Tres reuniones claves, tres promesas diplomáticas. Mauricio Macri sacó la cuenta antes de subir al avión privado que lo llevó desde Johannesburgo a Buenos Aires. Había terminado la cumbre de los BRICS con un discurso inédito sobre la importancia geopolítica del sur global y aún se le aparecían las imágenes de sus exitosas bilaterales con Vladimir Putin, Xi Jinping y Narendra Modi. Los líderes de Rusia, China e India prometieron hacer negocios con la Argentina, pese a la crisis financiera que arrasó con dos ministros, un presidente del Banco Central y el plan de gradualismo económico. «Nos creen, por eso nos escuchan», comentó Macri.
Putin, Xi y Modi juegan el mismo juego. Donald Trump desató una guerra comercial imponiendo barreras tarifarias a las importaciones de acero y aluminio. Y esa decisión tiene suficiente capacidad destructiva para implosionar el actual sistema de comercio. En este contexto, Putin, Xi y Modi buscan nuevas alternativas para proteger sus economías, y la Argentina aparece como un socia confiable y apetecible.
Putin prometió a Macri que Rusia invertirá en producción ferroviaria, en Vaca Muerta y en las iniciativas de Participación Pública y Privada (PPP). El presidente ruso está aislado en Europa occidental, tiene una relación ambivalente con Estados Unidos y mantiene un peculiar equilibrio diplomático con China. Putin necesita profundizar el ingreso de bienes y capitales rusos en la región, y Macri ofrece un mercado abierto a todas las expectativas del Kremlin.
«Puede haber novedades en el negocio de la energía: inversores rusos tienen intenciones en competir por la construcción del ramal férreo que vinculará Vaca Muerta con el Puerto de Bahía Blanca», adelantó el canciller Jorge Faurie. Macri rescata su permanentes contactos con Putin (se habrán visto tres veces durante 2018) y elogia su capacidad para negociar los acuerdos bilaterales. «Los rusos van a invertir», pronostica el Presidente.
Xi Jinping apuesta al gobierno de Macri y a su decisión de abrir la economía nacional sin prejuicios ideológicos. En plena crisis financiera, el presidente chino envió a su colega argentino una carta personal que impactó en la intimidad de Balcarce 50. Es cierto que Beijing tiene una precisa estrategia geopolítica respecto a los países emergentes, pero a Macri le sorprendió el tono y su mirada sobre la situación del siglo XXI.
Trump convirtió a China en un blanco móvil. El Presidente de los Estados Unidos lanzó una campaña a favor del proteccionismo y eso pega debajo de la línea de flotación del comercio internacional que pretende ejecutar Beijing alrededor del planeta. Aunque no está explicitado en términos protocolares, Macri en la guerra comercial está más cerca de China, que defiende el comercio libre, justo y recíproco.
«La escalada de medidas unilaterales y de represalias tienen un potencial impacto sistémico en el crecimiento y ejercen presión sobre la eficacia del multilateralismo», dijo el presidente en la Cumbre de los BRICS, que con Xi al frente no se cansó de cuestionar los últimos movimientos del Trump.
Xi prometió que estudiará inversiones en turismo y en Vaca Muerta, mientras se avanzan las negociaciones para exportar cerezas argentinas y ciertos cortes de carne vacuna. A su vez, Macri propuso a XI que China invierta en la tecnología que permita exportar los futuros excedentes de gas. Si esto sucediera, la inversión china se multiplicaría y la balanza comercial de Argentina podría mejorar ostensiblemente.
En la bilateral con Modi, hubo promesas compartidas. Macri aseguró que viajará a la India en el primer semestre de 2019 -antes que comience su campaña presidencial-, y el primer ministro indio exhibió su interés en la industria farmacéutica y en la producción agropecuaria. «Somos complementarios con la India. Ellos necesitan el alimento que nosotros tenemos. Es una oportunidad que no podemos perder», opinó Macri cuando le consultaron respecto a su encuentro con Modi.
Las tres promesas de Putin, Xi y Modi contrastaron con la negociación que Macri protagonizó con Michel Temer sobre los términos del acuerdo bilateral que el Mercosur pretende firmar con la Unión Europea. El presidente argentino y su colega brasileño se encontraron tres veces durante la cumbre de los BRICS, y los avances fueron pulgada a pulgada.
Brasil compite con Argentina en producción vitivinícola y esa competencia es una de las principales trabas al momento de presentar la última oferta técnica del Mercosur frente a los negociadores de la UE. Si Buenos Aires y Brasilia no se ponen de acuerdo antes que concluya el verano europeo, las posibilidades de un tratado Mercosur-UE quedaran postergadas en el tiempo. Hace unos meses fueron las vacas francesas. Y ahora es el vino de Brasil. No se puede traducir al español, es lo que replica Macri cada vez que Faurie explica adonde se trabó ese acuerdo bilateral que el presidente argentino persigue desde que llegó a la Casa Rosada.
Macri regresó satisfecho de su participación en la cumbre de los BRICS y ya dejó trascender en su círculo más cercano que no tiene intenciones de viajar a la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU). Se trata de un acontecimiento multilateral para jefes de estado que Macri se salteó el año pasado. En su lugar fue Gabriela Michetti, que hizo un discurso muy aplaudido en el recinto de sesiones.
La Asamblea de la ONU sucede en la ciudad de New York, a mediados de septiembre, y el poder mundial concurre para explicitar su mirada sobre la agenda internacional. Es una cita obligada, un evento multilateral que no debería ser soslayado. Y menos todavía por un jefe de Estado que organiza el G20 en su país.
«No quiero ir, soy más útil en la Argentina», repite Macri con cierto fastidio.
Hasta ahora no va. Viaja Michetti.
Fuente: Infobae