El candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro llegó ayer a San Pablo para seguir su tratamiento tras un ataque con puñal que pudo costarle la vida, pero que puede reforzar sus posibilidades de ser electo como presidente de Brasil el próximo 7 de octubre.
El diputado quedó internado en el hospital Albert Einstein, de la capital económica del país, a donde fue trasladado desde el hospital Santa Casa de Juiz de Fora, la ciudad donde fue apuñalado la víspera durante un acto de campaña.
Bolsonaro, de 63 años, “pasó una noche estable y salió tranquilo de aquí”, dijo ayer la médica de Santa Casa Eunice Dantas, indicando que el paciente deberá permanecer internado “de siete a diez días”.
El candidato, ex capitán del Ejército, había llegado al lugar con un cuadro vital comprometido: hemorragia interna, tres perforaciones en el intestino delgado, una lesión grave en el intestino grueso y otra en una vena del abdomen.
El presunto autor, detenido rápidamente, fue identificado como Adélio Bispo de Oliveira, un ex militante del partido de izquierda PSOL, que explicó a la policía haber actuado en cumplimiento de “una misión de Dios”.
El propio ex militar, en un emotivo video filmado y difundido por un senador aliado inmediatamente después de la operación, agradeció a Dios y a los médicos .
Su acercamiento con grupos conservadores evangélicos y su promesa de mano dura contra la criminalidad y de liberalizar la portación de armas reforzó su núcleo de incondicionales en un país con más de 60.000 asesinatos por año. Y sus críticas contra la corrupción encontraron fuerte eco en millones de brasileños indignados por la magnitud de los delitos revelados por la Operación Lava Jato, que afectó a todos los partidos que dominaron la vida política desde el fin del régimen militar (1964-85).
Bolsonaro y el ex presidente Lula da Silva polarizaban la campaña. Pero Lula, actualmente encarcelado por corrupción, fue excluido el 31 de agosto de la contienda por la justicia electoral.
Hasta ese momento, Bolsonaro estaba segundo en los sondeos, pero con la mitad de la intención de votos del ex líder sindical.
Ahora quedó primero, con 22%, 10 puntos por encima que sus más inmediatos seguidores, el centro-izquierdista Ciro Gomes y la ecologista Marina Silva, que sin embargo lo derrotarían en una segunda vuelta, según una encuesta divulgada el miércoles. Pero este atentado puede redistribuir las cartas.
Bolsonaro tendrá por ejemplo una presencia mediática que compensará ampliamente los pocos segundos de propaganda televisiva gratuita que le confiere el actual sistema de atribución.
Sus adversarios ya retiraron los anuncios que lo atacaban directamente por sus tradicionales declaraciones racistas, misóginas u homófobas.
“Este incidente aumenta las posibilidades electorales de Bolsonaro. Estaba perdiendo votos, de repente se convierte en una víctima casi tan grande como Lula”, dijo a la agencia financiera Bloomberg el analista Richard Back, de XP Investments.
Las elecciones de octubre deben cerrar un mandato convulso, marcado por la destitución en 2016 de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, el encarcelamiento de Lula, una recesión económica de dos años y los escándalos de corrupción.
Los Andes