retrasados respecto a las demás fuerzas», indicaron desde el ministerio de Defensa.
Una de las , en el patio de armas del Colegio Militar de la Nación, fue precisamente terminar cuanto antes con esta distorsión, algo que por ahora es una asignatura pendiente.