¿Es amor? ¿Costumbre? ¿Acaso comodidad? ¿O miedo al cambio? Estas preguntas asaltan a Marcos y Ana, una pareja que ha estado casada más de un cuarto de siglo, y que ahora, con el síndrome del «nido vacío» a flor de piel, se transforman en el disparador de una comedia romántica que tendrá a Ricardo Daríny Mercedes Moran viviendo una alocada soltería en donde las redes sociales, la tecnología y las fantasías cumplirán un rol fundamental.
Juan Vera, productor, guionista y realizador, dota a esta, su ópera prima, de mucho humor, ironía y diálogos mordaces para el lucimiento de la dupla protagónica, pero también de un elenco tan variopinto como irresistible: Luis Rubio (en una participación desopilante), Andrea Politti (sexual e irresistible), Juan Minujín(extravagante y divertido) y Claudia Fontán (en el papel de amiga, confidente y consejera que maneja a la perfección).
Es esta, además de una entretenida (aunque algo extensa) película sobre el amor en la adultez, un retrato sobre la segunda mitad de la vida, un ensayo sobre la redención personal en la etapa del «yo ya estoy de vuelta». No hay solemnidad en este fresco, por el contrario, naturalismo e irreverencia se dan la mano para redondear una comedia clásica que funciona como un reloj.
La química de la pareja protagonista, el tono y las palabras que no suenan forzadas en sus respectivos labios generan empatía. Después de algunas películas desparejas como Nieve Negra o La Cordillera, finalmente Darín encuentra un libreto a su medida en el que no necesita «remar» para llevar a buen puerto la historia, de hecho comparte el peso de la trama con Morán, en un acertado balance en el que ambos tienen el mismo peso y protagonismo.
Inteligente, divertida y fresca, El amor menos pensado, no solo es una de las mejores películas argentinas del año, sino que también se sube al podio como una de las más logradas de la última década.