De un lado, Marcos Peña, Jorge Triaca y Mario Quintana. Del otro, la cúpula de la CGT: Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña.
Desde las primeras horas de la tarde, y por un largo rato, la central obrera fue recibida en Olivos por parte de la cúpula del Gobierno, en lo que fue la primera reunión formal desde el último paro, a fines de junio.
Según fuentes oficiales, el encuentro estuvo atravesado por la inquietud de los sindicalistas por el futuro de la obra pública. «Se plantearon inquietudes respecto de la situación económica, y quedamos en hacer seguimiento sector por sector», explicaron.
En ese sentido, gran parte de la conversación giró en torno a la mega causa vinculada a los «cuadernos de las coimas K» y su impacto en las obras. Desde la semana pasada, los dueños de las principales obras de obra pública del país hicieron fila en la fiscalía de Carlos Stornelli y del juez Claudio Bonadio para confesar el pago de coimas a funcionarios K para «campañas electorales».
Este viernes, Carlos Wagner, el ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción durante la anterior gestión, detalló cómo funcionaba «el club de la obra pública» relacionado al pago de retornos y confesó que pagó coimas.
El jueves al mediodía, uno de los principales funcionarios del entorno de Mauricio admitía lapreocupación de la Casa Rosada por el párate que podría tener la economía por el escándalo de los cuadernos del ex chofer de Roberto Baratta.
Hasta ahora, el sindicalismo se mantuvo expectante. Anteayer, el ministro Guillermo Dietrich aseguró que no se frenarían las obras «por los cuadernos», que «las licitaciones fueron muy transparentes» y que «los contratistas están muy atomizados».
Hace algunas semanas, el ministro de Trabajo ya había mantenido una reunión con gremios industriales. Todos atravesados por la mega investigación de la Justicia federal cuyas consecuencias aún son impredecibles.