La polémica por los aumentos del gas volvió a exhibir las internas entre los integrantes de Cambiemos

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«Viene a dar buenas noticias», decía satisfecho, casi exultante, un  integrante del equipo de la comunicación presidencial. Era mediados de junio, hace solo cuatro meses.

Javier Iguacel -a él se refería el funcionario- acababa de asumir al frente del ministerio de Energía en reemplazo de Juan José Aranguren, eyectado del Gobierno tras dos años y medio de malas noticias.

La entrada de Iguacel, un técnico que llegó a la función pública de la mano de Guillermo Dietrich, suponía para la administración de Cambiemos una brisa de frescura en un área atravesada por los tarifazos dispuestos por Mauricio Macri y Aranguren desde el inicio de la gestión.

Durante la tarde de este miércoles, el secretario de Energía -bajó de rango dos meses y medio después de asumir, tras el ajuste en el gabinete implementado a principios del mes pasado- fue el blanco de todas las críticas internas. El culpable del aumento extra en las tarifas del gas, una compensación retroactiva a las empresas por la devaluación trasladada a los consumidores en 24 cuotas.

Al menos ese fue el mensaje monocorde que el Gobierno dejó trascender ayer después de dar marcha atrás con la polémica resolución, publicada el viernes pasado en el Boletín Oficial. Por ahora, Iguacel fracasó en el intento de oxigenar a un gobierno que en los últimos tiempos acostumbró a la clase media a recibir solo malas noticias.

El funcionario ya había tenido varios chispazos con Dietrich en su paso por Vialidad. Incluso sus colaboradores cuentan que, tras bajar de rango, se mostró reacio a quedar bajo el paraguas de Transporte. Terminó colgado de Hacienda.

Según dirigentes, funcionarios y asesores consultados por este medio, el secretario de Energía avanzó casi en soledad en la implementación de la medida. Sí la había comentado con Macri, al menos en su trazo grueso, que incluso hasta ayer a la tarde se había mostrado reacio a dar marcha atrás.

Tanto el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el vicejefe, Andrés Ibarra, como los ministros Rogelio Frigerio y Nicolás Dujovne no conocían el detalle de la implementación. Fuentes oficiales aseguraron que el ministro de Hacienda, de gira por Indonesia, sabía que se trabajaba en la compensación a las empresas pero no que se publicaría el viernes. «Lo hubiera trabajado de otra manera, consensuado con aliados y gobernadores», explicaron desde la Jefatura de Gabinete.

Era cuestión de horas para que el Gobierno volviera a dar marcha atrás. En 72 horas, la medida logró aglutinar a toda la oposición, fastidió al resto del gabinete y a los legisladores, enfrascados en una dura negociación por el presupuesto, y exasperó a buena parte de la sociedad. Frigerio y su viceministro y las principales espadas parlamentarias de Cambiemos tuvieron que volver a ceder ante el reclamo del PJ.

En medio de los problemas del programa económico, el Gobierno volvió a provocar un error no forzado. Y dejó en evidencia viejas falencias de gestión enquistadas en el nuevo esquema de gobierno: Iguacel avanzó con el impulso de una medida objetivamente impopular -fue uno de los temas más calientes del timbreo bonaerense de María Eugenia Vidal y los ministros y dirigentes provinciales del sábado pasado- de la que, según se encargaron de hacer trascender en la Casa Rosada, no sabían ni el jefe de los ministros ni los principales ministros. Ayer, las quejas eran notorias.

El Gobierno volvió a mostrar además serias diferencias con sus aliados, en este caso con la UCR, que pidió una revisión de la medida en boca de sus principales líderes. La sociedad entre el PRO y el radicalismo ya había crujido en las primeras horas de septiembre, en aquella cumbre en Olivos que dio lugar al ajuste en el gabinete.

En una semana, la conducción de Macri entró en un espiral de tensión con sus socios políticos. Los últimos aumentos de tarifas de mediados de año, que terminaron con la sanción de una ley que retrotraía los incrementos -luego vetada por el Presidente-, primero habían sido objetados en público por la UCR y por la Coalición Cívica. Después se sumó la oposición.

Antes de la polémica por el gas había sido Elisa Carrió la que hizo temblar, de nuevo, los cimientos de Cambiemos. Esta vez, a niveles hasta ahora desconocidos: «Perdí la confianza en el Presidente», dijo horas después de arremeter contra Germán Garavano y de mostrarse furiosa por los últimos movimientos en el organigrama de la AFIP. La diputada extraña a Mario Quintana, su principal nexo con la administración central que, para colmo, supervisaba la gestión del organismo recaudador.

Carrió y Macri intentarán hoy dejar atrás las horas de mayor tensión desde que formaron Cambiemos. A primera hora, se mostrarán juntos en el CCK, en el marco de la presentación de «Argentina Exporta». «Lilita» estará junto a Maricel Etchecoin, Fernando Sánchez, Maximiliano Ferraro y Juan Manuel López, una señal de la necesidad de calmar las aguas.

La paz podría durar pocas horas: la CC, en cabeza de la abogada Mariana Stilman, trabaja contrarreloj en la confección del juicio político contra el Ministro de Justicia, que podría presentarse en el Congreso antes del fin de semana.

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