Nacido en la tierra del folclore, José Sebastián Carabajal es Suboficial Segundo Mecánico de Sistemas Artillero en la corbeta ARA “Rosales”; ha pasado 16 de sus 22 años de servicio embarcado. Su amor por el mar y la Patria lo distanció físicamente de su querida y añorada Quimilí aunque a bordo de cada unidad de la Armada comparte su ser y modo santiagueño».
Puerto Belgrano – “Apellido popular en Santiago si los hay”, comenzó el relato de su vida José Sebastián, ya que es sobrino de Juan Carlos Carabajal, autor del famoso tema Entra a mi hogar. “Mi papá también es folklorista, toca la guitarra y el bandoneón, y siempre se dedicó a la música; yo desde los 7 hasta los 17 años bailé en la Academia de Folkclore de Danza del pueblo. Soy oriundo de Quimilí, a 200 kilómetros de la capital de Santiago y a 100 de Añatuya, de donde es nuestro Segundo Comandante en la ‘Rosales’, el Capitán de Corbeta Norman Guillermo González”, expresó con orgullo.
Su primer destino naval fue en la corbeta ARA “Parker” donde conoció Chile y Brasil y también donde aprendió a cocinar, confesó, habilidad que desarrolló en cada navegación, cocinando para toda la tripulación. “En la ‘Rosales’ preparé 700 empanadas santiagueñas, nosotros le ponemos carne, cebolla común, verdeo, morrón y huevo; si se hacen fritas, se les llama pastel”, ilustró. José trae su provincia a bordo, “es inevitable extrañar en invierno las comidas tradicionales como el locro, las empanada de charqui (carne seca con sal, típica del norte argentino) o de pollo”.
De manera sencilla explicó cómo fue la partida de su evocada tierra natal para surcar los mares del mundo: “Por vocación, porque la vocación te lleva a buscar, y yo sentía algo por el mar, los barcos y la aventura, aunque nunca lo había visto. Uno de mis libros preferidos es La isla del tesoro. Pienso que la Armada es vocación. Si tuviera que definirla, es algo que nadie lo nota, y que va por dentro de uno hasta que te encuentra y te llama”.
El llamado del mar
En el caso de José Sebastián, el llamado comenzó terminando el secundario en el Instituto Incorporado Mariano Moreno de Quimilí, “un compañero de mi hermano mayor que había ingresado a la Armada en el ‘96 fue al colegio a dar una charla y había llevado todo, papeles, requisitos, porque en Santiago no hay Delegación Naval, la más cercana está en Tucumán”, explicó.
Pero en ese momento, no prestó tanta atención, sólo al uniforme; la idea de formar parte de alguna Fuerza lo animaba. Más tarde, pidió los papeles a Tucumán para inscribirse. “Coincidió que justo la semana que tenía el viaje de egresados era la semana que debía rendir para el ingreso a la Armada”, dijo; suspendió el viaje, rindió y quedó. A la nieve la pudo conocer más adelante en Ushuaia, navegando con la Armada.
En la “Rosales”, el Suboficial Carabajal es artillero y encargado de la Primera División; es la cuarta corbeta entre los destinos de su carrera, aunque la mayor parte de su vida naval ha estado en el mar. Además de su especialidad, es nadador de rescate, curso que realizó en el 2005.
Estuvo en la “Parker”, en la “Granville”, y en la “Espora”; pasó por el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, por la lancha patrullera ARA “Punta Mogotes”, y por destinos en tierra como la Jefatura de Mantenimiento y Arsenales y lejos de Argentina, en Misión de Paz en la Isla de Chipre.
“Fue una experiencia impresionante porque sumás conocimiento interactuando con gente de otras naciones, en estas comisiones uno se relaciona con otras Fuerzas del país y extranjeras; hice muy buena amistad con personal del Ejército y de Fuerza Aérea, con serbios, eslovacos, griegos, escoceses, irlandeses, australianos, británicos, greco chipriotas, brasileños; y lo mejor fue que pude llevar a toda mi familia allá”, contó.
A los dos años de haber ingresado a la Armada, José fue papá. Con su esposa Mariana, con quien se había conocido de adolescente en Quimilí, se casó al año siguiente del nacimiento de Luz Aylén que hoy tiene 18 años. Tuvieron otro hijo más, Leonardo de 16. “Fue importante saber inglés, mi mamá me mandó desde chiquito y sigo estudiando el idioma con mi hijo. En Chipre los chicos continuaron sus estudios a través del Ministerio de Educación e hicieron actividades como vóley y fútbol”.
De retorno al país, fue destinado a la “Rosales” y estuvo encantado de volver a navegar. “En navegación se conoce a la gente en profundidad y se aprende a trabajar en equipo”, sostuvo.
De la tierra del folclore al mar
Junto al Ballet de Folklore, José Sebastián viajaba a distintas provincias y ciudades de Santiago del Estero, por ello no le fue difícil adaptarse a estar lejos de su hogar cuando ingresó en 1998 a la Armada Argentina.
“De chico estaba acostumbrado a irme de casa solo y no me costó mucho; sí extrañé la siesta, a los amigos y que en casa me hacían todo; en la Armada además de cocinar, aprendí a lavarme y plancharme la ropa”, se ríe. “Con el ballet salíamos casi todos los fines de semana a las localidades que estaban cerca de Quimilí y a distintas ciudades en Santiago, como a otras provincias: Tucumán, Chaco y Córdoba”, recordó.
A Santiago del Estero vuelven seguido, aunque ya están instalados en Punta Alta, ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires y cercana a la Base Naval Puerto Belgrano donde tiene apostadero la corbeta ARA “Rosales”.
“Quimilí es chico, aunque ha crecido un poco más desde que me fui”, contó, pero más allá de sus sólo 20 mil habitantes, José se ha encontrado con otros quimilenses en la Armada. “El hermano de aquel marino que fue a mi colegio cuando yo estaba en el secundario es cocinero y estuvimos juntos en la lancha ‘Punta Mogotes’; siempre es un gusto encontrar coterráneos en la Armada”, concluyó.
La corbeta misilística ARA “Rosales”
El buque de la Armada Argentina forma parte de la División de Corbetas de la Flota de Mar, de Tipo Meko 140 y se encuentra en la Base Naval Puerto Belgrano, su apostadero habitual. La embarcación lleva su nombre, en homenaje al héroe y valiente Coronel de Marina Leonardo Rosales, quien combatió en las guerras por la Independencia Argentina.